El invierno de 2007 fue inusualmente caluroso en la región de Baviera, en Alemania, donde Felix Finkbeiner, 20 años, vivía con sus padres y dos hermanas. El calor fuera de época se volvió tema de conversación en la escuela en la que estudiaba y la profesora pidió a los alumnos que investigaran sobre la crisis climática. Felix pasó un fin de semana en vueltas con el asunto e hizo dos descubrimientos.

El primero fue que el calentamiento global ponía a su animal favorito, el oso polar, en peligro de extinción. El segundo: había una mujer cuyo trabajo estaba ayudando a evitar que eso sucediera. La mujer era Wangari Maathai, la primera africana en recibir el Premio Nobel de la Paz. Fundadora de The Green Belt Movement, Maathai fue responsable de la plantación de 30 millones de árboles en Kenia.

Estas dos historias fueron conectadas en la presentación que Felix le hizo a sus compañeros de clase. Contó cómo los árboles capturan dióxido de carbono y liberan oxígeno, que contiene los reflejos de los gases del efecto invernadero resultantes de la actividad humana. Para cerrar, hizo un llamado: “¡Vamos a seguir el ejemplo de Wangari Maathai y plantar 1 millón de árboles en cada país del mundo!”. Tenía 9 años de edad y daba inicio a la creación de la iniciativa ambiental infanto-juvenil Plant-for-the-Planet. “Al principio, nuestro objetivo era salvar a los osos polares”, cuenta. “Pero pronto entendimos que se trataba de salvar nuestro futuro”.

En marzo de 2007, la clase de Felix plantó el primer árbol frente a la escuela. El ejemplo fue seguido por otros colegios y, un año más tarde, los niños ya habían asentado 50.000 plántulas. Ellos mismos crearon un sitio web y empezaron a promover competencias de plantaciones. El hecho ganó la atención de los medios de comunicación como ningún otro evento ambiental llevado a cabo en el país y Klaus Töpfer, exsecretario de medio ambiente de Alemania y exdirector ejecutivo del entonces Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, actual UN Environment, se convirtió en defensor de la iniciativa.

Un niño, con poco más de 10 años, pelo corto, castaño y lacio, con gafas y una camiseta que dice Plant-for-the Planet con una sudadera gris, hablando en un atril con el escudo de las Naciones Unidas en dorado. Atrás, tótems de árboles escritos "Plant a tree".

Felix hablando ante las Naciones Unidas, en Nueva York, en 2011 (Difusión/Plant-for-the-Planet)

DEJA DE HABLAR, EMPIEZA A PLANTAR
Felix recién había cumplido 10 años de edad cuando presentó su iniciativa en una reunión del Parlamento Europeo. En la Conferencia de la Juventud celebrada en Corea del Sur al año siguiente, convocados por Felix, cientos de niños representando a 56 naciones ocuparon el escenario para demostrar su compromiso de plantar 1 millón de árboles en sus países. En Alemania, la meta fue alcanzada en un año. Luego, otras naciones llegaron a la marca.

La campaña Stop Talking, Start Planting, (Deja de hablar, empieza a plantar) ayudó a llevar la propuesta a los cuatro vientos, movilizando a personalidades del mundo político, cultural y artístico para apoyar el proyecto. El programa UN Environment, que originalmente había lanzado la acción “Mil millones de árboles”, transfirió la gestión de la iniciativa a los niños y jóvenes de Plant-for-the-Planet. En 2011, más de 1200 millones de árboles habían sido plantados alrededor del mundo, con el apoyo de gobiernos, empresas, personas y organizaciones sociales.

Hoy en día, Plant-for-the-Plane lleva contados 15.200 millones de plántulas en 193 países.

Del lado izquierdo de la imagen: un muchacho delgado y blanco, de cabello castaño claro y usando gafas graduadas, con la mano derecha tapa la boca de una mujer alta, delgada, cabello rubio y largo, ojos azules. A la derecha de la imagen: una chica de negro, llevando una camiseta blanca y pelo atado, está con la mano derecha tapando la boca de un hombre calvo, blanco, que usa chaqueta marrón, camisa y corbata azul.

La modelo Gisele Bundchen y el príncipe de Mónaco, Alberto II en la campaña “Deja de hablar, empieza a plantar” (Plant-for-the-Planet)

EMBAJADORES DE LA JUSTICIA CLIMÁTICA
Desde el principio, la gente que apoyó el desarrollo de la Plant-for-the-Planet se dio cuenta de que, para que se ampliase, era necesario tener muchos Felix haciendo el trabajo de boca en boca alrededor del mundo. En 2008, comenzaron a realizarse las Academias Plant-for-the-Planet, que ya formaron a más de 67.000 niños de 66 países.

Cada academia es un taller de un día en el que los niños y adolescentes capacitan presencialmente a los estudiantes de escuelas públicas y privadas para entrar en acción. Al final, los participantes son nombrados embajadores de la justicia climática.

Ahora, el grupo quiere llegar a 1 billón árboles plantados en los próximos 20 o 30 años. Este es el número estimado por los investigadores como necesario para restaurar los bosques devastados, compensar las emisiones globales de CO2 y, con el tiempo, recuperar una atmósfera que conduzca al equilibrio de la vida en la Tierra.

Es una especie de ahorro que proporcionará recursos vitalicios para las generaciones futuras. La estrategia para llegar hasta allí, explica Felix, es fortalecer la noción de justicia climática, en la que los países ricos, que emiten más CO2, contribuyen con las naciones en desarrollo. “Proyectos de plantación pueden mejorar los ambientes y generar empleo para las comunidades locales”, dice.

Un grupo de decenas de niños está en un gran escenario. En el fondo, pantallas con dibujos de árboles y dos grandes pantallas, ubicadas en dos esquinas del escenario, donde es posible ver más claramente la cara de los niños

Ceremonia de lanzamiento de la campaña “1000 millones de árboles” en Mónaco, en marzo de 2018 (Daniel Nückel | Plant-for-the-Planet)

LOS MINIBOSQUES
Un ejemplo es lo ocurrido en la Escuela Primaria Municipal (EMEF, por sus siglas en portugués) Dr. Sócrates Brasileiro, en la zona sur de São Paulo. Al lado de la institución, había un terreno baldío, que servía de depósito de basura y punto de drogas. Junto con los estudiantes, la escuela decidió intervenir el espacio para crear un minibosque.

Al final de 2017, el terreno fue anexado al área escolar para transformarlo en un espacio cultural y de ocio. El mismo año, Plant-for-the-Planet organizó un taller con alumnos, con plantío supervisado por el ingeniero forestal Renato Mendes, de Árvores na Cidade.

Cuenta Renato que se seleccionaron plántulas de especies nativas del Bosque Atlántico. Muchas son comestibles y atractivas para pájaros y pequeños mamíferos. “Además de sombra y refugio para estos animales, el bosque es productivo y tendrá floridos exuberantes en las distintas épocas del año, embelleciendo el barrio”, afirma el ingeniero. El área plantada suma 500 metros cuadrados y recibió más de 350 plántulas y 170 semillas. “A medida que entendemos que cada uno puede hacer la diferencia en el mundo, los niños y adolescentes comienzan a ocupar diferentes espacios”, dice la profesora de artes Sandra Martire Carvalho.

A mediados de abril de 2018, cuatro meses después de la siembra, BelieveEarth visitó la escuela para conocer el bosque. “Va a quedar un entorno más hermoso y encantador”, dice el. estudiante Caio Xavier Santana, de 14 años. “Nuestro barrio tiene poco verde. Ahora, las personas van a tener la oportunidad de conocer más las plantas y convivir con ellas”.

Para el coordinador de la escuela, profesor Eliseu Muzel, la participación de los más jóvenes trae resultados importantes para su desarrollo. “Los estudiantes pasan a construir el sentido de identidad, pertenencia y propiedad en relación con el espacio público”, afirma.