"Don Pino sabía que se arriesgaba, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida no es arriesgarse, es vivir en la comodidad. Dios nos libera de vivir a la baja, contentándonos con medias verdades. Dios nos libera de una vida pequeña. Nos libera de pensar que todo va bien su a mí me va bien. Nos libera de creernos justos si no hacemos nada para contrarrestar la injusticia. Nos libera de creernos buenos sólo porque no hacemos ningún mal".
Con el ejemplo del Padre Pino como referencia, el Papa reflexionó sobre los conceptos de "victoria" y "derrota" y las contrapuso a otros dos conceptos: "amor" y "egoísmo". "Según Jesús, quien vive para sí mismo no es que pierda algo, sino que pierde la vida entera; mientras que quien se entrega a los demás encuentra el sentido de la vida y vence".
"El egoísta piensa en sanar su propia vida y se apega a las cosas, al dinero, al poder, al placer. Entonces, el diablo se encuentra las puertas abiertas. Le hace creer que todo va bien, pero en realidad el corazón se adormece. Este camino siempre termina mal: al final sólo queda el dinero con el vacío interior".
Además, advirtió del gran espejismo "del dinero y del poder que no liberan al hombre, sino que lo hacen esclavo". Destacó que "Dios no emplea el poder para resolver nuestros males y los del mundo. Su camino es siempre el del amor humilde: sólo el amor libera por dentro, da paz y alegría".