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¿Por qué Bolsonaro no va a Buenos Aires?

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil.

Emir Sader

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha anunciado que no irá a la toma de posesión del presidente y la vicepresidenta de Argentina, Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que se realizará el 10 de diciembre próximos. Tradicionalmente, los presidentes de los dos países comparecían en la toma de posesión de sus colegas, ademas de que la primera visita al exterior de cada uno de ellos era al país vecino.

El anuncio del presidente de Brasil se hace después de sus declaraciones respecto a las elecciones argentinas y sus expectativas de que los candidatos vencedores no triunfaran. Nada más salir el resultado adverso, declaró que los argentinos se habrían equivocado y que se arrepentirían. Lo hace desde un gobierno que ha perdido por lo menos dos tercios del apoyo electoral que lo eligió en medio de una polémica marcada por la manipulación de robots y fake news. Lo afirma, como si su ausencia empañara la ceremonia de la toma de posesión, como si su ausencia fuera notada y lamentada.

Al contrario, de inmediato el ministro de Exteriores del gobierno de Mauricio Macri rechazó las palabras de Bolsonaro, antes incluso de que el nuevo presidente elegido de Argentina hiciera lo mismo. Pero ¿por qué Bolsonaro ha decidido no ir a la toma de posesión del nuevo gobierno del principal aliado económico y político de Brasil?

Sobre todo, porque puede imaginarse el tipo de recepción que tendría en caso de que compareciera. Su imagen externa es la más rechazada de todas las existentes en el mundo de hoy, personificando lo peor que existe. Desde la responsabilidad por los incendios en la Amazonía hasta la contaminación de las playas del nordeste de Brasil por petróleo, sin que el Gobierno, en ninguno de los casos, se haya empeñado en combatir las catástrofes en el medio ambiente. Al contrario, ha tratado de valerse de los desastres para expulsar a poblaciones indígenas de la Amazonía, sea para intentar inculpar al gobierno de Venezuela por la contaminación de las playas brasileñas por petróleo.

Por si no bastara con ello, el presidente de Brasil se ha hecho notar por los planteamientos descalificadores de los defensores de los derechos humanos, de los derechos de las mujeres, de los negros, de los LGTB y de los ecologistas. Así como por la politica de expropiación de los derechos de los trabajadores, de los recursos para políticas sociales y por la intensificación de la privatización de recursos públicos. Al igual que en la política internacional, ha participado activamente en las acciones que tratan de aislar al régimen de Venezuela.

Bolsonaro sabe que el nuevo gobierno argentino va exactamente en la dirección opuesta a la de su gobierno. Fernández ya anunció que Argentina saldrá del Grupo de Lima, constituido para actuar en contra del Gobierno de Venezuela. Los nuevos gobernantes argentinos han sido elegidos con la crítica radical al modelo económico de Macri y Bolsonaro y sus desastrosos efectos sociales, con el estancamiento económico e índices record de desempleo en sus países.

El actual presidente brasileño se ha mostrado sumamente incomodado con la visita que Alberto Fernández hizo a Lula antes de su elección como nuevo presidente de Argentina y las reiteradas menciones de este al Lula libre, así como a los mensajes de Lula a los nuevos gobernantes de Argentina. El sabe que las relaciones entre Argentina y Brasil son tan buenas desde que Lula y Néstor Kirchner establecieron acuerdos que han llevado al período de mayor fortalecimiento de los procesos de integración regional y de intercambio económico entre los dos países.

Bolsonaro sabe que incluso el día en que la Cámara de Diputados de Brasil votaba el impeachent de Dilma Rousseff, esta recibió una llamada de teléfono de Mauricio Macri expresándole su solidaridad. Como sabe que no fue recibido con comodidad por Macri en la Casa Rosada y que le ha escuchado hacer pronunciamientos que ni siquiera la derecha argentina tolera.

El actual presidente de Brasil puede imaginar cómo sería su recepción en Buenos Aires, en medio de la mayor fiesta democrática contemporánea de la región que marcará la toma de posesión de Alberto Fernandez y Cristina Kirchner. Intuye que su figura sería el blanco que concentrará el repudio a todo lo que él representa, así como la exaltación de Lula.

Por todo ello, Bolsonaro anunció que no asistiría a una toma de posesión a la que ni siquiera ha sido invitado ya que sería mal visto y estaría fuera de lugar y de contexto en una fiesta que consagra todo lo opuesto a lo que el y su gobierno representan.

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