TENSIÓN EN ORIENTE PRÓXIMO

Rusia apoya a Irán pero no quiere verse arrastrada a la guerra

Los expertos creen que el Kremlin no enviará tropas bajo ningún concepto y solo intervendría si llega a la conclusión de que la existencia del Estado iraní se halla en peligro

Erdogan junto a Putin, este miércoles en Estambul.

Erdogan junto a Putin, este miércoles en Estambul. / periodico

Marc Marginedas

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Condena sin paños calientes ni paliativos, pero también sin medidas concretas de represalia dirigidas contra EEUU. En estos términos se puede definir la reacción del Kremlin al asesinato del general iraní Qassim Soleimani el pasado viernes en un ataque selectivo lanzado por EEUU en Irak. Rusia, opinan dichos analistas, solo intervendría si percibe que la existencia de su vecino del flanco sur y también aliado se halla comprometida, y en ningún caso contempla la posibilidad de enviar tropas al país persa. 

"Moscú se va a contener; descarto por completo que Rusia llegue a enviar tropas" en el caso de que la crisis entre ambos países se intensifique, ha asegurado a EL PERIÓDICO <strong>Alekséi Malashenko</strong>, experto ruso en temas de Oriente Próximo y exdirector del Centro Carnegie de Moscú. En su opinión, el asesinato de Soleimani ha colocado a Rusia en una cómoda posición de cara a su reputación en la zona como potencia extranjera frente a EEUU. "Los musulmanes perciben el asesinato (de Soleimani) como una nueva falta de respeto", ha subraya telefónicamente el analista.

Los pronunciamientos hasta la fecha realizados por los dirigentes rusos van en este sentido. EEUU ha realizado un acto propio de una "potencia que no obedece a la legalidad", ha destacado el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.  Que un estado miembro de la ONU mate a altos oficiales de otro estado miembro de la ONU en territorio de un tercer país "viola de forma flagrante del derecho internacional y merece una condena", ha continuado el responsable político ruso. 

Sólida alianza

Rusia e Irán han fraguado en los últimos años una sólida alianza basada en los intereses, más que en los valores, en la que las sanciones decretadas por Occidente contra ambos países ha ejercido una función de catalizador. En el 2015, en un ambiente de euforia por el acuerdo sobre el programa nuclear iraní, el presidente ruso puso fin al embargo de armas y vendió las avanzadas baterías de misiles tierra-aire S-300. En el año siguiente, se plasmó un acuerdo para la envío de helicópterosaviones de combate y sistemas de artillería por valor de 10.000 millones de dólares.

El comercio bilateral entre ambos países se incrementa año tras año, habida cuenta de las restricciones punitivas que pesan sobre sus intercambios con Europa y EEUU.  En el 2018, Teherán firmó un acuerdo de libre comercio con la Unión Económica Euroasiática, la alianza económica impulsada por Moscú y su presidente, Vladímir Putin, que agrupa a varias exrepúblicas soviéticas y pretende rivalizar con la Unión Europea en el continente.   

Pese a esta proximidad fruto de la coyuntura internacional, las crisis y los sobresaltos no han estado tampoco ausentes en las relaciones entre ambos países. En agosto del 2016, Rusia desveló que sus bombarderos estratégicoTupolev Tu-22M3 habían utilizado una base aérea iraní para atacar objetivos en Siria, aunque pocos días después dicho permiso fue revocado por Teherán, que acusó a su aliado de "traicionar su confianza" por haber aireado de forma ostensible tal privilegio. Durante la guerra en Siria, Rusia ha permitido que Israel, inquieto por la presencia de grupos como los Guardas Revolucionarios en el país vecino, atacara objetivos iranís presentes en territorio de Bashar el Asad sin ser molestados por las potentes baterías antiaéreas rusas.