Durante las últimas semanas el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, manifestó su preocupación a parlamentarios cercanos sobre su temor a que su hijo mayor, el actual senador Flávio Bolsonaro, vuelva a ser investigado en la causa de corrupción que lo involucra, así como al ex policía Fabrício Queiroz, un viejo amigo de Bolsonaro padre.

De acuerdo a la información que obtuvo Folha de São Paulo, el mandatario ultraderechista esperaba que las órdenes de búsqueda de información dictadas por el Ministerio Público de Río de Janeiro se llevaran adelante el año que viene. Diputados y senadores que hablaron con el medio paulista comentaron que Bolsonaro tenía miedo de que su hijo fuera preso: esa fue su principal preocupación en estos últimos días del año. “De cada diez temas que hablaba, dos eran sobre la situación de su hijo”, declaró una de las fuentes.

Según informó la revista Fórum, el comportamiento de Bolsonaro en los últimos días reveló que tenía pleno conocimiento de la gravedad de la situación judicial de su primogénito. El presidente se reunió dos días seguidos con el abogado de su hijo, Frederick Wassef, y uno de los encuentros se llevó a cabo el sábado 14 en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial, ubicada en Brasilia. En la noche del lunes, Flávio visitó a su padre en la Alvorada y el miércoles, día en el que se reactivó la investigación llevada adelante por la Justicia del estado de Río de Janeiro, volvió a reunirse con su padre en la residencia presidencial.

De todas maneras, el mandatario le restó importancia al tema y este jueves deslindó cualquier vínculo personal en esta causa durante un breve contacto con los medios. Cuando le preguntaron sobre la situación de su hijo, respondió: “Brasil es mucho más grande que estos pequeños problemas. Yo hablo por mí. Por los problemas míos me pueden preguntar y yo respondo. De los otros no, no tengo nada que ver con eso”, afirmó, al tiempo que recomendó a los medios contactarse con el abogado de su hijo.