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El ucranio que intentó hundir el yate de su jefe ruso en Mallorca: “Mi país es más importante que mi trabajo. Me voy a Ucrania a luchar”

El jefe de máquinas del ‘Lady Anastasia’ asegura que quería vengarse de su empleador, dedicado a la venta de armas al Gobierno de Putin, tras ver el ataque con un misil a un edificio de viviendas de Kiev

Tara Ostapchuk, en el aeropuerto de Palma de Mallorca. En vídeo, entrevista al exempleado del yate 'Lady Anastasia'.Foto: Francisco Ubilla | Vídeo: VIRGINIA MARTÍNEZ / CARLOS MARTÍNEZ

Taras Ostapchuk, de nacionalidad ucrania y 55 años, atiende al teléfono este lunes con prisa. Pasó la noche del sábado al domingo en los calabozos de la Guardia Civil de Calvià (Mallorca) y el domingo quedó en libertad con cargos tras comparecer en el juzgado de guardia por abrir una vía de agua en el yate Lady Anastasia con la intención de hundirlo en la marina de Port Adriano. Ante el juez explicó que pretendía vengarse de su jefe, un empresario ruso que, afirma, es el propietario de un holding dedicado a la venta de material militar al Gobierno de Vladímir Putin. Las imágenes que vio en internet sobre un ataque con un misil ruso a un edificio de viviendas residenciales en Kiev, muy parecido al que alberga su apartamento, le llevó a pensar que el armamento podría estar suministrado por el propietario del yate en el que trabaja desde hace diez años. Ahora ha decidido regresar a su país para luchar al lado de sus compatriotas.

“Hace dos días vi a través de internet una información sobre un ataque con misil en un edificio de viviendas en Kiev y yo vivo en un edificio muy parecido en la ciudad, muy parecido. Esa información fue muy fuerte y me pregunté a mí mismo: ¿Qué debo hacer, seguir trabajando o luchar por mi país? Decidí que mi país es más importante que mi trabajo” afirma en un inglés atropellado. Ostapchuk entró en la sala de máquinas de la embarcación el sábado por la mañana para abrir varias válvulas y provocar una vía de agua que llevara el barco al fondo del puerto, aunque antes avisó al resto de la tripulación para que abandonaran la embarcación. Sus compañeros, también ucranios, llamaron a la Guardia Civil, que se personó en el dique y detuvo al jefe de máquinas de la embarcación. El yate sufrió daños en la sala de máquinas aunque no llegó a hundirse.

Ostapchuk no se arrepiente de lo que hizo. Afirma que el propietario de la embarcación dirige un conglomerado empresarial que está vendiendo armas y material militar al régimen de Vladímir Putin. Ahora, está decidido a regresar a su país. “Hoy después de comer volaré a Polonia porque no puedo ir a Ucrania, ya que su espacio aéreo está cerrado. Después de llegar a Polonia, cogeré un tren o un autobús para ir a Ucrania. No sé a dónde iré porque todas las carreteras están bloqueadas. Intentaré ir a Kiev, pero no ahora” dice. Tiene un hijo y afirma que su familia, que reside en Kiev, está desde hace días en un lugar seguro.

Está decidido a tomar partido en la lucha contra la ocupación rusa, a pesar de que como muchos de sus compatriotas nunca ha empuñado un arma. “Mi plan es luchar contra ellos. No sé cómo voy a luchar porque nunca lo he hecho” afirma convencido. Dice que no tiene miedo a enfrentarse a lo que pueda ocurrir a pesar de que no tiene experiencia militar de ningún tipo. “Nunca he servido en el Ejército, soy un marinero. Pero sí, estoy preparado para luchar contra ellos” afirma convencido.

Ostapchuk quedó en libertad con cargos por un presunto delito de daños tras comparecer el domingo en el juzgado de guardia. Ante el juez afirmó que lleva diez años trabajando en el Lady Anastasia y que el propietario de facto de la embarcación es el ciudadano ruso Alexander Mijeev, jefe de una corporación de helicópteros rusos que producen principalmente equipamiento militar y que en 2016 fue ascendido “a una corporación que vende armas a nivel mundial formando un holding llamado Rostec”. La Guardia Civil trata de aclarar quién es el propietario del barco, ya que figura a nombre de una empresa. El Lady Anastasia se construyó en 2001, tiene capacidad para 10 personas en cinco camarotes y bandera de San Vicente y las Granadinas, una isla del Caribe. Es una gran embarcación de 48 metros de eslora valorada en siete millones de euros.

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