Editorial

El gobierno encarece los costos del trigo

A retenciones y brecha cambiaria se suman ahora medidas destinadas a la importación que ponen en severo riesgo la futura siembra del cereal. Ventas de fertilizantes paralizadas y a las puertas de inevitables incrementos de precios.

Claudio Gianni
2 de Abril de 2023

La necesidad del gobierno por tapar agujeros y llegar a las PASO a como dé lugar acaba de escribir un nuevo capítulo, justo cuando hay que salir de la debacle de la campaña 2022/23 con el capital de trabajo dinamitado y pocas chances de financiamiento. Una reciente resolución de la AFIP encarece el costo de gran parte de las importaciones que se realizan en el país, entre ellas las de insumos clave para la temporada de cultivo que se inicia.

Por un lado, los importadores deberán ingresar un 6% en concepto de percepciones de Ganancias, incluso si la declaración jurada que van a presentar por el período fiscal terminase arrojando un saldo favorable. En cuanto al IVA, tendrán que adelantar una percepción del 20% si los productos que importan están gravados al 21% y del 10% si están gravados al 10,5%. Es plata que ingresa ahora pero no podrá ser computada hasta el noveno período fiscal posterior a la fecha del despacho de importación. Es decir, el aportante al Fisco habrá perdido el 80% del valor de ese dinero dada la brutal inflación que castiga al país.

Hay una confiscación y también una enorme carga financiera para los afectados. El cálculo que hacen los importadores es que a partir de las nuevas percepciones, la carga total bordeará el 48,5%. El objetivo del gobierno sería aumentar las restricciones a las importaciones ante la falta de dólares y, en segundo lugar, recaudar más, desde luego. No se descarta una ola de reclamos judiciales ante un escenario que para los importadores se cierra peligrosamente.

En lo que se refiere al agro impactará en mayores precios de los insumos importados (fertilizantes y fitosanitarios) que conforman una parte sustancial de los costos de producción de los diferentes cultivos, así como en diversos insumos importados que requiere la maquinaria que emplea el campo. Se sabe, la cadena traslada aguas arriba cualquier mayor costo. Todo en medio de estructuras arrasadas por las consecuencias de la seca.

La voz de alerta la dio una empresa de fertilizantes, que avisó que le ponía candado a las ventas ante medidas ligadas a la importación que hacen imposible el negocio. Otras igualmente importantes la siguieron. Se mencionan subas para este insumo de entre 16% y 27% en dólares, siempre y cuando se consiga. Todo en plena recta final para implantar el trigo y tratar de ir por la revancha después de haber perdido con la gruesa.

La industria de fertilizantes y fitosanitarios salió inmediatamente a avisar que estos costos aumentados se suman a la complejidad y lentitud en las aprobaciones de las SIRA. Reclama mantener la excepción de la cual gozaban fitosanitarios y fertilizantes antes de esta cuestionada resolución, de modo de evitar la poco feliz alternativa de levantarle los costos a un productor que viene con los bolsillos vacíos.
Hay que recordar que la producción local abastece 1,8 millones de toneladas de fertilizantes, sobre un total consumido de 4,8 millones de toneladas en 2022, siendo real la necesidad de traer productos finales para el desarrollo de la actividad.
Además del daño económico que perjudica a los alcanzados por la medida, hay que computar el golpe sobre la disponibilidad de bienes -como en el caso de los fertilizantes, muchos negocios van a pisar el freno-, al tiempo que el impacto sobre esta inflación en llamas será ineludible.

Ya antes el sector tecnológico había pagado las consecuencias de una mala idea similar. O mejor dicho toda la población paga los platos rotos con la reinstalación reciente del 16% en el arancel a gran parte de las notebooks, que sin dudas tendrá un inevitable efecto derrame sobre el resto de los avances de este tipo. Durante marzo, el valor de esos dispositivos aumentó al menos un 70%. Imaginemos cómo sigue esta historia.

Los precios de los insumos del agro están condenados a encarecerse, justo lo que menos necesita un sector que viene escorado a babor. Si no hay un cambio de temperamento puede ser el golpe de gracia para más de uno.

La obstinación en no tocar el gasto ni depreciar en serio una moneda deshilachada y en coma, sigue teniendo consecuencias que mantienen contra las cuerdas a nuestra economía.

Tiene mucho aroma a un "quemar las naves". En el caso del trigo, será cosechado con otro gobierno; quizás a la actual Adminsitración lo que menos le preocupa es hasta qué punto puede dañar los números del productor en esa circunstancia. Gobernantes desesperados por salvar su pálido presente seguramente no tienen en el radar las consecuencias de un futuro de menores cosechas y pobreza creciente.

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