Sergio Massa se desayunó que el precio del tomate redondo saltó casi 64% en abril y la naranja, 19,8%. Y esta vez su equipo no le puede echar la culpa a Nahuel Levaggi, el ahora ex presidente del Mercado Central, referente de la Unión de Trabajadores de la Tierra con más vínculos con Juan Grabois que con el kirchnerismo de La Matanza y que estuvo en el cargo hasta principios de abril.
El organismo fue intervenido desde entonces por Jonatan Ambrosio, que responde a La Cámpora. Los precios no se enteraron.
Lo cierto es que en Economía dicen haber “descubierto que los importadores de frutas como Dole y Tropical Argentina acceden al dólar oficial y ponen los precios al blue”. Hay más reproches hacia los importadores de papa y batata desde Brasil.
Los llamados precios de productos estacionales subieron 12,8% en promedio en abril impulsando al sector de alimentos y bebidas que anotó 10,8% y a su vez superó el escandaloso índice del mes de 8,4%.
Las medias imaginadas por Massa van desde una mayor apertura importadora para que “se compita con los productos locales” al perdón a los puesteros del pago del canon por 90 días.
Todo, en medio de amenazas de controles por parte de la AFIP y la seguridad social ante la sospecha de que abundan las operaciones en negro. En el Central, que recibe unos 10.000 compradores diarios, reina el efectivo.
Para el experto y comercializador Mariano Winograd estas son “iniciativas inconducentes en un ente que se mueve por la oferta y la demanda y que este año sufrió una fuerte merma en la oferta por culpa de la sequía”.
El Mercado Central mueve 1,8 millones de toneladas de frutas y hortalizas por año en un país que consume unas 5 millones. Su rol en la comercialización se extiende a Bahía Blanca y Rosario. En los últimos tiempos supermercados y ferias compran directamente a los quinteros, pero aún es escaso ese volumen.
Entre tanto, y pese a que la Ciudad de Buenos Aires tiene su representante, el estado del Mercado Central revela deterioro y abandono con baches tamaño cráter en el acceso por Camino Negro, la suciedad en las calles y aún se espera una renovación tecnológica que nunca llegó.
Eso sí, hay dos universos bien diferenciados. En el cordón externo aparecen depósitos y centros de logística de primer mundo que pertenecen a Mercado Libre, Coca Cola y Quilmes, entre otras firmas.
En las numerosas calles de ese predio de 500 hectáreas inaugurado en 1984 por Raúl Alfonsín van los changarines llevando en los carros cajones apilados con los pedidos. Otro síntoma de atraso. En la mayoría de los países los cajones tienen código de barra y se transportan en pallets automáticos.
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