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El reto de salvar los árboles que se extinguen en Antioquia

La fiebre maderera tiene 30 especies de árboles a punto de desaparecer, 9 de ellos endémicos de esta región.

  • La corporación Salvamontes Colombia trabaja en la recuperación del Almanegra de Ventanas, una especie endémica de Antioquia que solo tiene 25 ejemplares. FOTO CORTESÍA SALVAMONTES
    La corporación Salvamontes Colombia trabaja en la recuperación del Almanegra de Ventanas, una especie endémica de Antioquia que solo tiene 25 ejemplares. FOTO CORTESÍA SALVAMONTES
  • Centro de Conservación de La AguadaFOTO CORTESÍA CORANTIOQUIA
    Centro de Conservación de La Aguada
    FOTO CORTESÍA CORANTIOQUIA
El reto de salvar los árboles de Antioquia
22 de febrero de 2017
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Carlos Mauricio Mazo es un yarumaleño que desde hace más de un año se levanta con una sola preocupación: cómo salvar los únicos 25 árboles de la especie Almanegra de Ventanas que están en la región de Yarumal, Valdivia y Briceño en Antioquia.

“De esta especie no hay más individuos en el mundo”, comenta Mazo, líder de la Corporación Salvamontes, una ONG de 24 profesionales de la biología que tiene a su cuidado 8 especies en peligro crítico, varias de ellas que solo existen en Antioquia y que son importantes porque conservan las características de nuestros bosques, de llegar a desaparecer cambiaría el hogar y el alimento de decenas de animales, que podrían morir con esta alteración del ecosistema.

Los Salvamontes visitan tres veces al mes la reserva natural del bosque de niebla del alto de Ventanas, para hacer monitoreo de frutos y flores, recolectar las semillas de estos árboles y plantarlas en un vivero que ellos mismos construyeron en la reserva. Las ponen a germinar y cuando las plántulas alcanzan los 50 centímetros las siembran.

Su programa Salvando Magnolios busca recuperar los árboles de la familia Magnoliaceae, conocidos también como Almanegras, especies que solo hay en Antioquia y que están en peligro crítico. Árboles como el Almanegra de Ventanas, de Guatapé o el Gallinazo Morado, son algunos de ellos. El Alto de Ventanas, es una de las dos regiones de Antioquia, con mayor cantidades de especies endémicas y amenazadas, dice Mazo. Y agrega “del Almanegra de Guatapé tenemos 25 árboles de los 100 que pueden existir y del Gallinazo Morado 40 de los 1.000”.

Para proteger estas semillas, la Corporación Salvamontes construye mallas de alambre que protegen los frutos de las ardillas y murciélagos. Pero esa no es su única amenaza, la tala indiscriminada es su peor enemigo. “Nosotros trabajamos mucho con las comunidades del alto de Ventanas para que ellos mismos recuperen estas especies, las siembren y las reconozcan como icónicas de su región”, comenta este guardabosque.

La idea de este grupo es trabajar con un mínimo de 1.000 hectáreas y ayudar a construir corredores biológicos para conectar los fragmentos de bosques que hay disperos en esta región. “Uno de los problemas para la conservación es la fragmentación. Estos bosques están muy aislados, por lo que hay que generar conexión para que haya flujo de genes”, reconoce Mazo.

La fiebre maderera

En el mundo se calcula que hay unas 250.000 especies de plantas, siendo Colombia uno de los países con mayor diversidad. De esas, según afirma el Libro Rojo de las Plantas, “dos terceras partes estarán en peligro de extinción durante este siglo, a causa del incremento de la población, la deforestación, la destrucción del hábitat, la sobreexplotación y la expansión de la frontera agrícola”.

Juan Toro Murillo, coordinador del Grupo de Bosques y Biodiversidad de Corantioquia y uno de los colaboradores del Libro Rojo, dice que en Antioquia no hay evidencia de la desaparición total de una especie de árbol, pero sí algunas muy amenazadas, con poblaciones disminuidas hasta umbrales muy bajos. “Hay algunas en puntos de no retorno, condenadas a extinguirse si no se tomen medidas para su recuperación”, advierte.

Para Rodrigo Hoyos, doctor en biología de la Universidad de Michigan y líder del grupo de investigación en Biotecnología Vegetal de la Universidad Nacional de Medellín, la pregunta es ¿por qué están desapareciendo estas especies? El primer motivo, según Hoyos, es la sobreexplotación. Los árboles que se talan no vuelven a sembrarse debido a su lento crecimiento. Y sostiene que hay otras amenazas como el cambio climático. “Los guayabos y las palmas se están muriendo. No aguantan la sequía y el calor. Los polinizadores están migrando porque no hay agua. Y no hay semillas para que la naturaleza misma se propague”, explica.

Antioquia, es considerado en el Libro Rojo, como el departamento con mayor número de especies maderables amenazadas, debido a su gran extensión, pues abarca la cordillera de los Andes, el Chocó, el valle bajo del río Cauca y el valle medio del río Magdalena, regiones con la mayor diversidad de árboles en peligro de extinción.

“La mayor presión que han tenido estos árboles es la industria maderera. Es un interés de utilización en construcción, mueblería o soportes físicos. Los madereros han entrado a los bosques y han sacado de manera selectiva estas especies”, denuncia Luz Adriana Molina, subdirectora de Ecosistemas de Corantioquia. Según la experta, el tráfico de maderas es una de las situaciones más difíciles de controlar, pues identificar un tipo de árbol requiere una gran experticia. “Los traficantes hacen pasar maderas vedadas como comunes”, cuenta Molina.

En el último reporte del Ideam, Corantioquia aparece concentrando el 8% de la deforestación del país. Los principales focos: el Magdalena Medio y el Urabá. “En la zona del Atrato medio entre Antioquia y Chocó, está el Cativo. Una especie muy amenazada por la tala y donde el Estado no es capaz de llegar a controlar. Allí siguen aprovechando la madera de Cativo”, afirma Diego Arango, investigador de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional.

Este nivel de deforestación tiene en riesgo a 30 especies, 9 de ellas que solo están en Antioquia. “Sobre esas especies venimos haciendo un trabajo de árboles semilleros. Las semillas de estos árboles son entregadas a la Corporación por los guardabosques y tratadas en nuestros viveros de Corantioquia”, dice Molina.

Los custodios de semillas

Esa labor la acompaña Corantioquia con otras estrategias, como los custodios de semillas. Personas que en predios privados hacen conservación de estas especies. “Tenemos 10 parcelas donde hemos ido sembrando estos árboles para tratar de reproducir lo que fueron nuestros bosques en algún momento”, relata Molina.

Diego Higuera del área de Bosques del Ministerio de Medio Ambiente, reconoce que a partir del 2014 el Gobierno se ha tomado más en serio la realización de estudios y programas con la flora. “Realizamos un programa con cinco especies: el Abarco, el Cedro, La Caoba, el Canelo de los Andaquíes y el Palorosa”. Y confirmó que se actualizará la resolución que contiene todo el listado de especies amenazadas, con el fin de identificar estos árboles que cargan con todo el peso de la historia de nuestros bosques.

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