Revista Ecos de Asia

Odaliscas, superhéroes e hijos de la Guerra: Oriente Medio en viñetas

Aunque la realización y comercialización de historietas en el ámbito medio-oriental es un fenómeno que cuenta con cierto recorrido histórico, no ha sido hasta los últimos años cuando algunas de ellas han llegado a las estanterías y pantallas de la esfera occidental. Hasta aquel momento, la presencia de lo medio-oriental en “nuestro” universo del cómic se limitaba a algunas representaciones arquetípicas del Otro incluidas dentro de los grandes mercados tradicionales del cómic –el americano, el europeo, y en las últimas décadas, el japonés–. Como sucedió con muchas otras culturas, la presencia y representación de lo medio-oriental (habitualmente, árabe y musulmán) en el cómic y la iconosfera occidental fue limitada y estereotipada, limitándose muchas veces a la recreación de un pasado medieval épico y/o glorioso, aderezado con tonos fantasiosos (caso de los representados en sagas tan importantes como El Guerrero del Antifaz (1943-1966), de Manuel Gago, o El Capitán Trueno (1956-1968), de Víctor Mora Pujadas y Ambrós); el pasado califal fue también en muchas ocasiones motivo de humor, como sucede en el caso de la longeva –y todavía inacabada– serie de René Goscinny y Jean Tabary, Iznogud, protagonizada desde 1962 por el Gran Visir del Califa de Bagdad, que conspiraba constantemente contra su superior. En el ámbito anglosajón, las representaciones del mundo árabe fueron más limitadas aunque igualmente fantasiosas, estrechamente relacionadas con las producidas en el mundo del cine y el espectáculo.

Imágenes de El Capitán Trueno e Iznogud

Portada de Tintín en el País del Oro Negro

Por otra parte, existieron también relatos muy célebres ambientados en la historia reciente que permitían reflexionar, con mayor o menos realismo, sobre algunos tópicos relevantes como la Rebelión Árabe[1] o el surgimiento de  la economía del petróleo (Tintín en el país del oro negro, 1939-1950; Stock de coque, 1956-1958). La problemática actual de algunas regiones de Oriente Medio, como Iraq o Afganistán, ha sido utilizada igualmente en el cómic norteamericano comercial más reciente; en este sentido, podemos destacar las visitas de algunos destacados personajes de los X-Men, la Liga de la Justicia o Los Vengadores a los respectivos conflictos bélicos, así como la reubicación de los orígenes de Iron Man en Afganistán para su adaptación fílmica.

No obstante, a partir de este texto queremos señalar algunas de las generalidades principales que afectan a la historieta producida en los ámbitos próximo y medio-oriental, ya sea por parte de autores locales o de viajeros ocasionales; así, realizaremos un repaso general a sus principales temáticas, focos autorales y vías de distribución, para terminar comentando algunos aspectos transversales, como la representación de la mujer. Como tendremos ocasión de comentar, el cómic de ámbito medio-oriental (muchas veces inapropiadamente descrito como árabe o musulmán, cuando estas son apenas algunas de las posibilidades que ofrece) está viviendo uno de sus mejores momentos, tanto dentro como fuera de sus fronteras tradicionales, puesto que, al tiempo que muchos de sus autores comienzan a ser cada vez más reconocidos en el ámbito occidental –siendo merecedores de importantes galardones–, también se generalizan las editoriales y eventos especializados en cómic en Oriente Medio. Además, este fenómeno de expansión y consolidación está recibiendo gran atención mediática incluso en nuestro país, como demuestra la realización de una exposición sobre dicho tema, titulada “Cálamos y viñetas. Cómic árabe en movimiento”, que tuvo lugar en la Casa Árabe de Madrid el pasado año.

Cartel de la exposición de Casa Árabe

Como hemos mencionado, resulta del todo incorrecto referirse a los materiales de este fenómeno como “cómic árabe” o “cómic musulmán”, pues apenas son estas algunas de las posibilidades que ofrece. Así, debemos señalar la importancia de diferentes focos autorales regionales, que no necesariamente coinciden con las variedades temáticas de la historieta, máxime cuando muchos de estos autores –especialmente, los iraníes, afganos, palestinos y sirios– trabajan desde las diásporas, operando desde países como Francia, Estados Unidos, Reino Unido o Líbano. Fuera de nuestro ámbito de estudio, pero en estrecha conexión temática y procesual, es importante destacar los focos del norte de África, como Argelia, Túnez y, sobre todo, El Cairo, que funciona –literal y literariamente– como la puerta del cómic en Medio Oriente, siendo el más importante foco de producción y distribución de cómic tanto vernáculo como extranjero. Dentro del propio territorio asiático, es importante destacar los focos de Jordania, Kuwait y Pakistán, pero especialmente de Líbano, cuya capital Beirut, ha sido acertadamente descrita como “Comic city” –Jorj A. Mhaya se referiría, en una de sus viñetas a Beirut como “la Gotham real” –, y constituye el foco principal de actividades y autores, reuniendo a nombres tan importantes como Zeina Abirached, Raphaelle Macaron, Joumana Medlej, Mazen Kerbaj,[2] Lena Merhej, Jorj A. Mhaya, Omar Khouri, Jana Trabouli, Joseph Kai y a iniciativas tan importantes como la de la revista Samandal.

 

Portada de Kabul Disco I, de Nicolas Wild.

Por otro lado, existen autores viajeros “netamente extranjeros” que han tratado con gran acierto y reconocimiento algunos de los temas candentes sobre Medio Oriente, como el canadiense Guy Delisle –más conocido por sus experiencias en Extremo Oriente–[3] o el francés Nicolas Wild, formado en su país natal pero que ha vivido también en Bélgica,  Afganistán, Irán, Líbano y Bután. Participante en causas humanitarias para el canal Arte y las Alianzas Francesas, ha publicado sus aventuras en forma gráfica a partir de un interesante blog y de algunas novelas gráficas, entre las que sobresalen Kabul Disco I: cómo no fui secuestrado en Afganistán (2007) y Kabul Disco II: cómo no me enganché al opio en Afganistán (2008), en las que relata sus aventuras como dibujante en la capital afgana junto a un grupo de expatriados.

Precisamente por la abundancia de autores viajeros y expatriados, los focos autorales no coinciden necesariamente con las principales temáticas del cómic medio-oriental. Dentro de las principales líneas temáticas, podemos encontrar la temática bélica, la denuncia social –especialmente en regímenes represivos–, la vida cotidiana y el último gran protagonista, el cómic de superhéroes, aunque con frecuencia estas líneas se entremezclan y combinan con gran maestría.

Portada de El Juego de las golondrinas, de Zeina Abirached, sobre la Guerra Civil del Líbano.

Mientras que la temática más abundante, en términos cuantitativos, es aquella de la vida cotidiana, no en pocas ocasiones va unida al relato de supervivencia durante conflictos bélicos. Algunos de los más y mejor representados han sido la Guerra entre Irán e Iraq (Satrapi), la Guerra Civil del Líbano (Abirached), mientras que las dos Guerras del Golfo y la Guerra ruso-afgana también han recibido notable atención, especialmente por parte del cómic extranjero –como sucede con las peculiares Los Leones de Bagdad (2006), de Brian K. Vaughan, o El fotógrafo (2003-2006), de Emmanuel Guibert y Didier Lefèvre–.

Directamente unida a esta, otra de las principales temáticas es la de los regímenes represivos y la vida cotidiana bajo la privación de libertades: son numerosas las obras ambientadas en la República Islámica de Irán (desde el régimen de Jomeini al de Jamenei, con autores como Satrapi o Neyestani), bajo el dominio talibán en Afganistán o Pakistán (Rashid, Wild) y todavía más numerosas son las dedicadas a la convivencia entre palestinos e israelíes, además de prestarse cierta atención a asuntos relativos a Siria (Sattouf, Nourallah) y Turquía; conforme a los últimos acontecimientos, un tema que gana cada vez más relevancias es el del islamismo y el terrorismo islámico.

Satrapi junto a su autorretrato en Persépolis, su obra más conocida.

Riad Sattouf junto a su autorretato infantil de El árabe del Futuro.

Portada del IV tomo de “Malaak, ángel de la paz”, de Joumana Medlej

Pero, sin duda, una de las temáticas que ha disparado las ventas del cómic medio-oriental es la temática de superhéroes, que en un principio fue directamente importada de Estados Unidos; téngase en cuenta que incluso algunas de las principales editoriales, como la egipcia AK comics o la kuwaití Teshkeel Comics fueron creadas para la distribución del cómic de superhéroes norteamericano. No obstante, la producción de superhéroes locales ha sido tardía pero efectiva, pues pronto se comprendieron las múltiples posibilidades didácticas de la misma. Por ejemplo, uno de los primeros trabajos relevantes del ya mencionado Nicolas Wild fue cuando –a instancias del nuevo gobierno afgano post-talibán–, viajó a Kabul para diseñar libros de texto ilustrados, para los que diseñó al primer superhéroe afgano y musulmán, Mir Watan, que advertía a los locales de los peligros del cultivo del opio. Otra de las pioneras en este campo fue la libanesa Joumana Medlej, creadora de la superheroína musulmana Malaak, protagonista de “Malaak, ángel de la paz” (2006-…), que ya cuenta con varios volúmenes publicados de manera gratuita en internet.[4]

No obstante, los superhéroes que dominan el mercado medio-oriental son los protagonistas de las grandes franquicias multi-plataforma, que proponen una serie de tramas que pueden ser disfrutadas a partir no solo de los propios cómics –disponibles, muchas veces, en formato digital– sino también a partir de plataformas webs y contenidos en televisión, incluyendo series animadas y juegos online. Aunque la fama de The 99 puede hacer parecer a Naif Al-Mutawa el pionero de los superhéroes musulmanes, lo cierto es que este mérito corresponde al jordano Suleiman Bakhit, que en 2006 fundó Aranim Media Factory, una plataforma de cómics y juegos online protagonizada por superhéroes árabes y musulmanes que combatían el terrorismo y el integrismo, y que tuvo gran difusión en Jordania, también a nivel escolar.

Ilustración de grupo de The 99, grupo estrella de Teskeel Cómics

Como mencionábamos, el kuwaití Naif Al-Mutawa, creó en 2007 la editorial Teshkeel Comics, destinada a comercializar cómic americano pero que muy pronto lanzó su propio producto estrella: The 99. A la manera de los X-Men de Marvel, Al-Mutawa concibió un  creciente grupo de superhéroes –tanto musulmanes como afines al Islam– de diferentes sexos, edades y orígenes culturales, que luchaban contra el mal gracias a una serie de superpoderes otorgados por las piedras de la sabiduría, en la que los estudiosos de Bagdad habían protegido el ancestral conocimiento literario de la destrucción de la ciudad por el ilkanato mongol. Los orígenes y aventuras del grupo de superhéroes –que reciben sus nombres de batalla de los 99 nombres sublimes de Dios– se relatan a través de una serie de cómics –que ya va por los 47 volúmenes, además de un crossover realizado con la Liga de la Justicia de América de D.C. Comics–  y una serie animada de televisión; tanto los diferentes cómics, como la serie animada y toda una serie de juegos están disponibles también online, tanto en árabe como en inglés, lo que sin duda ha facilitado su éxito y expansión.

Por otra parte, y aunque este esté carente de cómic al uso, no podemos evitar mencionar el análogo éxito de la superheroína pashtún Burka Avenger (“la vengadora del burka”), creada por la estrella del pop y hip hop pakistaní Haroon Rashid. Burka Avenger –producida en urdu por Unicorn Black Studios– se convirtió en 2013 en la primera serie animada de Pakistán, distribuyéndose tanto televisivamente como en formato digital, en el que está acompañada de múltiples juegos infantiles. Dirigida a un público de corta edad, y ambientadas en la el ficticia Halwapur –una ciudad mediana situada en la región de las Áreas Tribales, limítrofe con Afganistán–, la serie cuenta la historia de un grupo de niños y su maestra Jiya, que de noche se convierte en la vengadora del burka, que combate con artes marciales además de con libros y lápices –literalmente– a un grupo talibán que intentan hacerse con el poder de la región.

La maestra Jiya y su alter ego, Burka Avenger.

Como bien se explicaba en la exposición de Casa Árabe, una de las principales dificultades con las que cuenta el cómic medio-oriental, y que está cambiando a pasos agigantados, es la inexistencia de una red sólida de vías de distribución tradicionales, como pueden ser revistas y editoriales especializadas, algo que afecta no solo a las posibilidades de los autores locales sino a la distribución general de la historieta extranjera. Cuando estas editoriales existen, son casi siempre de muy reciente creación y/o suelen estar focalizadas en un género muy determinado; entre las más relevantes podemos citas editoriales como la siria Khawam, la libanesa Dar Onboz, la kuwaití Teshkeel Comics, o la egipcia AK comics, además de los libros editados desde la revista Samandal, o loables iniciativas como la de Books for Syria; dentro de esta última debemos destacar la obra de la ilustradora Sawsan Nourallah, “La tienda volante” (2014).

Diferentes ediciones de Samandal Cómics

Dentro de las escasas revistas especializadas, sin duda la más interesante fue la revista libanesa Samandal, y que tuvo una corta pero intensa vida entre 2007 y 2009, cuando fue censurada.[5] Editada por la libanesa Lena Merhej –autora de obras tan interesantes como ‘Yogurt con mermelada o cómo mi madre se hizo libanesa’ (2011)– publicó quince números y dos antologías, en los que participaron autores como Omar Khouri, Joseph Kai, Raphaelle Macaron o Jana Trabouli, además de la propia Merhej. En palabras de su autora, “Samandal fue creada para abrir un espacio de discurso alternativo, con debates más ricos en cuanto a la lengua y con matices sobre lo sutil del mundo que nos rodea (…)”.[6] Por otro lado, es importante destacar que incluso en zonas en constante conflicto, como Palestina –un lugar con poca tradición historietística– o Siria, han llegado a surgir iniciativas de revistas, que deben realizar su andadura y distribución a partir de internet: tal es el caso de la revista palestina Barem, autofinanciada por un grupo de artistas que trabajan en la franja de Gaza y que comenzó su andadura en 2014, publicando en árabe a través de su propia web y de la plataforma Issu.com, o de la siria TeenBaal, una revista de temática variada en árabe dirigida al público infantil y adolescente, que funciona a través de Facebook y de su propia web.

En definitiva, esta tercera vía -la digital- es la que se está configurando como verdadera e innovadora plataforma de distribución, permitiendo sortear, en muchas ocasiones, las limitaciones geográficas, económicas, censoras e incluso idiomáticas. Además de unas cuantas webs especializadas –entre las que sobresale Muslimmanga.org–, muchos autores comparten sus producciones en sus perfiles en redes sociales, tanto en algunas más generales como Facebook o Tumblr como en plataformas especializadas, como Behance o Deviant Art.

Como puede intuirse, la distribución y/o éxito de la obra de los autores medio-orientales está, en muchas ocasiones, ligada al idioma utilizado en sus obras, que amplían, limitan y/o dirigen su público potencial. Así, los autores que han conseguido calar en Occidente lo han hecho porque publicaban en idiomas como el inglés y el francés –que generan no solo un mayor impacto sino que facilitan las posteriores traducciones a otros idiomas–, fenómeno producido por motivos diversos (haber nacido fuera, haberse exiliado por motivos profesionales y/o políticos), y porque combinaban en sus narraciones las vivencias personales con temas de gran importancia histórica y social, como las mencionadas temáticas bélicas y de los regímenes dictatoriales. Tal es el caso de algunos autores expatriados, como los iraníes como Marjane Satrapi y Mana Neyestani o la libanesa Zeina Abirached.

Nacida en Rahst, Marjane Satrapi fue enviada durante su juventud a estudiar a Viena, y más tarde estudió Bellas Artes en la Universidad de Teherán antes de asentase definitivamente en Francia en 1994 y continuar con su educación artística. Perteneciente a una familia occidentalizante de clase alta en Teherán, contraria al gobierno Palehvi y al régimen islamista, es altamente reconocida por una serie de novelas gráficas de inspiración autobiográfica y/o histórica –como Persépolis (2000-2003)[7] y Pollo con ciruelas (2004)–,[8] publicadas originalmente en francés, que han sido traducidas a numerosos idiomas y que, en algunos casos, han sido llevadas al cine. Además, ha ilustrado varios cuentos infantiles.[9] Viñetas e historias sobre la represión más estrictamente contemporánea nos han llegado por parte del iraní Mana Neyestani, colaborador habitual de numerosos diarios de corte progresista en farsi, y autor de la saga “Las aventuras de Mr. Ka” –parcialmente censurada en Irán–, quien, acusado de racismo contra la etnia azerí, fue enviado a la prisión de Evín –destino habitual de presos políticos–, y como resultado de su experiencia publicó (ya asentado en Francia) Una metamorfosis iraní (2012). Francia fue también el destino, esta vez académico y no forzoso, de Zeina Abirached, nacida en una familia cristiana de clase media de Beirut y afincada en Francia desde 2004. Autora de numerosas obras publicadas en francés, como “Beirut-Catarsis” (2006), “38, calle Youssef Semaani” (2006) –ambientadas en la reciente Guerra del Líbano–, son especialmente famosas El juego de las golondrinas (2007) y Me acuerdo, Beirut (2009), novelas autobiográficas ambientadas en el Beirut de la Línea Verde durante la Guerra Civil del Líbano y la ocupación israelí. Recientemente publicó “El piano oriental” (2015), que premio Fénix y fue selección oficial del Festival de Angulema.

El iraní Mana Neyestani, junto a algunos de sus personajes

Sin embargo, otros autores, como la palestino-americana Leila Abdelrazaq o el franco-sirio Riad Sattouf nacieron directamente en la diáspora. Abdelrazaq, nacida y educada en Estados Unidos, es una historietista y activista por la causa palestina y muy activa a partir de talles y de internet, es hija de un matrimonio palestino que emigró tras la Guerra árabo-israelí (1948); basado en la experiencia paterna, recientemente publicó la novela gráfica Baddawi (2015), ambientada en el homónimo campo de refugiados del norte de Líbano. Por otro lado, Riad Sattouf, de familia franco-siria pero ya nacido en Francia, era ya un historietista y creativo de éxito[10] antes de publicar sus irónicas memorias infantiles bajo el nombre de El árabe del futuro (2015), un álbum en el que relata las experiencias de niñez y juventud del autor en la Francia de Pompidou, la Libia de Gadafi y la Siria de Hafez Al- Assad, que ganó el premio al Mejor Álbum en el Festival de Angulema.[11]

Leila Abdelrazaq junto a su obra autobiográfica

Otro aspecto importante a tener en cuenta es resaltar la presencia e influencia formal de diferentes estilos dibujísticos; mientras que hay autores que denotan una clara influencia de la plástica europea independiente, como Satrapi, Abirached o Neyestani, otros autores demuestran una clara influencia del cómic de superhéroes norteamericano, como A-Mutawa o los casi anónimos autores de DZ Cómics. Por último, no podemos olvidarnos de la reciente influencia y expansión del manganime dentro del ámbito medio-oriental, lo que ha generado una joven generación de autores ya curtidos en la influencia de la estética japonesa, especialmente en el norte de África.[12] Dentro del ámbito que nos ocupa, es importante mencionar, dentro de esta corriente, a autores como los jordanos Dee Jusan y Ahmad Qatato o la mangaka saudí freelance Sama H. Kamil, pero especialmente, al emiratí Qais Sedki, que en 2010 comenzó a publicar el manga “Anillo Dorado” –el primero producido en Emiratos Árabes Unidos–, una historia juvenil sobre el tradicional arte de la cetrería y escrita en árabe clásico.[13]

Qais Sedki junto al duo Akira Himekawa

En cuanto al aspecto de la presencia de la temática religiosa, no puede considerarse en absoluto que el cómic medio-oriental esté estrechamente ligado a la misma. Lógicamente, al estar usualmente ambientado en sociedades en los que la religión tiene una presencia significativa en la esfera pública, esta temática suele ser más relevante que en la historieta producida en otros ámbitos. No obstante, tenemos que tener en cuenta que en nuestro análisis consideramos a autores tanto musulmanes como cristianos, tanto practicantes de relativa ortodoxia como de carácter más liberal; en este sentido, tampoco debemos olvidar la presencia de autores que realizan un cómic claramente religioso (Al-Mutawa, Medlej), mientras que otros, como Satrapi o Satouff, podrían entrar en un ámbito decididamente “iconoclasta”.[14] Por otro lado, aunque la mayoría de producciones se nutren de la cultura islámica para su ambientación, muchas se valen de la ambientación cultural sin hacer propaganda o exégesis, o bien subvierten algunos elementos culturales relevantes (como el burka y otros tipos de cubrición femenina); sin embargo, otras tantas se ocupan de otras religiones (como puede ser Cristianismo, el Judaísmo o el Zoroastrismo),[15] mientras que en algunas se omite por completo el aspecto religioso.

En cuanto a la representación de la mujer, y más específicamente, de la mujer según el precepto del hijab, existen también posiciones muy diferentes al respecto. Aunque la mayoría de autores han coincidido en no representar a la mujer de forma altamente sexual, los diferentes modos de cubrición femenina han generado –como sucede en el mundo real– la correspondiente controversia. Mientras que hay autores, como Satrapi, que han criticado violentamente la imposición del velo desde la defensa de los derechos de la mujer, existen autores que promueven un cómic hijabí y feminista.[16] La tradicional vestimenta, apretada y provocativa de los superhéroes –apta para los movimientos bruscos y atléticos– ha conllevado igualmente grandes polémicas, adoptándose diferentes soluciones al respecto: mientras que existen cómics religiosos, como The 99, en el que las protagonistas femeninas presentan diferentes tipos de uniforme (más o menos apretado, mostrando, o no, su cabello y/o su rostro), otros como Malaak…, han optado por un uniforme ceñido, en el que no se muestra el cabello. Por otro lado, la representación abiertamente sexualizada –a la manera americana– de muchas de las protagonistas femeninas de AZ Comics, como Aya, le ha valido la censura de algunas imágenes y viñetas en Egipto; por su parte, los creadores de la nueva Miss Marvel (Kamala Khan, estadounidense de padres pakistaníes) hicieron que esta se diseñara con un uniforme menos provocativo a partir de su burkini, guardando una estrechan similitud con el shalwar kameez. En cuanto a otros modelos de cubrición más polémicos, como el burka o el niqab, estos han sido igualmente abordados de manera diversa. Aunque su uso es abiertamente criticado en Occidente, un personaje niqabí (Dust /Sooraya Qadir, una joven afgana rescatada por Lobezno) se incluyó entre las jóvenes New X-Men en 2002; dentro de su amplia variedad representativa, The 99, también presentó a un personaje con niqab (Batina, la oculta -no sin cierta ironía). Por otro lado, existen autores, como Rashid, quienes han dado la vuelta al tradicional sentido de los mismos, aunque se han valido del poderoso carácter polémico del mismo: Burka Avenger, lleva en realidad, una suerte de niqab más ceñido, propio más bien de ninjas que de mujeres pashtunes, que le sirve para mantener su anonimato ante los enemigos, y no para aparentar modestia; de hecho, en su día a día, su portadora trabaja como maestra a cabeza descubierta, sin llevar si quiera la tradicional dupatta.

Kamala Khan, Miss Marvel, con su burkini adaptado

En definitiva, a lo largo de todo el texto, hemos podido ver cómo, desafiando las tradicionales nociones heteropatriarcales históricas, tanto en los países emisores como receptores del cómic medio-oriental, el factor femenino se erige como el principal de buena parte de las obras mencionadas. Por “extraño”[17] que pueda parecer, las autoras y editoras sobrepasan en número –y en muchas ocasiones, también en fama y calidad– a los autores masculinos, que muchas veces producen personajes femeninos igualmente interesantes. Esta tendencia, ya sea mediante la transmisión de la experiencia personal y de la memoria, o mediante la generación de personajes ficticios que luchan contra las injusticias (las superheroínas musulmanas superan en número y difusión a los superhéroes), nos habla, como bien mencionaba Lena Merhej –la editora independiente más relevante–, de algunas de las tácticas y posiciones de empoderamiento producidas en este ocaso de las fugaces Primaveras árabes: “Somos muchas las que dibujamos nuestras historias para encontrar espacios de expresión libres. Sabemos lo que queremos y estoy segura de que lo conseguiremos.”[18]

Viñeta de Qahera, webcómic sobre una heroina feminista en el Egipto de la Primavera Árabe.

Quizás todo pueda reducirse a la poderosa idea de revolución y solidaridad que subyace en una de las viñetas de la superheroína egipcia Qaheera, feminista y velada, quien, al contemplar a un grupo de mujeres en primera línea de una numerosa y agitada manifestación, expresa la siguiente idea: “Soy un superhéroe porque tengo superpoderes. Ellas son superhéroes porque no los tienen”.[19]

 

Para saber más:

  • Abirached, Zeina. El Juego De Las Golondrinas. Madrid, Sinsentido, 2008.
  • Abirached, Zeina. Me Acuerdo: Beirut. Madrid, Sinsentido, 2009.
  • Aranim Media Factory. http://www.fullyillustrated.com/portfolio/design/aranim-media-factory/
  • Blanco, Leticia, “Venganza a la libanesa”, El Mundo, 10 de diciembre de 2015. Edición digital disponible aquí.
  • Burka Avenger. Muslimmanga.org. http://muslimmanga.org/
  • Fundación Al Fanar. http://www.fundacionalfanar.com/
  • Malaak. Angel of Peace. http://www.malaakonline.com/
  • Muslimmanga.org. http://muslimmanga.org/
  • Peiró, Marisa. “Ciudad, memoria y la Guerra Civil del Líbano en la obra de Zeina Abirached”, Ecos de Asia, septiembre de 2015, disponible online aquí.
  • Peiró, Marisa. “¿Podemos ser héroes?: Nación, Religión y Femineidad en las nuevas superheroínas de Oriente Medio I”, Ecos de Asia, abril de 2015, disponible online aquí.
  • Samandal. http://www.samandalcomics.org/
  • Sattouf, Riad. El Árabe Del Futuro: Una Juventud En Oriente Medio (1978-1984). Barcelona, Ediciones Salamandra, 2015.
  • Satrapi, Marjane. Bordados. Barcelona, Norma Editorial, 2004.
  • Satrapi, Marjane. Pollo Con Ciruelas. Barcelona, Norma Editorial, 2006.
  • Satrapi, Marjane. Persepólis (volumen integral). Barcelona, Norma Editorial, 2007.

Notas:

[1] T.E. Lawrence, el apodado “Lawrence de Arabia” fue un personaje presente en muchos cómics e historietas que incluso llegó a contar con varios monográficos, especialmente tras la realización de la película biográfica por parte de David Lean en la que el británico sería interpretado por Peter O’Toole. Entre ellos, cabe destacar la producida por López Espí para la editorial Galaor.

[2] Mazen Kerbaj es un célebre y prolífico ilustrador, historietista y músico libanés, autor de once novelas gráficas y numerosas historias cortas, publicadas en árabe y francés, entre las que sobresalen “Beirut: julio-agosto de 2006” (2006), “Carta a la madre” (2013).

[3] Por las diferentes implicaciones políticas de las mismas, dejamos para otra ocasión el análisis de la historieta producida en el ámbito palestino-israelí, que ha dado a autoras tan sobresalientes como Rutu Modan o que ha sido la protagonista de obras tan célebres como las Crónicas de Jerusalén (2011), de Guy Delisle o Palestina (1996) de Joe Sacco.

[4] Los volúmenes en disponibles de manera gratuita en internet están disponibles en inglés, mientras que se ha producido una edición impresa traducida al francés. Próximamente, se producirá también una traducción al árabe libanés.

[5] La revista fue censura por ofensas a la religión, y no por su alto contenido satírico ni sexual, como podría pensarse en un primer momento. Desde aquel momento, la revista intenta renacer mediante una campaña de crowdfunding en la plataforma IndieGoGo que le permita pagar la escandalosa multa que les fue impuesta.

[6] Blanco, Leticia, “Venganza a la libanesa”, El Mundo, 10 de diciembre de 2015. Edición digital disponible aquí.

[7] Persépolis (publicada en cuatro volúmenes entre 2000 y 2003) es un bildungsroman que narra la infancia, adolescencia y juventud de su autora, desde los albores de la deposición del Shah (1979) a los 90, pasando por la Revolución cultural iraní y la Guerra entre Irán e Iraq. La novela, que ha vendido más de 100.000 ejemplares, ha recibido numerosos premios en Bélgica, España, Estados Unidos y Francia (como el del prestigioso Festival Angulema), y fue llevada al cine por Vincent Paranonnaud y la propia Satrapi en 2007, recibiendo importantes reconocimientos. Poco después aparecería en el mercado Bordados (2003), que narraba una tertulia femenina de la familia Satrapi y su círculo más cercano durante finales de los 80 o principios de los 90, en la que se debatían numerosos asuntos sociales, especialmente en lo que concierne al papel de la mujer en la sociedad iraní.

[8] Ambientada en Teherán, en la década de los 50, Pollo con ciruelas (2004) es un cuento sobre un músico de tar, que pierde su instrumento y decide dejarse morir, tras recordar los pasajes de su vida que le hacen tomar esa decisión. Recibió el premio al Mejor Álbum en el Festival de Angulema. La obra fue llevada al cine, esta vez en imagen real, en 2012.

[9] Sagesse et malices de la Perse (2001), Les monstres n’aiment pas la lune (2001), Ulysse au pays des fous (2001), Ajdar (2002).

[10] Sattouf es autor de varias novelas gráficas y series, como la popular saga Pascal Brutal y durante diez años fue colaborador habitual de la revista Charlie Hebdo, además de haber participado activamente –como director, guionista, actor y compositor– en el mundo del cine.

[11]  Un segundo volumen, El árabe del futuro II (2016) ha sido publicado recientemente.

[12] En esta región debemos destacar el trabajo de la argelina Matougi Fella, la libia –afincada en Reino Unido– Asia Alfasi y al joven colectivo egipcio Egy-manga.

[13] Gold Ring (سوار الذهب‎‎, Siwari Al-Dhahab) es un manga emiratí escrito en árabe clásico y disponible en inglés bajo distribución postal, concebido por Qais Sedki, y aparecido en el mercado en 2010, año en que fue merecedor del premio Zayed de literatura infantil. Para dibujarlo contactó al dúo japonés Akira Himekawa (formado por las mangakas A. Honda y S. Nagano, que habían trabajado con clásicos como Astro Boy y The Legend of Zelda), mientras que él se ocupó de la historia, guión y distribución, para lo que dejó su trabajo como informático y fundó la editorial Pageflip en Dubai; Sedki viajó a Japón y el trío trabajó conjuntamente con la ayuda de un traductor. Mientras que algunos indican que la elección del árabe clásico se debe a generar una universalidad comercial para la obra, el propio Sedki indica que lo eligió por la necesidad de perpetuar el idioma entre los jóvenes y desvincularlo de los “aburridos” ambientes tradicionales, como la escuela o la mezquita. Fascinado desde niño con la cultura japonesa, Sedki eligió el formato manga para acercar a los jóvenes algunos elementos de la cultura árabe tradicional. Un segundo volumen aparecería saldría al mercado en 2012 y en 2014 el estudio Gainax anunció que realizaría una versión animada, de la que se llegó a lanzar un traíler, pero de la que parece que no ha habido más noticias.

[14] Tampoco sucede que todos los autores “iconoclastas” realicen sus críticas sobre la religión islámica. Por ejemplo, la censura libanesa consideró que la revista Samandal atentaba contra la religión cristiana.

[15] Por ejemplo, los zoroastristas fueron representados por particular simpatía dentro de la obra de Satrapí; por su parte, Nicolas Wild publicó Así calló Zaratustra (2013), una novela detectivesca y didáctica sobre el Zoroastrismo en la que viaja a Irán de la mano de la hija de un dirigente zoroástrico asesinado, en la que combina su habitual humor con la denuncia social.

[16] Como pueden ser la obra de la libanesa Asia Alfasi o del jordano Ahmad Qatato, autor del “Majida, diario de una chica árabe” (2014), un relato en árabe en el que se narra la vida cotidiana de una joven feminista.

[17] A tal efecto, no podemos olvidar mencionar la controvertida polémica suscitada durante el último Festival de Angulema, por la escasa valoración y reconocimiento de las autoras femeninas.

[18]  Blanco, Leticia, “Venganza a la libanesa”, El Mundo, 10 de diciembre de 2015. Edición digital disponible aquí.

[19]  El cómic puede consultarse en línea aquí.

avatar Marisa Peiró Márquez (145 Posts)

Marisa Peiró Márquez (marisapeiro@ecosdeasia.com) es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza. En esta misma universidad se licenció en Historia del Arte y realizó el Máster en Estudios Avanzados de Historia del Arte, así como el Diploma de Especialización en Estudios Japoneses. Se especializa en el Arte y la Cultura Audiovisual de la primera mitad del s. XX, y en las relaciones artísticas interculturales, especialmente entre Asia y América Latina (fue becaria del Gobierno de México), con especial interés en el Sudeste Asiático y en Oceanía.


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