Tras la tragedia de Iguala se desata la competencia de la irresponsabilidad. El gobernador describe el problema como municipal y grita que el centro lo ha abandonado; la Federación apunta a los gobiernos locales. Nadie asume la responsabilidad de lo sucedido. No es difícil ubicar en la impunidad, el origen de la barbarie. Los delitos sin castigo se propagan. Hay una filosofía política detrás de la impunidad: el consenso. La impunidad no es resultado simplemente de la incompetencia de nuestro sistema de castigos. Es consecuencia de una estrategia que anula los equilibrios, suprime los antagonismos y convierte a toda la clase política en cómplice. Aliados, se llaman.
Estudió Derecho en la UNAM y Ciencia Política en la Universidad de Columbia. Es profesor de teoría política y otros cursos en el departamento de Derecho del ITAM y ha publicado El antiguo régimen y la transición en México y La idiotez de lo perfecto. De sus columnas en la sección cultural de Reforma han aparecido dos cuadernos de Andar y ver.