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Los caminos del perdón

La periodista Claudia Palacios lanzó su libro “Perdonar lo imperdonable”, un retrato de cómo Colombia es también sumatoria de experiencias individuales de paz con sello de reconciliación.

JORGE CARDONA ALZATE
18 de octubre de 2015 - 02:00 a. m.
Los caminos del perdón

 

A la búsqueda de la paz en Colombia le sobra confrontación política y le hace falta creatividad frente a la reconciliación. Esa conclusión queda tras la lectura del libro Perdonar lo imperdonable, de la periodista Claudia Palacios, en el que se conocen inéditas reflexiones de 22 protagonistas de fallidos procesos de negociación, junto a enriquecedoras historias de iniciativas personales, familiares o comunitarias que trasegaron la tragedia o el dolor, pero encontraron en el perdón la fórmula para conocer los verdaderos atributos de la concordia.

La experiencia de un empresario que llegó a tener diez negocios en Caquetá hasta que lo secuestraron las Farc junto a su esposa y lo perdió casi todo, para descubrir luego que un empleado del restaurante que le quedó y se volvió su amigo, resultó ser uno de los guerrilleros que lo mantuvieron cautivo. O el relato del jefe paramilitar alias Juancho Dique, que intervino en las masacres de El Salado, Chengue y Macayepo en Sucre y ahora les implora a sus víctimas que no lo dejen solo o le pide a Dios que le quite de la mente las pesadillas.

El testimonio del agrónomo Jorge Ballén, gestor del Parque Panaca, quien tuvo que pagarles extorsiones a las Farc o los paramilitares y hoy impulsa una escuela de formación con 40 desmovilizados de grupos armados. O la visión de Magdalena Vargas, quien estudió nutrición y dietética para ser profesional, pero un día conoció las ollas comunitarias de Quibdó, entendió que su destino era ser misionera seglar y recorriendo el país demuestra que desde la conciencia se puede ser trabajador de paz.

Nacida en Cali y egresada de la Universidad Javeriana, Claudia Palacios ha tenido una exitosa carrera. Primero estuvo en Telepacífico, luego fue periodista y presentadora en el noticiero CM&, en 1998 pasó al Canal Caracol y después de seis años viajó a Estados Unidos y se vinculó a CNN en español. En 2012 regresó a Colombia, escribió su primer libro sobre los migrantes, ingresó a W Radio, volvió a CM& y desde entonces fortalece también su convicción sobre el oficio periodístico: persistir en el ejercicio de la escritura.

En el frenesí de la radio, con breves historias de perdón y reconciliación encontró la veta para asomarse al entusiasmo por la paz sin necesidad de polarización política. Luego empezó a recorrer pueblos y veredas en busca de victimarios y víctimas, siempre enfocada en historias que den sentido a la vida. Junto a ellas, las voces de quienes sufrieron el horror que fue noticia, la de quienes han desarrollado métodos para perdonar sin renunciar a la memoria y las de aquellos que se la jugaron por la paz y aprendieron sus duras lecciones.

El coraje de Adela Correa, madre del exgobernador de Antioquia Guillermo Gaviria, asesinado por las Farc en mayo de 2003, quien admite que su dolor es inaguantable pero sostiene que “el perdón debe ser automático con la ofensa, porque si el ser humano queda odiando y deseando venganza, se enferma”. O la perspectiva de Gonzalo Rojas, hijo de una de las víctimas del atentado terrorista al avión de Avianca en 1989, quien dice que perdonará el día que sepa a quién es que debe hacerlo, porque la falta de verdad es también violencia.

Las conversaciones que la congresista Clara Rojas tuvo con su carcelero de las Farc, Martín Sombra, hoy reducido a prisión. Las reflexiones de Óscar Tulio Lizcano, quien después de ocho años de cautiverio hizo una maestría que concluyó con su tesis “El perdón duerme con las palabras”, donde expresa que “perdonar lo leve no es perdón, solo reconciliación”. O el criterio del ministro Yesid Reyes, quien perdió a su padre en el holocausto del Palacio de Justicia y hoy asegura que “la suma de perdones de las víctimas es el perdón del país”.

Basado en experiencias internacionales, el sacerdote Leonel Narváez desde hace 15 años desarrolla un método que resume en pocas palabras: “el perdón es una decisión íntima de aseo personal que transforma la memoria coagulada del pasado por una memoria en movimiento hacia el futuro”. La médica psiquiatra Daniela Cardona agrega que “la fe contribuye al perdón, porque da al ofendido una esperanza sobrenatural que le lleva a creer que el sufrimiento que padece lo puede llevar a algo más grande”.

Fueron 126 personas consultadas y por eso el libro tiene múltiples enfoques sin distingos de víctimas. La opinión de hijos de líderes emblemáticos asesinados como José Antequera, Manuel Cepeda, Jaime Pardo o Carlos Pizarro. Un homenaje aparte a testimonios de mujeres que constituyen el 49 % de las víctimas de la guerra. Las vivencias del perdón desde la óptica de varios jefes paramilitares. El criterio de quienes negociaron la paz pero no pudieron alcanzarla en medio del estruendo político.

“A cada quien le corresponde un deber con la paz. Yo lo hago desde el periodismo y cada historia pretende ayudar a entender que este sueño depende más de acciones individuales que de firmar complejos acuerdos de paz. En últimas, retomando a Leonel Narváez, el perdón es ante todo un regalo de la víctima a ella misma, no se lo da el victimario, es una poderosa autorreparación que la hace victoriosa”, resalta Claudia Palacios, quien admite que las vivencias que más la conmovieron fueron las de mujeres y madres como ella.

Pastora Mira, quien “prefirió mantener limpias sus manos que vengar la muerte de su hijo tras ser violado y torturado en Antioquia. Yolanda Perea, de Riosucio (Chocó), ultrajada por guerrilleros, desplazada y con su madre asesinada, que un día viendo llorar a un victimario aprendió que hacía más devolviendo abrazos que golpes. O Karla, La Gaviota, de Tibú (Norte de Santander), golpeada por el horror pero convencida de que trabajando por la reconciliación ya le ganó la partida a la violencia.

El expresidente Belisario Betancur, el excomandante de las Fuerzas Militares, general (r) Rafael Samudio; el excongresista Enrique Gómez, el exguerrillero del Epl Francisco Caraballo, el exconsejero de Paz José Noé Ríos, monseñor Luis Augusto Castro o el expresidente Ernesto Samper aportan su mirada sobre la paz y el perdón. El libro incluye la última entrevista con Otto Morales Benítez y su explicación de por qué acuñó para la historia la frase de “los enemigos agazapados de la paz”.

“Para hacer la paz no es imprescindible firmar un acuerdo de paz. De hecho, Colombia ha firmado al menos cinco en los últimos 30 años y aún el país no está en paz”. concluye Claudia Palacios tras su recorrido por los caminos del perdón. Un libro útil para quien se decida a leerlo, incluso, como ella misma lo sugiere, revisando una historia por día para discutirla en familia o en el trabajo, tomando así los riesgos necesarios para encontrar soluciones viables.

 

Por JORGE CARDONA ALZATE

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