Después de vacaciones... vuelta a clase

EIBAR. DV. El despertador volvió a sonar ayer para centenares de niños y jovencitos que volvían a limpiarse las legañas para acudir a su primer día de clase. La vuelta a las aulas se prolongará aún una semana en algunos de los centros para los niños de 2 años que comienzan su escolarización. Sin embargo, el resto comenzaba ayer las clases con división de opiniones: algunos encantados y otros no tanto.

Sin duda, el centro con más marcha era San Andrés. Las obras que se desarrollan en el solar anexo, en el que se ha derribado un edificio este verano, hacían que el arranque del curso fuera ruidoso, pero no por culpa de los niños. El 'taca taca' de las máquinas se mezclaba con los primeros saludos, mientras las 'andereños' intentaban hacerse oír entre tanto alboroto.

Por su parte, el centro de educación preescolar de Sansaburu vivió su primer inicio de curso. Sus alumnos ya estrenaron las nuevas instalaciones el curso pasado, tras las vacaciones de Navidad. Tras ese medio curso de rodaje, se daba inicio al primer curso completo en el nuevo centro, tras el derribo del anterior parvulario para la construcción de garajes y las nuevas clases.

El cambio ha traído beneficios como el hecho de contar con wáter en todas las clases, algo importante al tener niños y niñas de 2 a 5 años. También, el comedor es un añadido, ya que antes de la reforma el centro no contaba con este servicio y los pequeños acudían al aula de cocina de Portalea para comer. Además, el patio también se ha renovado y se podrá utilizar este curso, ya que durante el pasado no se llegó a usar. En cualquier caso, los charcos no animaban ayer a los pequeños a salir fuera.

Horario flexible

Al igual que en los últimos años, los pequeños llegaban al colegio con un horario flexible. De hecho, acudir por las tardes será opcional por el momento para los más pequeños. En Sansaburu, la mayoría llegaba buscando su clase, después haber pasado la segunda mitad del pasado curso en las nuevas aulas. Sin embargo, no faltaban los que después del verano se hacían los remolones y soltaban lágrimas de cocodrilo ante padres y profesoras.

«Lo más importante en los más pequeños es que se habitúen a su clase, que la conozcan», indicaba una de las profesoras de Sansaburu. Algunos no tuvieron muchos problemas ayer, ya que nada más ponerse la bata comenzaban a jugar. ¿A aprender!