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EDITORIAL

La renuncia de Benedicto XVI Carlos Leiva Villagrn El Papa ha optado por renunciar no slo al cargo de Sumo Pontfice de la Iglesia Catlica, sino a una tradicin ms que centenaria que le impona permanecer en l, an en los casos de la ms absoluta imposibilidad fsica. Benedicto XVI est lejos de estar imposibilitado, como fue el caso por ejemplo Juan Pablo II en sus ltimos aos, y su partida responde a situaciones que tienen que ver ms con la administracin de la Iglesia que son su debilidad senil. La institucin del Papado constituye una base fundamental para la Iglesia Catlica y para su influencia en el mundo, en especial desde que a ella le ha sido reconocido el status de Estado. En este contexto, el Papa es el Primado de la Iglesia y, al mismo tiempo, el Jefe de Estado Vaticano, lo cual establece una relacin poltica ipso facto con la Iglesia en aquellos Estados que, como el caso de Chile, mantienen relaciones diplomticas con el Vaticano. La abdicacin de Benedicto representa un hecho indito en la historia moderna, cuyo mayor significado pblico es que la mxima autoridad pontificia se ha visto obligada a sacrificar la aparente sacralidad del cargo y transformarlo en mundano a los ojos de sus fieles. Esto puede tener una importante repercusin negativa a largo plazo en la fe de los catlicos, fe que, como es sabido, no consiste en una relacin directa con la divinidad sino que se realiza necesariamente por mediacin de la Iglesia Catlica. No basta la fe, es necesario cumplir con los preceptos y mandamientos de la Iglesia. El sacrificio de la sacralidad del cargo, del que el Papa debe haber estado absolutamente consciente, es probablemente un signo de la extrema tensin en las luchas internas de poder del Vaticano, que la Curia romana y sus corifeos por todo el orbe se empean obstinadamente en desmentir. Se exagera, sin embargo, en atribuir mayor significado pblico a la renuncia. Se exageran las diferencias entre un Papa y otro, como si en ello pudiera radicar un cambio significativo en la Iglesia, cambio que desde la perspectiva laicista tendra que ser, necesariamente, la abstencin de la injerencia de la Iglesia en las decisiones pblicas de los pueblos, partiendo por la disolucin del Estado Vaticano o por el trmino de su pretensin de establecer relaciones polticas con los Estados del mundo. Por cierto que ello no va a ocurrir. La Iglesia Catlica es, esencialmente, un poder econmico y poltico, que subordina la fe al posicionamiento en dichos dominios en todo el mundo. La renuncia de Benedicto XVI es una clara muestra de ello. El Papa, sobrepasado por las fuerzas en pugna por el poder vaticano, aislado y desprovisto de todo poder efectivo por la Curia, y avizorando un inminente quiebre al interior de la Institucin, ha optado por arriesgar la sacralidad con que millones de fieles durante siglos han apreciado la institucionalidad papal, para dar paso a una reconfiguracin de las fuerzas que sostienen el poder econmico y poltico de la Iglesia en el mundo, poder unitario que ya Benedicto XVI, ms dbil poltica que fsicamente, no poda garantizar.

LA ABDICACIN DE RATZINGER.
LA MIRADA DE DOS ANALISTAS.

En Chile, los acontecimientos que rodean la abdicacin de Ratzinger al trono vaticano, en la TV y los grandes medios escritos, han estado marcados por la papolatra, donde todo parece estar sealado y caracterizado por condiciones de excepcionalidad humana. La mirada confesional predominante en los medios financiados por la publicidad de predominio catlico-conservador, han creado la sensacin de que los ritos vaticanos dominan y se desarrollan en el interregno entre lo divino y su representacin vicarial. Una anglica impostacin hacia las masas que oculta lo que la monarqua vaticana representa en todo su espectro temporal, usando un marco religioso en que basa todo su poder. Carente de poder militar, el poder de la creencia administrada por miles de embajadas en cada ciudad, en cada villorrio del mundo, permite que el monarca vaticano se siente a la mesa de las naciones como iguales, en excepcin frente a todas las dems religiones, y su escenificacin ritual adquiera una dimensin opertica, donde no est exenta la tragedia. No la tragedia del Olimpo, sino la tragedia desatada en lo ms pedestre y cotidiano del poder. En la papolatra al uso, suele creerse que el Papa es ms pequeo que Dios pero ms grande que el hombre. La consecuencia es pensar que nadie hay ms poderoso que el Pontfice romano, y que para apuntalar a la Iglesia catlica hay que glorificarlo sin pausa, deca el periodista e intelectual Juan G. Bedoya, responsable de informacin religiosa del diario El Pas, al comentar la renuncia de Ratzinger al Papado, el 12 de febrero pasado, concluyendo que el monarca vaticano se haba

declarado vencido y optaba por la renuncia: Lo hace porque las circunstancias le hacen sentirse incapaz de cumplir con su oficio. Estando viejo y enfermo, no renunci por esas razones sostiene el observador. Se va derrotado por el cargo. La abdicacin de Ratzinger pone las cosas a un nivel intrnsecamente pedestre, en medio de seculares pugnas de poder, al comprobar - cual comn jefe de gobierno y de Estado - que las circunstancias lo superan, an en su condicin monrquica y absolutista, un ejercicio del poder pre-iluminista y premoderno. En un artculo traducido al espaol, publicado en El Pas (Espaa), el telogo Hans Kng, desautorizado para dar clases en entidades de la Iglesia Catlica por poner en tela de juicio la infalibilidad papal hace ms de 20 aos, haca un parangn entre la primavera rabe y una probable primavera vaticana que pudiera venir del cnclave para elegir al sucesor

de Ratzinger: Por supuesto, el sistema de la Iglesia catlica, ms que a Tnez o Egipto, se parece a una monarqua absoluta como Arabia Saud. En ambos casos, no se han hecho autnticas reformas, sino concesiones sin importancia. En ambos casos, se invoca la tradicin para oponerse a la reforma. En Arabia Saud, la tradicin solo se remonta a 200 aos atrs; en el caso del papado, a 20 siglos. Al analizar los primeros cinco aos, en abril de 2010, Bedoya, en su artculo Ratzinger en la hoguera, afirmaba que el cardenal Ratzinger fue elegido Papa, por considerarlo el nico capaz - por conocimiento y por autoridad - de arreglar los problemas acumulados durante el interminable ocaso del polaco Wojtyla, del que el telogo alemn haba sido sumo idelogo. No ignoraba Benedicto XVI, al asumir su reinado, que iba a estar solo en la tarea, salvo que realizase radicales cambios en la Curia (gobierno) del Vaticano. Pero no lo hizo. Es un primer retroceso, principio de todos los dems. En la llamada eufemsticamente Ciudad Santa, el poder sigue en manos de los de siempre, con algunos cambios por razones de edad.

Juan G. Bedoya

Mencionaba Bedoya en esa categora los de siempre a Sodano, el protector de Maciel, y a un inmovilista Bertone, y apelando a expresiones de Filippo di Giacomo, canonista y editorialista del diario italiano La Stampa, apuntaba que en El Vaticano siguen mandando los ancianos aupados por Wojtyla, en su mayora prelados paternalistas desesperadamente aferrados al silln y que bloquean desde hace aos el funcionamiento de la Santa Sede con mediocres disputas internas y personalismos enredadores". En aqul anlisis del primer quinquenio de abril de 2010, Bedoya ya haba anticipado la crisis que terminara con la renuncia de Ratzinger, al sealar: Benedicto XVI est en medio de ese quemadero.() Ha provocado agrias polmicas con musulmanes, judos o anglicanos; escandaliz cuando quiso acabar con el cisma del ultraconservador arzobispo Marcel Lefebvre, y se enfrent a la comunidad cientfica condenando en frica el uso del preservativo como mtodo de combate del sida. Tambin sigue enfrentado a la ciencia, negando toda la investigacin con clulas madre. Por otro lado, Bedoya, al comentar la renuncia papal, seala que Nunca pudo librarse Ratzinger de su pasado como gran inquisidor romano. Desde la izquierda eclesial sobre todo entre los telogos y sacerdotes de las iglesias populares , se le ha tenido siempre como un conservador, inflexible en la ortodoxia, y como un freno a medidas innovadoras, pero tampoco la derecha le ha comprendido, acusndole de ser demasiado dbil. La informacin es poder, y nadie saba tanto sobre las crisis - y los pecados - del cristianismo romano como el presidente de la Congregacin para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio de la Inquisicin, que Ratzinger haba dirigido desde 1981 con mano de hierro, desde donde castig a ms de 130 telogos y religiosos. Sin embargo, sabemos que ello fue posible con una cuota de intereses

polticos y de poder siempre omnipresentes. Muchos de los abusos de los curas pederastas, incluso de obispos y arzobispos, fueron manejados bajo el Papado anterior con la colaboracin conspicua del poderoso Ratzinger. Bedoya dir en febrero: Por empezar por el asunto ms grave, el de la pederastia, Benedicto XVI lleg con la orden de apartar de sus cargos a los encubridores, pero han pasado los aos sin haberlo logrado. Hace apenas una semana, la archidicesis de Los ngeles ha despojado al cardenal Roger Mahony de toda su actividad pblica despus de que la Iglesia se viera obligada a hacer pblicos los documentos que prueban que el cardenal encubri a los curas que abusaron de menores trasladndolos de parroquia en parroquia y evitando que acudieran a terapia para que los psiquiatras no pudieran alertar a las autoridades. Fue en 2007 cuando se acord que la Iglesia de Roma iba a entregar esos documentos, donde constan 500 vctimas de abusos e indemnizaciones por 660 millones de dlares (494 millones de euros). La mano derecha de Mahony, Thomas Curry, tambin ha tenido que renunciar a su cargo al frente de la Iglesia en Santa Brbara (California) tras saberse que en los expedientes queda claro que protegi a los abusadores junto al cardenal. La seguidilla de eventos de ese tipo sigue involucrando a ms pases y a ms autoridades religiosas. Un prncipe de la Iglesia, que deba participar en el cnclave para elegir al nuevo sucesor de Ratzinger, el arzobispo de St. Andrews y Edimburgo, debi renunciar a su cargo tras ser acusado de comportamiento inapropiado y reconocer pblicamente que su conducta sexual cay por debajo de los estndares que se esperaban de m como sacerdote, arzobispo y cardenal. Lo cierto es que las conductas sexuales son las que provocan los mayores problemas a la credibilidad de la Iglesia Romana. Uno de las exigencias doctrinarias ms rotundas del Papa anterior, el celibato, se ha transformado en uno de los peores fracasos de la Iglesia Catlica

contempornea y la causa de los abusos sexuales contra menores y seminaristas. Una encuesta reciente en Alemania pona en evidencia que el 85% de los catlicos son partidarios de dejar que los curas se casen, el 79%, de que los divorciados puedan volver a casarse por la Iglesia, y el 75%, de que las mujeres puedan ordenarse. Probablemente, las cifras se repiten en la mayora de los pases con mayora catlica.

Hans Kng

Un tema relacionado con la sexualidad, donde la Iglesia ha impuesto un conjunto de exigencias a sus fieles, que explosa ante las conductas sexuales de sus pastores. Bedoya amplia la complejidad de asunto, cuando recuerda el incidente de la semana anterior a la abdicacin papal, involucrando al arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo de la Familia, defensor de la familia tradicional, que reconoci, sin embargo, derechos para las parejas de facto, homosexuales o no. Al da siguiente dice Bedoya - fue obligado a rectificar, pese a creerse que lo dicho antes contaba con la idea papal de dejar que el poder civil arregle los problemas de derechos humanos que no puede resolver la doctrina catlica. El legislador debe responder a exigencias que antes no existan, haba proclamado el mismo da el cardenal Rino Fisichella, responsable del ministerio papal de nueva creacin con el nombre de Nueva Evangelizacin.

Para Kng, el pontificado de Benedicto estuvo marcado por crisis y malas decisiones. Logr irritar a las iglesias protestantes, los judos, los musulmanes, los indios de Latinoamrica, las mujeres, los telogos reformistas y todos los catlicos partidarios de las reformas. Sus mayores escndalos, a su juicio fueron: reconocer a la archiconservadora Sociedad de San Po X del arzobispo Marcel Lefebvre, opositora al Concilio Vaticano II, y a un personaje que niega el Holocausto, el obispo Richard Williamson; la inmensa ola de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes, que el Papa ayud en gran parte a encubrir cuando era el cardenal Joseph Ratzinger, y el caso Vatileaks, que revel un espantoso nmero de intrigas, luchas de poder, corrupcin y deslices sexuales en la curia, y que parece ser una de las principales razones por las que Benedicto ha decidido abandonar.

catlicos asevera Kng - . Detrs de la fachada, la casa est vinindose abajo. Que quedar de legado de Ratzinger como monarca vaticano? Solo sombras y dudas. Se jug por esta o aquella posicin? Solo queda en las especulaciones. Reconociendo los abusos sexuales, no se vio una doctrina clara de sancin. Lejos de ello, los abusadores no fueron excomulgados sino alejados y condenados a insufribles vidas de claustro y oraciones. Contrariando a la apologa intelectual de Ratzinger que realiz el incrdulo Vargas Llosa, a travs de los diarios El Pas y La Tercera, dice Bedoya que Benedicto XVI deja el pontificado con un legado doctrinal mediocre si se tiene en cuenta que est considerado por sus admiradores como uno de los grandes telogos contemporneos. Escribi tres encclicas, de las que destaca la ltima, que ttul Caritas in veritate (2009), sobre el desarrollo de los pueblos y las desigualdades sociales, al principio de la actual crisis econmica. Su segunda encclica, de 2007, Spe salvi, recuerda a los cristianos que solo puede ser Dios el que funde la esperanza en la vida eterna, capaz de resistir a pesar de todas las desilusiones. Aade que la ciencia puede contribuir mucho a la humanizacin del mundo pero tambin tiene la capacidad de destruir al hombre y al mundo. Es la renovacin del ataque a la ciencia que siglo y medio antes planteara Po Nono y sus sucesores.

Marcel Lefebvre

Y agrega si el prximo cnclave elige a un Papa que vuelva a lo de siempre, la Iglesia nunca experimentar una nueva primavera, sino que caer en una edad de hielo y correr el peligro de encogerse hasta convertirse en una secta cada vez ms irrelevante. No debemos dejarnos engaar por el poder meditico de los grandes acontecimientos papales de masas ni por los aplausos enloquecidos de los grupos juveniles

Recomendaciones de la sociedad civil para la cumbre UE CELAC sobre violencia contra las mujeres y feminicidios/femicidios
6ta Conferencia sobre Feminicidio / Femicidio 23 de Enero 2013 Santiago de Chile

Las organizaciones de la sociedad civil damos la bienvenida al dilogo bi-regional sobre gnero EU-CELAC, en el cual uno de los ejes centrales es la lucha para la erradicacin de la violencia contra las mujeres y su forma ms extrema, los femicidios o feminicidios, es decir, los asesinatos de mujeres a causa del ejercicio de poder sobre ellas. Por ello solicitamos la creacin de un plan de accin estratgico bi-regional EUCELAC para la erradicacin de la discriminacin y violencia contra las mujeres elaborado con la participacin de las organizaciones de mujeres y feministas. Este plan debe estar basado en la CEDAW, la Convencin de Belm do Par y el Convenio de Estambul, as como en los estndares establecidos por los rganos de Naciones Unidas y los sistemas regionales de derechos humanos, que han sido fundamentales para el avance en el reconocimiento y vigencia de los derechos humanos de las mujeres. Este plan debe garantizar, entre otros: 1) la visibilidad de todas las formas de violencia contra las mujeres y en particular el feminicidio/femicidio, violencia sexual y desapariciones 2) el acceso a una justicia efectiva y la erradicacin de la impunidad, as como la reparacin para las vctimas y sus familias, 3) reconocimiento del papel estratgico de las organizaciones feministas y de defensa de los derechos de las mujeres. Para ello es necesario:

- La ratificacin por parte de los estados europeos del Convenio de Estambul, as como el Protocolo Facultativo de la CEDAW por parte de todos los Estados, con miras a avanzar en estndares compartidos en materia de derechos de las mujeres. - Que los estados europeos y latinoamericanos avancen en el cumplimiento de las recomendaciones y de las resoluciones de los rganos de derechos humanos de Naciones Unidas y del sistema interamericano y europeo de derechos humanos, especialmente aquellas relativas a la erradicacin de la discriminacin y violencia contra las mujeres. - Eliminar las normas y prcticas que impiden el ejercicio pleno de la ciudadana de las mujeres. - Recomendar y promover, con la participacin de las organizaciones de la sociedad civil, la adopcin de legislacin especfica para la penalizacin de la violencia contra las mujeres y el femicidio/feminicidio en todos los mbitos, conforme a los estndares internacionales de derechos humanos. Estas normas deben incluir sanciones a los agentes estatales que incumplen con su deber de actuar con la debida diligencia en esta materia, por accin u omisin. - Mejorar y especializar los sistemas judiciales asegurando la accesibilidad fsica, econmica y cultural de las mujeres a la justicia. Esto debe

informacin debe considerar la diversidad de condiciones sociales de las mujeres que viven violencia. - Revisar las estrategias implementadas por los Estados para el combate de la violencia armada, dado el impacto desproporcionado que estn teniendo para la seguridad de las mujeres. - Establecer criterios mnimos de carcter tico sobre el tratamiento meditico de la violencia contra las mujeres, especialmente el feminicidio/femicidio, la violencia sexual, desapariciones, tortura y trata, as como promover y supervisar su cumplimiento, recomendando sanciones si es necesario. - Apoyar y fortalecer el trabajo y la accin de las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres en la definicin y monitoreo de la respuesta estatal frente a todas las formas de violencia contra las mujeres. - Implementar medidas de proteccin adecuadas para las defensoras de derechos humanos, ya sean de carcter preventivo o de respuesta urgente ante riesgos inminentes. - Dotar a este plan bi-regional de los recursos necesarios para su ejecucin, constituyendo un fondo especfico para promover y fortalecer el trabajo estratgico de las organizaciones feministas y de defensa de derechos humanos de mujeres. - Finalmente, que este plan de accin biregional UE CELAC permita, a nivel global, una fuerte posicin consensuada ante la 57 Sesin de la Comisin sobre el Estatuto de la Mujer (Marzo 2013) y as asegurar las mejores conclusiones posibles en lo que se refiere a la lucha contra la violencia contra las mujeres a nivel internacional.
Fuente: Boletn del Observatorio Genero y Equidad (enero 2013)

incluir los instrumentos, directrices o protocolos adecuados para la investigacin y sancin efectiva de los crmenes, la generacin de la informacin judicial necesaria para su retroalimentacin, as como la publicidad de las sentencias para la rendicin de cuentas y el monitoreo desde la sociedad civil. Eliminar procedimientos policiales, administrativos y judiciales que discriminan a las mujeres o las ponen en peligro, incluyendo la conciliacin. Implementar medidas de proteccin para las mujeres que viven violencia, no condicionadas a denuncias o procedimientos penales o de otro carcter, as como mecanismos efectivos para garantizar la seguridad de las mujeres protegidas por tales medidas. Promover que los Estados, en alianza tcnica con el movimiento feminista y de mujeres, generen informacin estadstica oficial y accesible sobre todas las formas de violencia contra las mujeres ya sea que se produzcan en el mbito privado o pblico y en particular sobre los femicidios/feminicidios, violencia sexual y desapariciones, tortura y trata. Esta

El feminismo contemporneo, pragmtica y utopa.


LOURDES ENRQUEZ.

Como todas las teoras crticas, los compromisos del feminismo no terminan en el diagnstico crtico de la realidad sino en la accin poltica Mientras los discursos de legitimacin de la desigualdad, de clase o de raza, suelen ser rpidamente detectados y neutralizados por la crtica, los discursos de legitimacin de la desigualdad entre los sexos pasan desapercibidos y, por lo tanto, continan activos. A partir de la descripcin de la construccin social de las identidades sexuadas, el feminismo elabora una teora de las relaciones de poder entre los sexos y denuncia las deformaciones conceptuales de un discurso, hegemnico, basado en la exclusin e inferiorizacin de las mujeres. El feminismo, como teora y proyecto tico poltico que reivindica la diferencia y la igualdad de la mitad de la humanidad, ha venido pensando desde una periferia cotidiana y ha aportado profundos anlisis sobre la discriminacin y la violenta opresin sexual. Como todas las teoras crticas, los compromisos del feminismo no terminan en el diagnstico crtico de la realidad sino en la accin poltica, por ser el lugar en el que convergen las teoras crticas. Un aporte feminista ha sido llevar a debate en el espacio pblico temas que se han considerado

exclusivos del espacio privado, como la planificacin familiar, la maternidad libremente elegida y la violencia domstica, entre otros, ensanchando de este modo el mbito de la poltica, es decir, sacando lo privado, lo cotidiano y personal haca el mbito de lo pblico e impulsando una profunda transformacin cultural de la sociedad. La interpretacin, teora y praxis feministas operan como una garanta de radicalidad en la gestacin de alternativas y en la construccin de un proyecto poltico. A propsito de esta radicalidad, la relevancia terica de su propuesta parte de reivindicar que la sustitucin, indiscriminada, de la palabra feminismo por el vocablo "gnero" despolitiza el feminismo, al vaciarlo de su contenido crtico ms profundo. Utilizar el vocablo de "gnero" como concepto intercambiable con feminismo no solamente resulta en posiciones poltica y correctamente integradas al pensamiento hegemnico, sino que, tomando una parte por el todo, opera como coartada legitimadora de amplitud y humanismo de esos discursos. Sobre todo, el gnero se convierte en un eufemismo para invisibilizar un marco de interpretacin de la realidad que nos muestra a la sociedad en clave de sistema de dominacin patriarcal, razn por la que es comn que prcticas oficiales para "institucionalizar la perspectiva

de gnero", formen parte de polticas pblicas conservadoras y de enfoques asistencialistas que de ninguna manera cuestionan los dispositivos de dominacin patriarcal. Es importante tomar en cuenta que el feminismo se organiza como teora crtica en torno a un concepto transversal -el patriarcadoy se articula con las otras formas de dominacin, es decir, la transversalidad conceptual feminista significa atravesar diversidades, posiciones e historias, sin homogeneizar ni hegemonizar, sino estudiando alternativas, articulando propuestas y buscando complementariedad de proyectos emancipatorios. Desde all se realizan contribuciones terico polticas que, antes que preocuparse por analizar una opresin principal u original, trabajen para el cambio de las lgicas de poder en las instituciones y en la organizacin social. La teora y pragmtica feminista que se limita a conseguir un marco liberal de derechos se encuadra en un movimiento emancipador de corte moderno, que en la prctica se opera desde el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y cuyos resultados han llevado poca mejora a la vida cotidiana de las mujeres, a su desarrollo o a sus libertades, ya que el orden de su discurso no pone en cuestin las prcticas especficas mediante las cuales se ejerce la dominacin masculina, sus mediaciones hegemnicas, el autoritarismo con el que se acompaa la construccin social de las subjetividades femeninas, la naturalizacin de la divisin sexual del trabajo, la normalizacin de la servidumbre voluntaria, la institucionalmente aceptada exclusin de las mujeres en todos los mbitos de su vida, y lo ms grave, y socialmente aceptado, los distintos tipos y modalidades de violencia contra ellas. Cabe mencionar que el uso estratgico del concepto de "gnero", como un instrumento categorial y analtico, ha permitido grandes debates y una especfica legislacin internacional que define, interdisciplinariamente, la discriminacin y la

violencia contra las mujeres, una paulatina armonizacin legislativa dentro de los Estados y presupuestos etiquetados para implementacin y elaboracin de polticas pblicas. El feminismo contemporneo profundiza la reflexin desde lo concreto, y desde la especfica subordinacin de mujeres latinoamericanas -pobres, negras, indgenas-, como categora poltica que articula memorias historias y siglos de subordinacin y tambin de luchas y propuestas, reconociendo que las mujeres no son un grupo homogneo, por el contrario, emergen testimonios y movimientos de mujeres que parten de la pertenencia tnica, de la pertenencia de clase, geogrfica, etc., y que implican el reconocimiento de la complejidad del sujeto colectivo feminista que aporta visiones nuevas y contrarias al simple marco liberal de derechos. Se puede afirmar que nos encontramos frente al diseo de una utopa civilizatoria distinta, frente a la gestacin de nuevos marcos de sentido, ya que se describen espacios diversos y vibrantes de prcticas, resistencias, comunidades de debate, movilizacin callejera, subversiones culturales, negociacin y presin hacia los poderes oficiales, dilogos interculturales, reflexiones y propuestas contrahegemnicas y anti-neoliberales que interrogan la realidad, aportan saberes y opciones para mostrar lo antes invisible y construir una igualdad social ms real, profunda y abarcante. Estamos atestiguando la movilizacin poltica de colectivos con capacidad de resistencia, potencia subversiva y autonoma para definir sus prioridades y proyectos emancipatorios. Las voces de todas las mujeres: indgenas, negras, blancas, rurales, urbanas, trabajadoras domsticas, discapacitadas, jvenes, viejas, migrantes, lesbianas y transexuales, son imprescindibles para repensar y demandar la igualdad, la justicia social, el desarrollo y la democracia.
Fuente: Revista Con la A. No 19.

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FE Y LAICISMO El laicismo no se opone a las religiones, pide que se limiten al mbito privado.
Enric Llopis.
Entrevista a Raquel Ortiz, coordinadora de Europa Laica en Valencia
Fuente: www.rebelion.org 25 de enero de 2013.

Europa Laica es una asociacin fundada en 2001 con sede en Madrid, que aboga por la libertad de conciencia como uno de los basamentos de los derechos humanos. La asociacin rechaza los smbolos religiosos en los espacios pblicos y apuesta por el reconocimiento de derechos como el de la apostasa. Entre otras campaas, en mayo de 2009 entregaron 33.500 firmas en el Congreso para exigir el fin de la exencin a la iglesia catlica del pago del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). Adems, han impulsado la iniciativa Religin fuera de la escuela, activa desde los inicios del movimiento y ahora recuperada frente a las polticas educativas del PP y sus vnculos con la religin catlica. En 2009 presentaron a los partidos polticos una propuesta de Ley de Libertad de Conciencia. Todo se resume, segn Raquel Rodrguez, coordinadora de Europa Laica en Valencia: en que la religin regrese a las capillas y al mbito privado. La Constitucin espaola de 1978 plantea el estado aconfesional, pero reconoce el peso del catolicismo en la sociedad. Qu propone al respecto Europa Laica? En efecto, la Constitucin se refiere al estado aconfesional, pero abre la puerta al apoyo de las Administraciones a la religin

catlica. Por eso, en lugares pblicos como aeropuertos, puedes encontrarte con capillas que pone y paga el estado; tambin se paga con dinero pblico a los capellanes castrenses y a los profesores de religin en las escuelas pblicas. Este punto es decisivo. La oferta de la asignatura de religin es obligatoria en los colegios de carcter pblico; y esto es inaceptable; se plantea, por lo dems, una asignatura alternativa a la religin, que, en la prctica, implica que los alumnos pasen simplemente el rato con un docente.

Qu implicaciones tiene, a juicio de Europa Laica, esta implantacin de la religin catlica en la escuela pblica? De entrada, hemos calculado que un alumno puede perder unas mil horas de su educacin escolar con la asignatura alternativa. Se trata de una materia fantasma, que slo existe porque en los currculos se oferta la religin.

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Es una asignatura que, en algunos casos, incluso imparten profesores de religin. Por eso pedimos que se resuelva la cuestin de fondo. Que la religin se devuelva a las capillas, y regrese esencialmente al mbito de lo privado. Tampoco podemos admitir que a los profesores de religin, que imparten esta materia en los colegios pblicos, los imponga el episcopado pero se les abone el salario con dinero del erario. Qu opinas de las condiciones de financiacin de la iglesia catlica en el estado espaol? En la declaracin del IRPF, recomendamos a la gente que no marque ninguna casilla. Porque, en caso de poner la X en la opcin de organizaciones sociales, el dinero puede ir a parar a Critas u otras entidades dependientes de la iglesia. El estado espaol inyecta anualmente ms de 10.000 millones de euros en la iglesia catlica. Con los recortes que, a da de hoy, se estn aplicando en educacin, sanidad y otras materias, resulta inaceptable cmo el estado proteja a esta corporacin privada. Que, adems, no sufre recortes y, a diferencia de los proveedores, cobra al da de las instituciones pblicas. Con qu privilegios cuenta la iglesia, a juicio de Europa Laica? No pagan el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) y slo una parte del IVA. Adems, en los ltimos aos se han apropiado de numerosos inmuebles de los que no existan escrituras, por la facultad que la ley les concede de inmatricular. Han podido as apropiarse incluso de algn centro deportivo, aunque parezca increble, y tambin de la Mezquita de Crdoba, que adquiri por 30 euros y cobra 8 por la entrada a los visitantes. La iglesia catlica es, en fin, la primera propietaria de bienes inmuebles del pas. Pero esto, de todas formas, no me parece lo ms indignante. A qu te refieres?

Lo ms terrible es la capacidad que tiene la iglesia catlica para inmiscuirse en los ritos de paso en la vida de un ser humano. Me explico. No existen lugares pblicos de bienvenida civil, como alternativa a los bautizos en las iglesias. Lo mismo sucede con los matrimonios o las uniones de hecho; tampoco hay espacios que los poderes pblicos habiliten para tal fin. Ni los ayuntamientos ponen a disposicin de la gente espacios para despedidas civiles a los muertos. De todos estos rituales se ha apoderado la iglesia catlica. Por qu una persona moribunda ha de recibir en un hospital pblico la visita de un cura? A fin de cuentas, lo que exigimos es que se garantice la libertad de pensamiento. Habra que revisar los concordatos? El concordato de 1953 con la santa sede se explica por el agradecimiento de Franco a una iglesia que le apoy en lo que el dictador consideraba una cruzada de liberacin. Estos acuerdos le garantizaron a la iglesia dinero y poder en los centros de enseanza. Ya en la transicin, pienso que la izquierda flaque y no supo cuestionar ni eliminar el concordato. Las diferentes prrrogas de los acuerdos de 1953 (en 1979 y con el gobierno de Zapatero), representaron mejoras para la iglesia catlica, sobre todo a nivel econmico. Por esa razn, Europa Laica pide la derogacin del concordato y que la iglesia catlica se autofinancie. El laicismo se asimila a progresismo y al pensamiento de izquierdas? El laicismo es progresista por definicin, porque en el caso de Europa Laicaparte de una mxima: derechos para todos y privilegios para nadie. Ahora bien, si una persona de derechas se apunta al laicismo, pues mucho mejor. Pero en la historia de nuestro pas, el laicismo aparece netamente vinculado al pensamiento progresista. As como en otros pases, te puedes encontrar a gente muy de derechas y muy laica, en Espaa esto resulta

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muy extrao por la herencia del franquismo y la ideologa nacionalcatlica. Observas diferencias entre el PP y el PSOE en cuanto al tratamiento que se dispensa a la iglesia catlica? No hay diferencias. Con el PSOE es cuando mejor ha vivido la iglesia catlica en materia econmica. De hecho, el mayor incremento en las subvenciones se produjo durante la vicepresidencia de Fernndez de la Vega. Tampoco hizo nada el PSOE por sacar a la iglesia de la escuela. Cuando estn en la oposicin, hablan de replantear las relaciones, pero olvidan las promesas cuando llegan al poder. A causa de esta connivencia, a veces se producen casos escandalosos. En dos municipios castellonenses (Vinaroz y Benicarl), el ao pasado se celebr el da de santa Catalina con misas en colegios pblicos. Europa Laica denunci los hechos. Pero es que este ao el colegio llev de excursin a los escolares a una iglesia. La inspeccin de Educacin paraliz finalmente la actividad por la denuncia que pusimos. Opinas que hay un declive del catolicismo en el estado espaol? Cmo est reaccionando la iglesia? Hay una crisis respecto a la proliferacin de bautizos, matrimonios por la iglesia, alumnos que eligen la asignatura de religin y vocaciones. Por qu? La gente percibe un notable divorcio entre su da a da y el mensaje de la iglesia catlica, sobre todo de la cpula. Y la jerarqua eclesistica reacciona denunciando un supuesto laicismo radical. Tienen razn. Somos radicales en el sentido de ir a la raz de las cosas: Que la iglesia se limite al mbito privado. Tambin nos acusan a los laicos de amorales, cuando lo cierto es que defendemos principios como la solidaridad y la igualdad. Reaccionan, adems, movilizando a la gente para enrocarse en el modelo tradicional de familia, contra el aborto y frente al matrimonio homosexual.

Propone Europa Laica, por tanto, el modelo francs, paradigma de separacin entre poder civil y poder eclesial? As es. El laicismo slo puede ser radical. No se puede permitir que ninguna religin se entrometa en la vida pblica. Hoy es la iglesia catlica, pero podra ser otra. De hecho, la musulmana es igual de nociva. Hemos de avanzar, por tanto, hacia una secularizacin total de la sociedad; hacia un modelo de separacin completa, en el que las religiones queden relegadas al mbito privado, y sin privilegios ni fastos, como los grandes encuentros de las familias. Qu opinas de la Ley Orgnica de Mejora de la Calidad de la Educacin, ms conocida como Ley Wert? Viene a plantear que la religin forma parte de la cultura profunda de nuestro pas y de nuestras esencias; adems, subraya que forma en valores. Lo que hace la ley es potenciar la asignatura alternativa, convertirla en una materia ms potente y seria. Esto se hace con el fin de que la gente huya de la alternativa y se matricule en religin, y as frenar la cada que se est produciendo en las matriculaciones. Europa Laica presenta una enmienda a la totalidad: la desaparicin de la religin de las escuelas. Entre otras cuestiones, esto tambin aligerara de una carga econmica al estado. Por ltimo, Por qu defendis el laicismo y no directamente el atesmo? Dentro de Europa Laica caben ateos, masones, agnsticos y tambin cristianos que crean en un estado laico, que garantice la libertad de pensamiento. Puede ser el caso de los cristianos de base o de la Teologa de la Liberacin. Hay que dejar muy claro, por lo dems, una cuestin. No estamos en contra de las religiones, pero como prctica privada. Sin embargo, es cierto que la mayor parte de la gente asociada a Europa Laica es atea.

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FE Y LAICISMO Una mirada al laicismo desde el creyente laico


Jorge Crdenas Brito
Pastor presbiteriano chileno

Comencemos por definir laico, para entrar en u dialogo que puede ser considerado impropio en crculos laicos agnsticos y no creyentes, e innecesario entre lacios creyentes entre laicismo y laicidad, confrontacin que predominantemente tiende a darse dentro de la orden en pases de origen catlico romano. Cuando he planteado el tema en crculos de creyentes de pases nrdicos me han mirado con un gesto de no entender porque estoy planteando un tema, que ya no es tema. Al menos entre ellos. Se plantea ms bien en sociedades de predominio cultural catlico romano o con gran influencia de la revolucin francesa y no anglosajones. De hecho el tema de la confrontacin laicos y creyentes (que son propiamente tambin laicos1), no se discute y por lo que he conversado con muchos ni siquiera se entiende; porque en los pases de
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tradicin anglosajona, o de tradicin protestante, es donde los principios laicos se encuentran ya integrados en la cultura por ser parte tambin de cmo se concibe la iglesia. 2 Sociedades construidas desde los principios de laicidad (y que en consecuencia no entienden el discurso y la problemtica que se da en nuestro contexto ya que la sociedad ha optado por el respeto a la autonoma de ambos campos, en su sentido fundamental) lo que es propio de reforma protestante (laicidad) donde efectivamente este tipo de relacin nace con una iglesia construida desde el pueblo (o las personas), es decir desde el laicado3.
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No tenemos ahora espacio para entrar en definiciones de la eclesiologa protestante que son bsicos y de adquiribles por lectura de cultura general

La eclesiologa protestante reformada ha rescatado el papel del laicado por lo que se trata de una construccin totalmente distinta de la iglesia a la catlica romana o episcopal clsica, y tampoco se la entiende en los pases culturalmente catlico romanos donde los principios clsicos de la reforma protestante son desconocidos por la mayora, si bien viven sus consecuencias en el mbito civil, econmico y otros sin siquiera percibirlo 3 Sociedades donde el Estado fue construido desde concepciones laicas derivadas de la reforma protestante, y no clericales de la sociedad y la iglesia. Donde es realidad que el estado es libre de la iglesia y la iglesia libre del estado. En estas sociedades la relacin es de respeto mutuo y no interferencia en la autonoma de cada uno (laicidad) y no de antagonismo (laicismo)

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Sin duda que se le debe al accionar de muchos laicos, con o sin iglesia, y no a la iglesia organizacin propiamente tal como institucin, u organizacin, el protagonismo en diversos mbitos sociales, y polticos. Pero esto es no entender que es la Iglesia y confundirla con la estructura organizacional que esta se da para cumplir la misin. La estructura no es la iglesia, la organizacin es una medio para la misin. Por ello es incorrecto determinar que una estructura cualquiera de la Iglesia es la correcta, y es peor an sacralizar esa estructura. Y sin embargo en muchas ocasiones la organizacin eclesial ha provisto el encuadre y refugio necesario para que muchas de esas tareas en la sociedad, que son parte integral de la misin, se realizaran. Especialmente cuando el orden de las instituciones civiles no funciona, incluso cuando el estado de derecho desaparece e irrumpe la tirana en cualquiera de sus formas. De modo que tampoco creo adecuado rechazar de plano la estructura y la organizacin eclesial como algunos quisieran hacer. La iglesia o cualquier tipo de organizacin de una religin acoge al creyente y le provee el sentido de cuerpo, el orden, y en ms de una ocasin la proteccin para su accionar. Tambin se dan ejemplos en contrario por ello la organizacin mantiene su carcter de instrumento. Solo para dar algunos ejemplos: las primeras declaraciones de Derechos Humanos, la lucha por la tolerancia (de la cual algunos hoy hacen gala como sus defensores como si hubieran sido siempre sus defensores) la lucha contra la esclavitud, el sufragio universal, en nuestro medio la concepcin del indgena y sus derechos, el parlamentarismo, la Ilustracin, la moderna neurologa, y otras ciencias y artes, as como en la creacin de organizaciones como la Cruz Roja, la Sociedad de Naciones o la Unin Europea, etc.. Muchos de los actores de estas acciones han vivido la relacin creyente laico, ya sea con otros laicos no creyentes, o en s mismos, sin dificultades. Hay en este punto un

falso dilema en el que se entrampan muchos, como lo demostrara tambin un repaso de la historia de Chile y de laicos - creyentes relevantes en el desarrollo del respeto a la libertad de conciencia y el desarrollo de un estado laico desde la comprensin de laicidad en nuestro pas. El laico privilegia la libertad de consciencia y de accin sobre si mismo y en la sociedad para perfeccionamiento mutuo, lo mismo realizan el laico creyente y el no creyente, sin distinciones. En el caso del creyente por medio de la mejor comprensin de lo que le es requerido desde la fe y ello seguidamente para el perfeccionamiento de la sociedad. El perfeccionamiento laico en ninguno de los dos casos es por ende solipsista, siempre es para un fin. No se agota en el perfeccionamiento individual. En consecuencia la actitud laica debera ser definida y entendida, en trminos positivos, como un estar en favor de", y no primariamente como un "estar en contra de". Esto ya sienta bases para la comprensin de la relacin que se debe mantener entre lo laico de distintas fuentes por ejemplo (laicidad, (reforma protestante laicismo, revolucin francesa) Si en algn asunto los laicos de cualquier disposicin ideolgica o de fe, actuando en el mundo se oponen es porque ello es requerido en el camino para lograr algo. El eje del accionar laico no est puesto en aquello a lo que se opone, sino en aquello que procura. Lo laico no se define por lo que no es, sino por lo que es; no por aquello en contra de lo cual est, sino por aquello en cuyo favor acta. Por lo tanto puede definirse como un estar a favor de, y en contra solamente de aquello que impide avanzar hacia el logro de lo que se procura. Aqu entra claramente el tema de optar por laicidad, o por laicismo en cuanto que tendencia representara mejor la actitud laica. Me parece ver muchas veces en riesgo esta cualidad esencial de lo laico por una especie de exageracin de la postura laicista, expresada por un sobre nfasis en un

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antagonismo religioso que expone a los laicos creyentes a una verdadera propaganda anti religiosa y anti creyente. Una actitud parecida a la que los laicos libres, creyentes y tolerantes experimentan por otro lado en las comunidades religiosas fundamentalistas e integristas. Un tema especfico que complica especialmente a los laicistas (que optan por el laicismo vs. laicidad) es el tema del dogma. A mi juicio, asumir esta postura tiene que ver con el modo en que el laico creyente y el no creyente deben enfrentarse a la inevitable, y omnipresente, realidad del dogma. Es decir, no hacer del dogma, y sobre el dogma, un discurso fundamentalista o intolerante, sin primero tratar de distinguir, con alguna claridad de que hablamos cuando nos referimos al dogma. As que, tratar de asumir una postura neutral para enfrentar el tema y no partir a priori de los usuales supuestos que tienden a convertirse en lugares comunes y frases clich, que suenan bien, o que son polticamente bienvenidos en los oyentes no creyentes, pero que no necesariamente son correctos. Por lo dems lo universalmente laico desde siempre es agitar los espritus, y no dormirlos, acicatear las dudas y alzar preguntas, y no necesariamente respuestas Definicin de Dogma. Un dogma es, segn el Diccionario de la Real Academia Espaola, una proposicin que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia. Dos cosas debemos retener en mente de esta definicin; primero que es una proposicin estimada como cierta, y como principio de y luego, que se refiere a una ciencia. Es curioso al menos que aparezca la palabra ciencia y debera de inmediato llamarnos la atencin, porque frecuentemente hemos usado el trmino dogma como lo radicalmente opuesto a ciencia. Y aqu se nos dice que el dogma es el principio de una actividad cientfica. Se nos aparece claramente en el horizonte, y puesto en el tapete, el trmino ciencia, y se nos hace

ineludible entrar en trabajar la definicin de ciencia, como se la entiende hoy, y no en el siglo XVIII. Pero eso nos llevara lejos de mi objetivo, aunque es una exploracin absolutamente necesaria de hacer a corto plazo para una comprensin laica inclusiva y pertinente en la sociedad chilena. Sin embargo, el sentido ms comn del dogma, es el de una doctrina sostenida por una religin, u otra organizacin de autoridad y que no admite rplica; es decir, es una creencia individual o colectiva no sujeta a prueba de veracidad, cuyo contenido puede ser religioso, filosfico, social, sexual, etc., impulsado por una utilidad prctica. La enseanza de un dogma o de doctrinas, principios o creencias de carcter dogmtico se conoce como adoctrinamiento. Aqu, con esta definicin del uso comn entramos en otro dilema, puesto que mucha actividad laica en muchos mbitos que se declaran y definen como laicos cuando se les escucha hablar suenan a adoctrinamiento dogmtico. En su origen (del latn dogma, y este del griego ) el trmino poda significar una norma, o decreto, emitido por una autoridad; o una opinin caracterstica de una escuela filosfica. Con el crecimiento de la autoridad de la Iglesia Catlica Romana, la palabra adquiri el que ahora es su significado ms usual, dogma teolgico o dogma de fe, del que derivan -por analoga- el resto de los usos habituales. De donde surge la tercera acepcin del DRAE 4: el dogma es, pues, el "fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religin". Tngase presente que en las definiciones del DRAE el significado de la palabra ciencia es tan extenso, que abarca incluso a las ciencias ocultas, como la astrologa y la alquimia. La Real Academia Espaola no menciona un ejemplo de un dogma en el campo de las ciencias basadas en el mtodo cientfico, ya que estas carecen de fundamentos o puntos capitales
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Diccionario de la Real Academia Espaola

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que sean de carcter innegable. Usando la tercera acepcin quien no podra suponer, afirmar y defender que existen dogmas laicos? Pero esto tampoco es el tema de hoy. El Dogma como verdad inamovible. De acuerdo con todas las definiciones recientes resulta que el dogma me parece no pasa ms all de ser un principio de partida de una actividad de reflexin sistemtica para generar conocimiento ordenado y sistematizado de algn tipo, que lo contina, y que nada impide, a pesar que se supone que no se busca necesariamente comprobar su veracidad, que el trabajo reflexivo serio, honesto y contextualizado sobre el mismo determine la necesidad de su abandono o transformacin. El Dogma como smbolo en palabras y concepto dinmico. Visto as el dogma viene a ser una especie de smbolo, solo que no en trminos plsticos materiales, sino sonoro y en palabras, 5 til para orientar la reflexin, y que debe ser ledo y entendido en contextos personales y sociales diversos, con mtodos diversos, y que finalmente funciona como cualquier otro smbolo. 6 Por eso un autor dice que, en su sentido vulgar, el dogma ha llegado a ser un smbolo en palabras osificado. Es decir muerto. Aunque para el creyente impactado por el est vivo, o mejor an el creyente vive en el smbolo, dogma. Sistemtica y Dogmtica. En resumen lo que podemos afirmar hasta ahora es que, en el caso de la religin y la teologa, la llamada teologa dogmtica viene a ser la actividad racional y razonada a partir de
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una proposicin teolgica considerada cierta. La dogmtica como ciencia teolgica es la parte de la teologa que trata de las verdades tericas de la fe, relativas a Dios y sus obras, especialmente la teologa oficial reconocida por un cuerpo de iglesia organizado, como la Iglesia Catlica, o la Iglesia Reformada. Es la exposicin cientfica de toda la doctrina terica acerca de Dios mismo y su actividad exterior, basado en los dogmas de la Iglesia. La teologa dogmtica hace hincapi en la importancia de la verdad propuesta, por encima de la experiencia, o las percepciones sensoriales. Hay que llamar la atencin en algunas expresiones, a saber: verdades tericas de la fe, exposicin cientfica de toda la doctrina terica, importancia de la verdad propuesta, por encima de la experiencia, o las percepciones sensoriales.

Sin duda el pensamiento dado su conexin al lenguaje est vinculado al odo, por tanto el pensar en cierto modo es audible y sonoro, y requiere el apoyo del espacio y de lo cenestsico. 6 De hecho he visto el trmino smbolo usado para referirse por ejemplo al credo apostlico

Es en la tercera afirmacin donde el mtodo teolgico dogmtico se separa de lo que llamamos ciencias duras o naturales, al poner la verdad propuesta como independiente de la verdad obtenida de la experiencia, o las percepciones sensoriales. Estamos pues

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entrando en otra dimensin de la ciencia, de otro nivel lgico, pero que no es menos lejana que mucha actividad de algunas corrientes de pensamiento que fascinan a muchas mentes laicas ms alejadas an que la dogmtica de la experiencia y de los datos sensibles, y carentes por cierto del estricto aparato racional y de exigencia de la teologa dogmtica. Dadas as las cosas aparece como carente de sentido contraponer dos rdenes lgicos entre s 7, uno que parte desde los datos sensibles y la experiencia con otro que parte desde verdades propuestas. En ambos sistemas se busca la verdad, pero se debe definir qu tipo de verdad es la que se procura encontrar, y ello define el mtodo que se debe usar. Hay cosas de las que solo la ciencia debe hablar, otras de las cuales la ciencia no tiene nada que decir. 8 Un tema y discusin aparte es diferenciar teologa dogmtica y teologa sistemtica, para la que existen, al menos, tres maneras de entenderla, y tambin est ms all de la intencin de este breve artculo. La ignorancia y la supersticin. As las cosas no se puede vincular al tema del dogma, sin ms a la supersticin y la ignorancia, pues evidentemente el dogma, como queda claro, es todo lo contrario de la ignorancia en un determinado mbito de la reflexin sistemtica sobre verdades propuestas generalmente desde la experiencia vivenciada, e interpretada, por medio de la fe, como es el caso de la experiencia histrica del pueblo judo. De modo que por ese camino no llegamos al puerto que buscamos. Lo que necesitamos trabajar para entender la relacin entre dogma e ignorancia y supersticin es diferenciar entre dogma y dogmatismo, o actitud dogmtica y aclarar lo que ocurre cuando una lnea, o nivel del accionar en busca de la verdad irrumpe en el otro, y no respeta la autonoma de ese espacio.
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Tambin cuando una determinada lectura del dogma se impone sobre otras lecturas posibles sin argumentar sino con el auxilio del poder civil9. Creo que a estas alturas ms de alguno debe tener ya reminiscencias del tema tratado antes entre laicismo y laicidad, esta ltima como acepcin que se refiere al respeto deferente entre dos autonomas: Estado laico y religin. 10 En este caso cuando desde la reflexin dogmtica saltamos al de las ciencias que podemos llamar duras traspasamos indebidamente los lmites de dos mbitos autnomos, lo que no quiere decir que ambos no se interpelen mutuamente para su enriquecimiento recproco11. Llegamos as al caso y a lo que algunos llaman el trauma Galileo en la relacin entre ciencia teolgica y ciencia natural. Pero a quienes se quedan solo en ese trauma hay que recordarles la experiencia en contrario cuando las ciencias naturales pretenden invadir el otro campo de las ciencias y hacerse autnomas, y ese es el trauma Auschwitz12. De modo general, el dogmatismo es una especie de fundamentalismo o integrismo intelectual, o mejor an un imperialismo cognitivo. Los dogmas expresan verdades ciertas e indudables? Que no estn sujetas a cualquier tipo de revisin o crtica? El dogmatismo es una actitud natural y espontnea que tenemos desde que somos nios, y es una tarea de la madurez superarlo: "creemos" que el mundo que existe es exactamente de la forma en la que lo percibimos. Y esta es una forma de plantearse frente al mundo, y frente el otro, superable solo cuando se supera el egocentrismo cognitivo y afectivo. (A partir de la adolescencia con el logro del pensar formal, y ms difcil an el egocentrismo afectivo, nivel que algunos no logran nunca).

O esferas del hacer reflexivo humano On Religion, Essays; Leon Tolstoy

Inquisicin Tarea claramente inconclusa en Chile. 11 Paul Tillich: Teologa correlativa. 12 Un buen ejemplo puede ser el rol poltico que tuvo la psiquiatra en la ex URSS
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El 'dogmatismo' as entendido asume la perspectiva de una posicin filosfica respecto de la posibilidad del conocimiento. Hace derivar el pensamiento del ser, presupone la supremaca del objeto respecto al sujeto, y la capacidad del sujeto para recibir, sin distorsiones, la verdad del objeto tal como es en s mismo y de forma independiente al sujeto. Como podrn notar, cualquier actividad cientfica, en cualquier mbito, puede tornarse dogmtica en este ltimo sentido negativo de la palabra. Por este motivo, para el dogmatismo - la verdad existe; - la verdad se entiende como correspondencia o adecuacin entre la realidad (ser) y el pensamiento; - y esa verdad objetiva legitima al dogmtico como portavoz de la verdad y as justifica su fundamentalismo intelectual. Alternativas al dogmatismo son (de mayor a menor grado de radicalidad): escepticismo, relativismo y criticismo. El problema comienza a mi juicio en el paso dos, cuando la verdad, como la pienso yo y, o mi grupo, se entiende como correspondiendo a la realidad objetiva, en cuyo caso la realidad se corresponde al pensamiento, pero al pensamiento mo y de mi grupo. Parece ser que el problema, o dificultad del dogmatismo que se desva, est ms bien radicado, o fundamentado, en una actitud de centralidad o egocentrismo afectivo, que cognitivo. De aqu que la actitud fundamentalista o integrista cuando se la observa en el momento en que se expresa parece ms cercana una actitud totalmente afectiva, y lo cognitivo aparece como dominado por la pasin irreflexiva. A mi juicio hay dos emociones bsicas que pueden estar incidiendo en ello, a saber: el miedo y la angustia que suele surgir de la inseguridad, o la carencia de identidad que se defiende negndose, o aferrndose al poder de poseer la verdad. El dogmatismo es consustancial a la ortodoxia religiosa, pero no slo a ella. Los

cientficos genuinos aunque aspiran a una verdad universal estn abiertos a la refutacin o falsacin de las teoras, y en este sentido son crticos, no dogmticos. Cuando esta actitud no se da el cientfico cae tambin en el dogmatismo. Por su parte, el escptico niega la posibilidad de conocer ciertamente, y para el relativista el conocimiento depende de las condiciones (personales biogrficas, psicolgicas, sociales) del sujeto, y desde las cuales accede al objeto, y estas condiciones varan para cada sujeto por lo que no es posible construir ningn conocimiento cierto sin tenerlas en cuenta. Se queda entonces carente de base para construir nada cierto y menos defendible. Todo es pantano incierto. La actitud dogmtica y el dogma como instrumento de dominacin. Cuando la actividad dogmtica (como dogmatismo) irrumpe en el campo de las ciencias fsicas, sociales y naturales se sale de su mbito, y se cae en la supersticin, y es arrastrado a la ignorancia ya que se inhibe el camino hacia el saber, convirtindose en saber del momento pasado, y por tanto en ignorancia del conocimiento presente y del conocimiento posible; la ciencia muere, y se torna supersticin puesto que se convierte en cierto lo que es falso, ya que el saber en el mbito de las ciencias es de por si dinmico, falsificable, y provisional. En el caso del dogma. Por qu se impide la relectura del dogma en un determinado contexto socio cultural que aspira a perpetuarse, o cuando una situacin amenaza una cambio existencial inminente? Porque es amenazante, porque amenaza el statu quo del sistema, y se convierte en una amenaza para el poder. El poder quiere toda actividad cientfica controlada, incluida especialmente la centrada en el smbolo

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dogma, pero la reflexin como relectura del dogma entendido como principio, o como smbolo es incontrolable. Por eso los regmenes dictatoriales frenan, no el hacer de las ciencias duras; los bilogos, fsicos y qumicos siguen su trabajo, no hay una qumica por la libertad o por la dictadura; en cambio si se controla o prohbe la actividad filosfica y teolgica no oficiales, y se controla o prohbe la iglesia, salvo aquella que paraliza el dogma y lo lee en forma tal que se torna discurso legitimador del poder. De aqu la actitud inquisitorial. Es un peligro entonces desconocer el poder del dogma sea para la libertad, como para la opresin, para la sabidura, como para la ignorancia y la supersticin. Lo peor que se puede hacer es ignorarlo. Entonces, resumiendo, el dogma cerrado (osificado, muerto) se convierte en instrumento de la ignorancia (como conocimiento que ya no es adecuado al tiempo) y mecanismo de la supersticin, y herramienta o instrumento legitimador del poder establecido y de legitimacin del sistema y de quienes detentan el poder. Hacia la liberacin del Dogma. El mejor ejemplo a nivel occidental de lo que quiero decir con liberacin del dogma est en el caso Lutero. De su relectura en el tiempo surge la apelacin a la conciencia personal como autoridad, del individuo y su conciencia como fuente del derecho, de la dignidad del individuo, y no solo del colectivo, y todos los efectos que trae su revolucin hasta hoy. Los lugares comunes, frecuentes en crculos laicistas, pero especialmente en los centros de adoctrinamiento teolgico tienden a reducir el significado de la palabra a aquellos significados que sirven como fundamento para evitar, y si es posible revertir, los cambios sociales y evitar sus consecuencias transformadoras. Es decir la crtica genuinamente laica debe ir apuntada no a que

las instituciones y religiones usen dogmas, si no que los cierren (osifiquen y asesinen) sin permitirles evolucionar con el contexto y la existencia cotidiana de cada sujeto y del pueblo, usndolos por el contrario, osificados, para retener el poder sobre las sociedades y las conciencias de los individuos. La actitud laica tiene necesariamente que ser la que procura liberarlo de la actitud dogmtica, o dogmatismo, como smbolo en palabras para que contribuya en aquellos (creyentes) que son impactados por ellos en sus vivencias; y liberar al dogmtico de su dogmatismo. No para que abandone su fe, sino para que se atreva a extraer de su smbolodogma el mximo de potencial para el cambio personal y el cambio y progreso social. Por eso el laico y sus organizaciones no est en contra ni a favor de religin o filosofa alguna, de dogma alguno, solo quiere liberar al dogmtico de su dogmatismo, de su egocentrismo cognitivo y afectivo, evitar su uso para mantener en lo social sistemas obsoletos e injustos, tambin a travs de la sacralizacin de una sola lectura, con exclusin de todas las otras lecturas posibles acorde al tiempo, y como fuente de legitimidad del statu quo13; y en lo personal la rigidez que impide acceder al otro, y los otros, con la actitud de apertura y respecto necesarios, porque no hay actitud ms opuesta a la actitud laica que la actitud dogmtica. Pero, alerta a un peligro, huir del ser dogmtico y del dogmatismo no equivale a ser un hombre sin principios ni creencias firmes, uno que nada cree, nada afirma, eso es solo cinismo. Solo puede ser genuinamente laico un hombre que se siente seguro, que afirma y conoce lo suyo, desarrolla y avanza en lo propio, siempre en plena aceptacin y respeto del otro, enriqueciendo su propio acervo de luz en ese dilogo fraterno entre hombres de carcter y principios.

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Cuantas cosas de justificaron en Latinoamrica con el recuro a la defensa de la civilizacin occidental Cristiana lo que quera en estricto sentido decir, defensa de una determinada lectura del smbolo cristiano.

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El reconocimiento de Palestina en la ONU va a fortalecer las fuerzas laicas de paz. La opinin de Sami Nar.

El reconocimiento por parte de la comunidad internacional de la Autoridad Palestina (ANP) en Naciones Unidas, con el estatuto de Estado Observador, es una de las decisiones ms justas e imprescindibles que la humanidad poda y tena que tomar desde hace ya 24 aos, es decir, desde el momento en el que la Organizacin para la Liberacin de Palestina (OLP) adopt en 1988, en Argel, la difcil e histrica decisin de reconocer la existencia del Estado israel, seal a fines de noviembre pasado, Sami Nar, politlogo, filsofo, socilogo y catedrtico francs, de origen argelino, en una columna de opinin en El Pas de Espaa. Este especialista en movimientos migratorios y creador del concepto de codesarrollo, entre 1997 y 1999 fue asesor del Gobierno de Lionel Jospin y luego parlamentario europeo hasta 2004. Catedrtico en Ciencias Polticas, es director del Centro Mediterrneo Andalus (CMA) y profesorinvestigador en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Defensor de los derechos de los emigrantes, es autor de un libro de gran impacto como es La Europa Mestiza, donde define el proceso migratorio hacia ese continente como irreversible. Ha seguido con profundidad los acontecimientos del Medio Oriente, lo que se advierte en mltiples artculos sobre los hechos que marcan la agenda de esa regin.

Sostiene Nar, que aquella decisin de reconocimiento de la OLP, desemboc en los Acuerdos de Oslo (1993) entre los dos pueblos, merced tanto a la sabidura como a la lucidez de Isaac Rabin y de Yasir Arafat.

Sami Nar

Se lamenta que, en lugar de conseguir la tan deseada paz a travs de la comunidad internacional y las fuerzas razonables de ambos pueblos, se dio una desastrosa poltica de destruccin de los acuerdos, especialmente por

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parte de la derecha israel dirigida por el general Sharon, cuyo objetivo explcito era impedir la creacin de un Estado palestino al lado de Israel. Proyecto que provoc tanto la deslegitimacin de la Autoridad Palestina, bajo el mando de Arafat, como el auge de una oposicin islamista contraria a cualquier negociacin con los israeles. El proceso negociador se vio cada vez ms atrapado en las provocaciones violentas de unos y las reacciones sanguinarias de otros. El conflicto, en s mismo extraordinariamente complejo, se volvi una tragedia para el destino de ambos pueblos. El rechazo de la paz negociada, seala Nar en su columna de El Pas, por parte de la derecha y de la extrema derecha israel tuvo, entre otras, dos consecuencias destructivas: la primera, gener una verdadera guerra interna en el seno mismo del pueblo palestino entre los demcratas laicos de la Autoridad Palestina y el islamismo de Hams. La organizacin reprochaba a la ANP haber vendido la soberana a los israeles y norteamericanos a cambio de nada, con la consecuencia de las colonizaciones y el encierro del pueblo palestino en Gaza, una crcel al aire libre. De ah la victoria del islamismo poltico en las elecciones palestinas y su transformacin en partido de la resistencia, que estas ltimas semanas acaba de frenar al superpotente Ejrcito israel. Lema: solo la resistencia, obviamente a costa de centenares de vidas humanas, puede detener la expansin colonialista de Israel. La segunda consecuencia indica - fue la destruccin de las fuerzas de paz en Israel, empezando por el propio partido laborista. Lo que viene a conformar un campo poltico israel esencialmente dominado por la derecha y, sobre todo, la desaparicin progresiva de la tradicin laica, secular, del nacionalismo y socialismo israel. De ah un nuevo mapa de confrontacin: la derecha israel confesionaliza el enfrentamiento con los palestinos y estos, que

como mnimo dominan en Gaza, responden con la misma confesionalizacin. El conflicto, que es fundamentalmente poltico, se ha convertido en uno religioso en estos ltimos 10 aos, es decir, una guerra entre judos y musulmanes. Esa es la gran catstrofe regional, afirma este destacado observador, que valora en su significacin el reconocimiento del Estado palestino en la ONU, replanteando totalmente las coordenadas de la contienda.

Va a fortalecer las fuerzas laicas de paz en los dos pases afirma - y va a permitir a los palestinos crear su propio espacio estratgico internacional, sin necesidad de intermediarios, ya sean rabes o no. Asimismo, ms all del discurso oficial de EE UU, es muy probable que el propio Barack Obama, aproveche en el futuro esta decisin, para moverse con ms firmeza en su segundo mandato, sin las presiones pro-israeles de su primer periodo.
ACCION URGENTE

Una nia de 15 aos, superviviente de violacin, corre peligro de quedar bajo arresto domiciliario y ser flagelada en Maldivas. Fue declarada culpable de fornicacin y condenada a ocho meses de arresto domiciliario y 100 latigazos.
http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/maldivasflagelacion-nina-15/

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La Iglesia Catlica contra el fantasma de Galileo. Tres episodios de nuestro tiempo.


Hermes H. Bentez
M.A., Ph.D., University of Alberta, Canad.

no espero ninguna mejora [en mi situacin], y esto porque no he cometido ningn crimen. Podra esperar perdn y favor si hubiera hecho mal, pues las malas acciones dan a los que mandan ocasin para el ejercicio de la clemencia y el perdn, mientras que hacia un hombre inocente bajo condena les conviene mantener la ms complete severidad, con el fin de mostrar que ellos han procedido de acuerdo con la ley. Galileo a Fabri von Peiresc, 21 de febrero de 1635.

La historia del conflicto entre la Iglesia Catlica y Galileo, y en general entre esta vetusta institucin y la ciencia moderna, constituye un drama complejo y fascinante, que cubre ya ms de tres siglos y medio, lo que lo hace, por cierto, inabarcable en el limitado espacio de un ensayo, o incluso en el de varios libros (1). Sin embargo, es posible llegar a formarse una idea bastante certera de la esencia y carcter general de esta conflictiva relacin, a partir del relato de tres de sus episodios ms recientes, los que tuvieron lugar en los ltimos casi tres cuartos de siglo, es decir durante la vida de quien escribe.

A continuacin procederemos a relatar y examinar separadamente, en orden cronolgico, cada uno de estos episodios: 1. El as llamado Escndalo Paschini, (1941-1979); 2. La supuesta rehabilitacin de Galileo por parte de la Iglesia catlica (1979-1992) y 3. El anuncio, y posterior retractacin de la Iglesia, de que se levantara una estatua de Galileo en los jardines vaticanos (2008-2009). Para ser ms precisos, estos episodios abarcan en conjunto exactamente 70 aos, que van desde 1941 al 2009, y tuvieron lugar durante los pontificados de tres Papas: Po XII, Juan Pablo II, y Benedicto XVI (2). Es, por cierto, altamente significativo que a pesar de que estos hechos se dieron bajo tres diferentes pontfices en los momentos en que se producan en el mundo una serie de acontecimientos de gran importancia histrica: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fra, el Concilio Vaticano II, el inicio de las eras atmica y espacial, as como la introduccin masiva de las tecnologas de comunicacin

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electrnica, etc. la Iglesia, como mostraremos en las pginas siguientes, haya mantenido esencialmente la misma posicin, tanto hacia la ciencia en general como hacia uno de sus ms grandes hroes y padres fundadores: el fsico, astrnomo y matemtico pisano Galileo Galilei. El Escndalo Paschini (1941-1979).
Ciertamente yo no podra, con el fin de complacer a aquellos que tienen intereses creados, falsificar los resultados de mi investigacin. . porque uno debe tener el coraje de decir la verdad incluso cuando ella resulta ser amarga. Po Paschini, carta a su amigo Giuseppe Vale, 1946

El primer episodio, al que nos referiremos aqu, aun escasamente conocido, tanto en el mundo anglosajn como en el de habla hispana, es lo que ha sido denominado por algunos crticos de la Iglesia como el escndalo Paschini, y cuyos principales hechos son los siguientes: al acercarse la fecha de conmemoracin de los 300 aos de la muerte de Galileo (ocurrida en Arcetri el 8 de enero de 1642), la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano decidi comisionar a Monseor Po Paschini (Tolmezzo, 1878-1962), un especialista en historia de la Iglesia y presidente de la Universidad Laterana, para que escribiera un libro acerca de la vida y obra del gran cientfico toscano. Tal como se anticipaba en un artculo escrito por el presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias y simultneamente de la Universidad Catlica de Miln, el cura franciscano Agostino Gemelli, publicado en diciembre de 1941 en el peridico vaticano L`Osservatore Romano: el volumen proyectado sera una efectiva prueba de que la Iglesia no persigui (?) a Galileo, sino que lo ayud considerablemente en sus estudios. No ser un libro apologtico de la Iglesia, porque esta no es la tarea de los estudiosos, sino un estudio histrico y erudito de los documentos existentes sobre el caso (3). O, como lo sealara el propio Paschini, en una carta de mayo de 1946 dirigida al Secretario del Estado Vaticano, Giovambattista Montini, donde le

cuenta que Gemelli le haba manifestado que lo que la Iglesia quera era una contribucin a la clarificacin de la vida y actividades cientficas de Galileo que estuviera lejos de las preconcepciones de cualquier partido, es decir, imparcial hacia todo inters sectario o ideolgico (4). En enero de 1945, despus de ms de tres aos de intenso trabajo, el laborioso Paschini consigui dar trmino a su biografa, en dos volmenes, del gran cientfico toscano, a la que titul: Vita e opere di Galileo Galilei. Como disciplinado intelectual y cura catlico que era, someti su texto a la consideracin del organismo censor de la Iglesia con el fin de obtener el imprimatur, es decir, la autorizacin oficial de publicacin (5). Sorprendentemente, luego de ser larga y detenidamente examinada por consultores de la Pontificia Academia de las Ciencias, del Observatorio Astronmico Vaticano y, por cierto, del Santo Oficio (actualmente denominado Congregacin para la Doctrina de la Fe), la erudita obra de Paschini fue rechazada, por ser considerada como non oportuna, y como no recomendable, nada menos que por ser muy favorable a Galileo, y demasiado crtica de la conducta de la Iglesia, en especial del papel jugado por los jesuitas en el famoso affaire. Luego de varios intentos frustrados de conseguir que la Iglesia autorizara la publicacin no censurada de su libro, Monseor Paschini fallece, en diciembre de 1962, sin haber conseguido realizar su propsito de verlo finalmente editado. Con posterioridad a la muerte de su autor, sus ejecutores testamentarios se pusieron en movimiento con el fin de poder publicar pstumamente aquella obra, sin llegar a lograrlo. Ser slo dos aos ms tarde, al cumplirse en 1964 los cuatro siglos del nacimiento del cientfico toscano, y veinte aos despus de haber sido escrita, a las puertas del Concilio Vaticano II, que la Iglesia decidir, por fin, poner la Vita e Opere di Galileo Galilei al alcance de la curia y de los estudiosos del tema. Lo har bajo el patrocinio

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oficial de la Pontificia Academia de las Ciencias, quedando su publicacin a cargo del cura belga Edmond Lamalle, archivista del Archum Romanum, de la Compaa de Jess en Roma. Sin embargo, el texto del libro editado por Lamalle divergira considerablemente de los originales redactados por Monseor Paschini a fines de la Segunda Guerra Mundial. Pero esto no llegara a saberse sino 14 aos despus de su publicacin, cuando, en 1978, el especialista Pietro Bertolla proceder a cotejar el manuscrito original del libro de Paschini con la versin editada por Lamalle, descubriendo que esta ltima presentaba tal cantidad de cambios, enmiendas y correcciones, que en realidad constitua una flagrante falsificacin de lo escrito por su autor. Como lo describiera el influyente historiador de la ciencia Richard J. Blackwell: Al manuscrito [original] se le hicieron varios cientos de modificaciones, tanto en el cuerpo de la obra como en sus notas, las que iban desde sustituciones relativamente triviales de una sola palabra, hasta reversiones completas del sentido del texto. Pasajes enteros fueron eliminados, otros agregados, y otros reemplazados; el enfoque interpretativo general del libro fue revertido [por Lamalle] a una visin menos favorable a Galileo y ms favorable a la Iglesia y a los jesuitas. Esta no slo fue una adulteracin en gran escala de la obra de Paschini sino simplemente una falsificacin (6). Pero el cura Lamalle no se limitara a desvirtuar y adulterar el espritu y la letra del libro de Paschini, sino que, adems, procedera a ocultar sus propsitos censores y la magnitud y carcter de su intervencin en el texto de los originales de aqul. As lo delata la Nota introduttiva allopera, escrita por Lamalle, en la que declara con todo desparpajo que los cambios hechos por l, tanto en el texto como en las notas del libro, habran sido deliberadamente muy moderados, limitndose a algunas correcciones que nos parecieron

necesarias, y a una puesta al da de carcter menor de su bibliografa (7).

Pio Paschini

Por cierto, no se necesita ser especialmente astuto para comprender que el cura Lamalle no desvirtu, censur y falsific el libro de Monseor Paschini por simple capricho o celo personal, sino cumpliendo rdenes expresas de sus superiores jerrquicos, como necesariamente ha de ocurrir en toda institucin autoritaria y verticalista. Adems, el hecho mismo de que nadie dentro de la Iglesia haya denunciado, ni tampoco castigado, al falsificador, una vez puesta en evidencia su dolosa accin, est mostrando que la deleznable conducta del jesuita Lamalle no fue consecuencia de una hostilidad puramente personal suya hacia Paschini, sino el resultado del antigalilesmo sistmico de aquella institucin. Pero lo ms significativo, porque delata el viejo empecinamiento censor de la Iglesia, es que hasta hoy la Vita e Opere di Galileo Galilei, en su texto original, es decir, no adulterado, no ha sido nunca publicada por la

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Academia de las Ciencias, ni por ninguna otra institucin laica o casa editorial. De manera que las tres ediciones del libro de Paschini publicadas hasta hoy, esto es, las dos de la Pontificia Academia de las Ciencias, de 1964, y la de la editorial Herder, de 1965, que continan a la venta, no son otra cosa que tres distintas versiones impresas de la misma falsificacin. No cabe duda que la publicacin de una edicin no adulterada del libro de Po Paschini por parte de la Academia Pontificia de las Ciencias hubiera sido una inmejorable oportunidad para que la Iglesia demostrara mediante un hecho, y no solo con palabras, su supuestamente positiva disposicin contempornea hacia la figura de Galileo, pero que aquel organismo de la Iglesia haya dejado pasar dicha oportunidad es sintomtico, y una demostracin ms, de sus verdaderos sentimientos hacia Galileo y su obra cientfica. Llegar la Iglesia catlica a publicar alguna vez el original no adulterado de la Vida y Obra de Galileo Galilei? Es imposible saberlo, pero si esto no lleg a producirse durante el pontificado de Juan Pablo II, podr imaginarse el lector lo difcil que es que tal cosa llegue a ocurrir bajo el pontificado de Benedicto XVI. He aqu, entonces, que al examinar con algn sentido crtico la historia de la publicacin de aquella biografa de Galileo especialmente encargada por la Iglesia a uno de sus ms destacados intelectuales, con el fin de mostrar su buena disposicin actual hacia el gran cientfico toscano y su obra, ha venido a confirmar, precisamente, su entero opuesto, es decir, el mal disimulado rechazo e intolerancia por parte de los sectores conservadores dominantes de esta milenaria institucin hacia la figura y legado del gran cientfico toscano. La supuesta rehabilitacin de Galileo (19791992).
Galileo ha tenido que soportar varias [pseudo]rehabilitaciones. Como acabo de mencionar,

Monseor Bernard Jacqueline nos dice que la memoria de Galileo fue rehabilitada en 1734. Las obras que defendan la teora copernicana, como el Dilogo [sobre los dos mximos sistemas], tuvieron que esperar un poquito ms, hasta 1757 y la autorizacin de la enseanza de dicha teora hasta 1822. Aludiendo slo a nuestro siglo, en el Concilio Vaticano I ya se oy alguna voz que hablaba de un homenaje reparador a la memoria de Galileo. Pero la operacin rehabilitacin de Galileo que en los ltimos aos ha aparecido peridicamente en nuestros medios de comunicacin, se debe, sin duda, a Juan Pablo II. Antonio Beltrn Mar

Paul Poupard

El segundo episodio que relataremos a continuacin sin duda el de mayor importancia y resonancia pblica de los tres examinados en este ensayo lo constituye la as denominada rehabilitacin de Galileo, que encontr su climax y cierre oficial en el acto solemne realizado en la Sala Regia del Vaticano, el 31 de octubre de 1992. Ese da, esto es, 359 aos despus de la condena de Galileo por la Inquisicin romana, se hicieron pblicas una serie de declaraciones de las ms altas autoridades de la Iglesia, que casi todo el mundo interpret como una efectiva rehabilitacin (8) del gran cientfico italiano, as como un tardo pero sincero reconocimiento de los errores y responsabilidades histricas que le corresponden a dicha institucin por su conducta autoritaria, intolerante y represiva

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hacia la doctrina copernicana. Nos referimos, por cierto, al as denominado Informe Final, presentado por el entonces obispo Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, y al discurso del Papa Juan Pablo II, con cuya lectura se puso cierre a los trabajos de la comisin interdisciplinaria encargada de estudiar el caso Galileo. La historia de este segundo episodio se iniciara el 10 de noviembre de 1979, con el discurso ledo por Juan Pablo II ante la Pontificia Academia de Ciencias, con motivo de la celebracin del primer centenario del nacimiento de Albert Einstein, en el que el Papa pronunci las histricas palabras que pondran en movimiento la as denominada rehabilitacin de Galileo: La grandeza de Galileo es de todos conocida, tanto como lo es la de Einstein; pero con una diferencia: que en comparacin con aqul a quien estamos rindiendo hoy honores, ante el Colegio Cardenalicio en el Palacio Apostlico, el primero tuvo que sufrir mucho no podemos ocultarlo a manos de hombres y organizaciones de la Iglesia(9). En esta misma oportunidad el Papa anunciara que se crear una comisin interdisciplinaria, formada por telogos, cientficos e historiadores, quienes Animados por un espritu de sincera colaboracin, profundicen el examen del caso Galileo y reconociendo errores, de uno y otro lado (sic), despejen la desconfianza que este asunto an suscita en muchas mentes, en detrimento de una fructfera colaboracin entre la ciencia y la fe, entre la Iglesia y el mundo (10). Al ao siguiente, es decir, en 1980, hablando por Radio Vaticano, Monseor Bernard Jacqueline, en representacin del Secretariado para los no Creyentes, de la Santa Sede, inform que el Papa Juan Pablo II deseaba mejorar las relaciones de la Iglesia con el mundo cientfico, y que para este efecto se re- examinara el caso Galileo. El da 3 de junio de 1981 se constituye la comisin pontificia especial encargada de

estudiar lo que la Iglesia denomin eufemsticamente como la controversia entre las teoras ptolomeica y copernicana en los siglo XVI y XVII, es decir, el conflicto entre Galileo y la Iglesia catlica. Tres aos ms tarde, esto es, en 1984, el entonces Obispo Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, declar, escueta pero significativamente, en la introduccin de lo que vendra a ser el primer informe pblico de la Comisin Interdisciplinaria, que los jueces del Santo Oficio se equivocaron al condenar a Galileo; cometieron un error objetivo (11). Durante una visita oficial a la ciudad de Pisa, lugar de nacimiento de Galileo, del da 22 de septiembre 1989, Juan Pablo II se refiri una vez ms al gran cientfico, en los trminos siguientes: Cmo podramos no recordar el nombre del gran personaje que naci aqu, y que dio aqu sus primeros pasos hacia una reputacin que nunca morir? Imprudentemente opuesta al principio [la obra cientfica de Galileo], es ahora reconocida por todos como una etapa esencial en la metodologa de la investigacin y, en general, en el camino hacia la comprensin del mundo natural (12). Finalmente, y luego de transcurridos 13 aos desde que el Papa anunciara su creacin en 1979, el 31 de octubre de 1992, en una ceremonia solemne, ante los miembros la Academia Pontificia de las Ciencias, Juan Pablo II da lectura a un extenso discurso en Francs, posteriormente al cual el Cardenal Poupard presenta el Informe Final, en el que se resumen y fundamentan las conclusiones de los trabajos de la comisin encargada de estudiar el caso Galileo. Pasajes escogidos de dicho informe son entregados a la prensa, los que sern casi unnimemente interpretados, especialmente por los medios del mundo catlico, (13) como dando expresin a una verdadera rehabilitacin de Galileo, y como un sincero y amplio

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reconocimiento de los errores y responsabilidades que le corresponden la Iglesia por su conducta autoritaria y represiva hacia el cientfico toscano y su obra. Significativamente, la palabra rehabilitacin no aparece empleada ni una sola vez en el discurso del Papa Juan Pablo II, ni tampoco en el as llamado Informe Final. Trece aos demor la Comisin Papal en llegar a dichas conclusiones, pero si contamos desde la fecha de la condenacin de Galileo en 1633, le tom a la Iglesia catlica un total de 359 aos, cuatro meses y nueve das llegar a este punto.

Examen de algunos puntos claves del Informe Final. El Informe Final, un documento cuyo texto en Ingls cubre un total 1380 palabras, comienza haciendo un poco de historia del origen de la comisin papal, y luego de explicar su estructura y los nombres de sus diferentes grupos de trabajo, entra en su parte sustantiva mediante la definicin de sus fines: El propsito de estos grupos era responder a las expectativas del mundo de la ciencia y la cultura con respecto a la cuestin de Galileo, volver a analizar todo el caso con plena fidelidad a los hechos histricos establecidos, y de acuerdo con las doctrinas y la cultura de la poca, as como reconocer

lealmente, en el espritu del Concilio Ecumnico Vaticano II, los errores y las razones, vengan de donde vengan. No se trataba de revisar un proceso sino de llevar a cabo una reflexin serena y objetiva, tomano en cuenta el contexto histrico y cultural. La investigacin fue amplia, exhaustiva, y en todas las reas involucradas. La Comisin se plante tres preguntas: Qu ocurri? cmo ocurri? Y por qu ocurri? (14). Como podrn advertir los lectores, Poupard se limita aqu a repetir casi textualmente las declaraciones papales del 10 de noviembre de 1979 ante la Academia Pontificia de las Ciencias, con motivo de la celebracin del centenario del nacimiento de Albert Einstein. Pero a continuacin, mediante una verdadera voltereta retrica, Poupard procede a declarar lo que no solo es manifiestamente contradictorio con lo que acaba de afirmar ms arriba _en el sentido de que se volver a examinar todo el caso Galileo_ sino que, adems, constituye una sorprendente revelacin, al anunciar que en realidad no habr revisin del proceso a Galileo. Es decir, la Comisin ha fijado desde el principio unos lmites tan estrechos a aquel reexamen del caso Galileo, que ste no incluy una revisin del proceso de 1633. La pregunta que se plantea aqu es obvia: Cmo puede revisarse efectivamente el caso, sin volver a examinar el proceso en el que se origin? Porque, evidentemente, sin el proceso a Galileo no hubiera existido el caso Galileo. Pero la implicacin ms grave de esta maniobra es que al no revisar o examinar, de modo alguno, el proceso, la comisin reafirm, de hecho, el carcter irrevocable y la justicia de la sentencia de 1633. Por cierto, este conveniente acotamiento de sus lmites le restar toda efectividad y credibilidad a la supuestamente amplia y exhaustiva investigacin, la que por lo dems no sera hecha a la luz del da por un organismo imparcial, sino por miembros de la propia Iglesia, y en el secreto de las referidas

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comisiones de trabajo. De all que resulte enteramente vacua la afirmacin de Poupard, hecha al cierre del Informe, en el sentido de que los miembros de la Comisin Interdisciplinaria habran disfrutado de la ms amplia latitud para explorar, investigar y publicar en la completa libertad que exigen los trabajos cientficos. (Destacado nuestro) En realidad aqu no hubo una tal libertad para explorar e investigar, ni mucho menos para publicar, puesto que la curia no est autorizada para dar expresin pblica escrita a sus opiniones sin el expreso conocimiento y autorizacin de sus superiores. Pero, adems, los acotados y estrechos parmetros dentro de los cuales la Iglesia enmarc los trabajos de la Comisin, impedan desde la partida una verdadera e imparcial investigacin de los hechos. A la luz del caso Paschini examinado ms arriba, se hace transparente la intencin retrica que se oculta tras cada una de aquellas bellas frases de Poupard. Tampoco pueden caracterizarse las actividades de dicho organismo como teniendo un carcter cientfico, en ningn uso adecuado del trmino. Con mucha ms propiedad podran calificarse stas como ejercicios de propaganda, o public relations, pero de ningn modo como actividades de carcter cientfico, o motivada por propsitos cientficos. En primer lugar porque aqu, evidentemente, no se trataba de establecer la verdad del caso Galileo, por lo dems conocida, sino de cautelar la imagen pblica de la institucin patrocinante de aquellas supuestas investigaciones. De manera que, al negarse a revisar el proceso en contra de Galileo, la comisin parti prejuzgando algunas de las ms importantes de sus eventuales conclusiones, descartando as, de entrada, toda posibilidad de una efectiva crtica a la conducta de la Iglesia. Y lo que es aun ms significativo: al no examinar el proceso, la comisin cerr a priori toda de posibilidad de arribar a una verdadera rehabilitacin del cientfico toscano, y en consecuencia de poder

rehabilitar moralmente a la Iglesia ante el mundo y la historia. Contina el texto del Informe Final: El cardenal Roberto Bellarmino, en una carta del 12 de abril de 1615, dirigida al carmelita Foscarini, ya haba sealado las dos verdaderas cuestiones planteadas por el sistema copernicano: Es verdadera la astronoma copernicana en el sentido de estar apoyada por pruebas verificables y verdaderas, o solo se sostiene sobre conjeturas y probabilidades? Son las tesis copernicanas compatibles con las afirmaciones de las Sagradas Escrituras? De acuerdo con Roberto Bellarmino, mientras no hubiera pruebas de que la Tierra orbitaba en torno al Sol, era necesario interpretar con gran circunspeccin los pasajes bblicos que declaraban la inmovilidad de la Tierra. En realidad Galileo no haba conseguido probar de modo irrefutable el doble movimiento de la Tierra _su rbita anual en torno al Sol y su rotacin diaria en torno al eje polar, aunque l estaba convencido de que haba encontrado pruebas de ello en las mareas ocenicas, cuyo verdadero origen sera demostrado ms tarde por Newton. (15). Como puede verse, una vez descartada la revisin del proceso, a la Iglesia le quedaba un solo camino a seguir: insistir en la justicia del proceso a Galileo. Para ello nada mejor que desempolvar el astuto pero falaz argumento del cardenal Bellarmino segn el cual esta institucin no poda aceptar que la Tierra gira en torno al Sol porque ello no haba sido cientficamente demostrado por Galileo. Como si la Iglesia estuviera en condiciones de exigir pruebas irrefutables a la ciencia emergente, mientras que al mismo tiempo postulaba sin otro apoyo que la fe, tanto la verdad absoluta de sus dogmas, como la del sistema geocntrico. Es decir, la posicin del cardenal inquisidor ante el copernicanismo de Galileo contena una profunda inconsistencia, porque le aplicaba a esta teora unos criterios evidenciales y de

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validez que no estaba dispuesto a aplicarle a sus propias creencias dogmticas, ni a la propia teora geocntrica. En este mismo contexto, ha sido mrito del estudioso espaol Antonio Beltrn Mar, destacar otra dimensin de la actitud de la Iglesia hacia Galileo y su ciencia casi nunca correctamente comprendida, cuando, en su libro monumental, titulado Talento y Poder, escribe: La literatura apologtica en general, y sobre todo el torrente de publicaciones provocado por la revisin del caso Galileo iniciada por Juan Pablo II, ha intentado inculcar la falsa idea(como dice Galileo) de que el ncleo de la cuestin entre Bellarmino y Galileo - entre la Iglesia y Galileo - era de naturaleza cientfica, metodolgica o filosfica. La rplica obvia es que, en las disputas filosficas, incluso aunque uno no pueda probar su tesis, no se amenaza con la condena y la crcel o cosas peores, as como con la prohibicin de sostener o defender esa teora. En las polmicas cientficas, los errores o incongruencias no se identifican con herejas y no se trata a los adversarios como delincuentes. Y, naturalmente, la participacin en ellas exige competencia en la disciplina correspondiente (16). A continuacin los redactores del Informe Final echan mano de un recurso argumental hasta ahora indito, al que denominaremos aqu como la teora de la rehabilitacin implcita. Segn sta, y ms all de lo que todo el mundo pudo haber credo, en realidad la sentencia de 1633 en contra de Galileo haba sido ya implcitamente revocada por el Papa Benedicto XIV en 1757. Esto es, por decir lo menos, una afirmacin sumamente curiosa, que de ser verdadera, reducira al ridculo y el absurdo gran parte de la conducta de la Iglesia hacia Galileo por casi dos siglos y medio, incluyendo, por cierto, el trabajo de la Comisin Interdisciplinaria misma. Es cierto, segn seala Poupard, que Benedicto XIV autoriz en 1757 el

levantamiento de la prohibicin de los libros que postulaban la inmovilidad del Sol y el movimiento de la Tierra, pero ello no signific en modo alguno, el trmino de la persecucin eclesistica de la obra de Galileo, como debi haber ocurrido si efectivamente hubiera existido una revocacin implcita de la sentencia de 1633 por parte de la Iglesia. Que esto no fue as lo confirma el hecho de que, ocho aos ms tarde, el astrnomo francs Joseph Lalande, tratar infructuosamente de que las autoridades catlicas retiren del Index las obras de Galileo, lo que sera algo completamente inexplicable si la rehabilitacin implcita hubiera sido una realidad efectiva. Pero si esta nocin de una reforma implcita de la sentencia de 1633 es manifiestamente inaceptable, lo es ms an la firmacin de que la autorizacin concedida por Benedicto XIV a la publicacin de la primera edicin de las Obras Completas de Galileo en 1741, habra correspondido a una reaccin de la Iglesia ante el descubrimiento de ciertas pruebas pticas del hecho de la rotacin de la Tierra en torno al Sol. Porque como el cardenal Poupard lo sabe muy bien, estas pruebas fueron descubiertas solo a partir de 1828, es decir, casi un siglo despus (17). Que la publicacin de las obras de Galileo en 1741 no haba implicado un cambio, ni en el espritu ni en la letra, de la sentencia de 1633, queda demostrado por los siguientes hechos, convenientemente omitidos en el Informa Final: 1.Que la referida publicacin fue autorizada solo una vez que se introdujeron cambios en los textos galileanos, con el fin de hacer aparecer la doctrina copernicana como una simple hiptesis, lo que por s solo refuta la afirmacin del cardenal de que la publicacin de los escritos del cientfico toscano hubiera sido motivada por el reconocimiento de la Iglesia de que la teora copernicana haba sido empricamente confirmada. 2. Que aquella edicin del Dilogo sobre los dos mximos sistemas iba precedida por el texto de la

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sentencia y la abjuracin de Galileo, as como por un ensayo anexo, escrito por algn censor de la Inquisicin, en el que los pasajes de la Biblia referentes al orden del mundo eran interpretados de la manera catlica tradicional. 3. Que aquella publicacin se hizo sin que se hubieran levantado, ni la condena del cientfico toscano, ni la prohibicin general del copernicanismo, como lo demuestra categricamente el hecho de que la obra de Coprnico: Las revoluciones de las esferas celestes continu en el Index, junto con los Eptomes de astronoma copernicana, de Kepler, y los propios Dilogos, de Galileo. De manera que aquella episdica edicin, censurada y alterada, de las obras de aqul, no implicaba, en modo alguno, un reconocimiento implcito de la verdad del copernicanismo, como lo afirma Poupard. Pero, adems, fue precisamente porque las sentencias en contra del copernicanismo (1616) y en contra de Galileo (1633) continuaban entonces vigentes, que 62 aos ms tarde, cuando en 1819 el cannigo Giuseppe Settele trat de obtener la autorizacin eclesistica para la publicacin de su libro sobre Optica y Astronoma, sta le fue denegada por la Congregacin del Index, con el pretexto de que en aquella obra se postulaba la teora heliocntrica, no como una simple hiptesis, sino como una verdad cientfica establecida. En sntesis, una lectura crtica de los pasajes principales del Informe Final, no permite llegar, entonces, a las siguientes conclusiones: 1. La Iglesia catlica no lleg a revisar el proceso instruido en 1633 por la Inquisicin romana en contra de Galileo, aunque desde el anuncio papal de que se creara una comisin interdisciplinaria se declar que se tena la intencin de hacerlo. 2. Tampoco lleg la Iglesia a disculparse ante el mundo, de manera conmensurable con el dao hecho a Galileo y a la ciencia moderna, por su conducta represiva y

autoritaria hacia el gran fsico, matemtico y astrnomo, aunque casi todo el mundo fue convencido de que, efectivamente, lo haba hecho. 3. Galileo no fue rehabilitado, ni invalidada su condena, aunque gracias a la astucia de la Iglesia y a la falta de sentido crtico de la mayora de la prensa, en especial del mundo catlico, se nos hizo creer que as haba sido. 4. Todo lo que la Iglesia lleg a conceder en esta oportunidad fue un cualificado reconocimiento formal de error, consistente en declarar que los jueces de la Inquisicin se equivocaron en 1633, al no haber sabido distinguir entre los dogmas de la fe y las afirmaciones de la cosmologa geocntrica.

Para la Iglesia el caso Galileo estaba definitivamente cerrado. En trminos reales la comisin no lleg a responder derechamente a ninguna de las tres preguntas que se haba planteado al inicio del Informe, porque en vez

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de explicarnos qu ocurri?, no hizo ms que repetir las viejas y gastadas justificaciones de la Iglesia. Tampoco nos entrega el Informe ninguna informacin especfica acerca de cmo ocurri? que Galileo lleg a ser condenado en 1633, porque ste no contiene la menor referencia a hechos o documentos (antiguos o nuevos) referentes al proceso mismo. En cuanto a por qu ocurri?, el Informe no aporta, aparte de la teora de rehabilitacin implcita, nada que no hubiera sido dicho, o escrito, antes por Bellarmino, o por algn otro defensor de la posicin de la Iglesia. Ahora, si se las mide a partir de los objetivos establecidos por la propia Comisin al inicio del Informe, las conclusiones a las que lleg no muestran que la Iglesia haya profundizado, en modo alguno, el examen de caso Galileo, ni aportado nada nuevo sobre ste. El grueso del Informe est dedicado, simplemente, a defender mediante diversos argumentos la correccin y la justicia del comportamiento de la Iglesia hacia el cientfico toscano, a lo largo de tres siglos y medio. En cuanto a haber satisfecho las expectativas del mundo de la ciencia y la cultura, es manifiesto que la Iglesia ha defraudado profundamente a aquellos que (en las palabras de Giorgio de Santillana), esperaban un verdadero cierre y reconciliacin, que se declarara invlido el proceso y que se rehabilitara a Galileo (18). Pues aqu no hubo ni un verdadero cierre del caso, ni una verdadera reconciliacin entre la Iglesia y la ciencia, simplemente porque no puede haberla mientras no se invalide la sentencia de 1633 ni se rehabilite efectivamente al cientfico toscano. Todo lo que aqu hubo no fue otra cosa que una campaa publicitaria, astutamente orquestada desde El Vaticano, cuyo propsito manifiesto era hacer aparecer a la Iglesia Catlica como si hubiera resuelto, por fin, su unfinished business con Galileo y la ciencia moderna, cuando, en realidad, esta institucin,

en su conservatismo, sigue siendo incapaz de hacer una autocrtica profunda y efectiva de sus errores y excesos autoritarios del pasado, tal que le permita redefinir hoy su posicin ante la ciencia y la libre investigacin de la verdad. Crnica de una estatua anunciada (20082009).
Se puede descubrir la huella de Galileo en Roma por todas partes. Mariano Artigas y Melchor Snchez de Toca.

El tercer y ms reciente episodio que relataremos y examinaremos finalmente aqu, se inici con el anuncio oficial de la Iglesia, a principios del 2008, de que se levantara una estatua de Galileo, de mrmol y de tamao natural en los jardines vaticanos, muy cerca de la Casina del Papa Po IV. Por cierto, esto no merecera ni siquiera ser anunciado pblicamente, ni se comprendera su verdadero significado y simbolismo, si no fuera porque aquella institucin tiene una larga y compleja historia de desencuentros con Galileo y la ciencia moderna. En realidad, es sumamente expresivo del carcter de esta relacin que a ms de 350 aos de su condena por la Iglesia, no exista un solo monumento, o estatua, dedicadas a Galileo en el Estado Pontificio, lo que, ciertamente, no es un hecho puramente casual, sino el producto de una centenaria y premeditada poltica eclesistica, que se inici cuando, al morir Galileo en 1642, el Papa Urbano VIII se opuso a los deseos de Gran Duque de Toscana, de que se erigiera un monumento sobre su tumba. En aquella ocasin Urbano le dir al embajador Niccolini: Sera un mal ejemplo para el mundo si se le confirieran tales honores a un hombre que fue llevado ante la Inquisicin por una opinin tan falsa y errnea, que comunic a tantos, y que caus tan gran escndalo a la cristiandad (19). Tuvieron que transcurrir casi cien aos para que en 1734 el Santo Oficio autorizara, finalmente, la construccin de un mausoleo, en la Iglesia de la Santa Croce, en el

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que fueran alojados los restos de Galileo, y donde an se encuentran. Pero el significado subyacente al anuncio de la instalacin de una estatua de Galileo en el Vaticano no poda pasar inadvertido para quienes estuvieran al tanto de los principales acontecimientos de aquel viejo drama. Porque, de haberse llegado a materializar aquel proyecto, habra sido como si el cientfico toscano hubiera, por fin, regresado simblicamente a Roma, ms de tres siglos y medio despus de haber sido condenado all por la Iglesia catlica, la que aunque fuera por medio de un tardo gesto aparecera hoy como finalmente acogindolo, y que en este acto se reconciliaba, de algn modo, tambin, con la ciencia moderna.

Como puede verse, el lugar en el que se pensaba ubicar la anunciada estatua no fue elegido al azar, porque la Casina de Po IV es hoy la sede de la institucin que aparece como patrocinante de aquella iniciativa: La Academia Pontifica de las Ciencias. Segn la describen los curas Artigas y Snchez de Toca: La Casina, antigua residencia privada de los Papas, terminada en tiempos de Po IV (1561-1563), es un conjunto de edificios de diversas pocas situados en los jardines vaticanos, y fue

destinada por Po XII, en 1922, como sede de la Academia de los Nuevos Linces (20). En el contexto de dicho retorno simblico a Roma, es necesario recordar aqu que, a lo largo de su vida, Galileo hizo un total de seis viajes a la Ciudad Eterna, con tan largas estadas all que al ser sumadas sobrepasan los dieciocho meses, es decir, superan un ao y medio. Relatemos, brevemente, los principales motivos, hechos y consecuencias, de cada uno de estos viajes. Digamos, en primer lugar, que a excepcin del primer viaje, hecho por Galileo en 1587, a los 23 aos de edad, segn el especialista Stillman Drake con el fin de buscar apoyo para su postulacin a la ctedra de matemticas de la Universidad de Bologna, todos ellos afectaron profundamente no slo la recepcin, difusin y destino de sus diferentes escritos, sino tambin de sus grandes descubrimientos cientficos, conjuntamente con su vida y reputacin. Veinticuatro aos despus de su primera visita emprende Galileo, en 1611, su segundo viaje a Roma, con el fin de mostrar su nuevo instrumento de observacin astronmica y buscar la aprobacin de la Iglesia, en especial la de los jesuitas, a sus revolucionarios descubrimientos; hechos, entre 1609 y 1610, con la ayuda de varios telescopios de su propia fabricacin. En esta oportunidad es aclamado por el Colegio Romano, y posteriormente elegido miembro de la Accademia dei Lincei, una de las primeras sociedades cientficas, fundada por el Prncipe Cesi en 1603 (21). En su tercer viaje, hecho entre 1615 y 1616, Galileo visit Roma con el propsito de responder a las acusaciones de hereja hechas por sus enemigos y para impedir la supresin de la teora copernicana por parte de la Iglesia; lo que terminar en un completo fracaso, porque la doctrina heliocntrica ser oficialmente prohibida por la Iglesia en 1616, al tiempo que Galileo fue conminado por el Cardenal Bellarmino, bajo orden del Papa Pablo V, a

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abandonar toda postulacin, o defensa, del copernicanismo. En 1624 Galileo viaja a Roma por cuarta vez, para rendir homenaje al Papa Urbano VIII, recin elegido, y para obtener la revocacin de la censura eclesistica a la obra de Nicols Copernico. Tiene seis largas audiencias con el pontfice, quien le muestra una aparentemente positiva disposicin, pero no consigue la anulacin formal del decreto de 1616. En 1630 Galileo viajar a Roma por quinta vez, con el propsito de obtener el permiso de impresin de su Magnum Opus, el Dilogo sobre los dos mximos sistemas del mundo. Pero ser en el sexto y ltimo de estos viajes, el de 1633 que Galileo deber emprender no por propia decisin sino por una perentoria orden papal el que mayores efectos negativos tendra sobre su obra y su persona, porque en esta oportunidad sera juzgado y condenado por el Santo Oficio de ser vehementemente sospechoso de hereja, es decir, de haber sostenido y credo que el Sol es el centro de Universo e inmvil y que la Tierra no es el centro y se mueve. De all, entonces, el profundo significado y simbolismo que se contena en la iniciativa de que la Iglesia Catlica de Benedicto XVI hubiera decidido erigirle a Galileo una estatua en los jardines vaticanos, y ms precisamente junto a la sede de la Academia Pontificia de las Ciencias. Ahora bien, si se lee con algn conocimiento y sentido crtico el texto del comunicado oficial en el que se hizo pblico aquel anuncio, se evidencia con gran claridad la imagen que la Iglesia de hoy quiere proyectar ante el mundo respecto a su posicin ante Galileo y la ciencia moderna. En realidad este comunicado es un verdadero compendio de imposturas y falsedades acerca de algunos de los ms litigiosos aspectos del tristemente clebre Caso Galileo. He aqu el texto mediante el cual fue difundido el anuncio:

LOS JARDINES VATICANOS LUCIRAN UNA ESTATUA DE GALILEO GALILEI. La imagen del cientfico condenado por la Inquisicin y rehabilitado bajo el pontificado de Juan Pablo II ser de mrmol y de estatura normal. Se trata de un homenaje de la Academia Pontificia de las Ciencias. Una estatua de Galileo, el gran cientfico condenado por la Inquisicin por sus teoras heliocntricas, y rehabilitado bajo el pontificado de Juan Pablo II, ser erigida en los jardines del vaticano el prximo ao. El monumento ser levantado, se confirm este sbado en la Santa Sede, cerca de la Casina de Po IV, sobre la colina que mira hacia la cpula de San Pedro. Ser una estatua de mrmol, de estatura natural. Se trata de un proyecto impulsado por la Academia Pontificia de las Ciencias, para rendir homenaje a uno de sus miembros ms prestigiosos. Galileo formaba parte de la Academia de los Linces, antepasado del actual organismo cientfico de la Santa Sede. Ser una nueva prueba de que la Iglesia no tiene nada en contra de la ciencia, se coment en los ambientes de la curia. Por el momento [slo] falta el dinero para llevarlo a cabo (22). En primer lugar, puede verse como ya desde su primera frase el comunicado contiene una falsedad, porque, segn lo vimos ms arriba, Galileo no fue nunca efectivamente rehabilitado por la Iglesia de Juan Pablo II, ms all de lo que ella haya informado pblicamente, o haya sido interpretado por la prensa de la poca. Como hemos visto, todo lo que la Iglesia lleg a conceder en aquella oportunidad fue un cualificado reconocimiento formal de error, consistente en declarar que los jueces de la Inquisicin se equivocaron en 1633, al no haber sabido distinguir entre los dogmas de la fe cristiana y las afirmaciones de

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la cosmologa geocntrica. La frase siguiente del comunicado es igualmente falsa y engaosa, porque en realidad Galileo no perteneci nunca a la Academia Pontificia de las Ciencias, sino a la Academia de los Linces, fundada en 1603 por su amigo el Prncipe Federico Cesi, Marqus de Montichelli (1585-1630), cuando apenas tena 18 aos de edad, y de la que Galileo fue hecho miembro en 1611, como ya indicamos. Dos de los ms importantes escritos de Galileo: sus Cartas Sobre las Manchas Solares (1613), y El Ensayador (1623), fueron publicados bajos los auspicios de la Academia de los Linces, la que apoy sin condiciones a su autor en su batalla en contra de la autoridad de la Iglesia. Y de no ser por el prematuro fallecimiento de Cesi en 1630, la academia hubiera incluso publicado y auspiciado la obra que precipit su condena, los Dilogos sobre los dos mximos sistemas del mundo ptolomeico y copernicano, publicados en 1632.

Al fallecer su fundador y patrono, la Academia de los Linces se disolver. Ms de dos siglos despus, en 1847, el papa Po IX tomar el nombre de aquella sociedad cientfica renacentista y aparecer como refundndola bajo la denominacin de Academia Pontificia de los Nuevos Linces. Posteriormente, en 1936, esta sociedad ser rebautizada por el papa Po XI, con el actual nombre de Academia Pontificia de las Ciencias. Por mucho tiempo la Iglesia ha venido afirmando que existira una continuidad doctrinal e histrica entre La Academia de los Linces y aquellas academias refundadas, o rebautizadas, por los referidos Papas. Tal como se expresa, por ejemplo, en el discurso de la reunin inaugural del ao acadmico 19411942 de la Pontificia Academia de las Ciencias, ledo por su presidente, el ya mencionado Agostino Gemelli, en presencia del Papa Po XII: Permtaseme recordar algunos datos factuales, aunque la audiencia bien pudiera acordarse de ellos. Es sabido por los estudiosos que a comienzos del siglo XVII el romano Federico Cesi, como consecuencia del gran inters sentido en todas partes por las ciencias naturales, y junto con otros igualmente energticos jvenes. fundaron aqu en Roma la Academia de los Linces con el fin de promover la investigacin en las ciencias naturales, y la pusieron bajo la proteccin de San Juan el Evangelista. Nuestra Pontificia Academia de las Ciencias es la descendiente directa y legtima continuadora de aquella antigua academia, como el finado Papa Po XI record en su motu propio del 28 de octubre de 1936, que l revivi bajo el ttulo actual de Pontificia Academia de las Ciencias (23). Pero si nos atenemos a los hechos histricos reales, no encontramos que exista ni la sombra de una continuidad, doctrinal o filosfica, entre estas dos academias catlicas y la academia fundada por el Prncipe Cesi en 1603, dado que esta ltima se constituy en clara oposicin tanto a la filosofa natural de

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Aristteles como a la dogmtica de los escolsticos. Como lo seala el estudioso espaol Antonio Beltrn Mar, la Accademia dei Lincei tuvo desde su fundacin un carcter manifiestamente laico, y se cre como alternativa a la poltica cultural de los jesuitas, cuya normativa interna defenda explcitamente el criterio de autoridad y exiga fidelidad a la filosofa aristotlica (24). De manera que al afirmarse en el comunicado, que la Academia Pontificia de las Ciencias estara rindiendo homenaje a uno de sus miembros ms prestigiosos, esto es, a Galileo, lo que se hace es arrojar un manto de confusin sobre las verdaderas relaciones entre el cientfico toscano y la Iglesia catlica del siglo XVII, induciendo as la idea de que estas habran tenido un carcter fundamentalmente no conflictivo y amistoso. Lo cierto es que las relaciones amistosas de Galileo con el Papa Paulo V, terminaron en 1616, al condenar la Iglesia la doctrina copernicana; al tiempo que el Cardenal Bellarmino, por orden del Papa, le comunic a Galileo que a partir de ese momento se le prohiba ensear o defender dicha teora, tanto de palabra como por escrito. En 1633, cuando la Iglesia condena a Galileo, haca ya 10 aos que el cardenal Barberini haba sido elegido Papa, adoptando el nombre de Urbano VIII, con quien el cientfico tuvo inicialmente una muy buena relacin, pero esta se tornara en su opuesto luego de la publicacin de los Dilogos sobre los dos mximos sistemas, entre otras razones porque el Papa llegara a creer que en dicha obra Galileo haba ridiculizado su posicin ante la doctrina copernicana, al ponerla en boca del aristotlico Simplicio, defensor de la ciencia y la cosmologa tradicionales, uno de los personajes de aquella obra, cuyo nombre evocaba a un simpln y un duro de mollera. Por ltimo, la frase con la que se pone cierre el comunicado vaticano delata la intencin subyacente a todo este curioso y finalmente frustrado intento de relaciones pblicas, es decir, mostrar ante la faz del

mundo que la Iglesia no tiene nada en contra de Galileo, y por implicacin tampoco en contra de la ciencia en general. La pregunta que se plantea aqu por s sola es obvia: por qu esta institucin tendra inters de convencernos tan tardamente de tal cosa? La Iglesia echa pie atrs. Casi un ao despus de haberse hecho pblica la decisin de la Iglesia de instalar una estatua de Galileo en el Vaticano, Monseor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, declarar, ante la sorpresa general de los asistentes a la conferencia de prensa citada en Roma el da 30 de enero de 2009, que la anunciada estatua de Galileo ya no sera erigida en los jardines vaticanos, ni en parte alguna del Estado Pontificio. Efectivamente [coment el representante de la Iglesia], exista un proyecto de estatua, pero finalmente se decidi archivarlo. Los fondos [originalmente destinados para esto] servirn [ahora] para financiar institutos que se dedican al estudio de la ciencia y la filosofa.

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Como es manifiesto, Monseor Ravasi no ha dado aqu una verdadera explicacin. Porque decir que se ha cambiado de opinin respecto de aquel proyecto no nos explica en realidad nada, al tiempo que se evita responder a la pregunta verdaderamente importante, que es: cules habran sido las razones que hicieron que la Iglesia de Benedicto XVI decidiera archivar una iniciativa anunciada con bombos y platillos un ao antes, como una demostracin de la positiva disposicin de Roma hacia Galileo? Esta es, por cierto, una pregunta cuya verdadera respuesta nunca ser dada a conocer por la Iglesia, pero lo hace a uno pensar que aqu hay algo que se quiso ocultar. Desde la prensa Italiana trascendieron dos pseudo-explicaciones de aquel cambio de opinin que son igualmente evasivas e insuficientes. La primera es que la Sociedad Aeroespacial Finmmecanica, que se haba ofrecido para financiar los costos de la estatua y su instalacin, decidi cancelar el proyecto. Pero tampoco se nos informa por qu razones aquella empresa habra adoptado aquella nueva decisin. La segunda pseudo-explicacin es que segn el peridico Il Giornale, la razn para desechar aquella iniciativa original fue que ella podra alterar el paisaje de los jardines de la Casina de Po IV. A lo que podra replicarse, tambin, por medio de dos simples preguntas: 1. Por qu esto no fue considerado antes por los encargados del proyecto? 2. Pero si se cree, o se toma como excusa, que la estatua de Galileo pudiera echar a perder el paisaje de aquellos inmculos jardines, no podra ser instalada ella en otro lugar del Vaticano, dentro o fuera de sus masivos muros? La verdad del asunto es que aunque se lo quiera ocultar tras declaraciones puramente evasivas, lo que la Iglesia de Benedicto XVI ha hecho es cambiar de parecer respecto de aquel sumamente tardo gesto hacia Galileo y su obra. No se trata, por cierto, que esta vieja institucin haya modificado su opinin hacia el cientfico toscano, la que como hemos visto se ha mantenido esencialmente invariable desde el

siglo XVII, sino que ella ha echado pie atrs ante su aparentemente precipitada decisin original de honrar, siquiera con un gesto simblico, a quien conden en 1633, junto con prohibir la publicacin de su obra mxima, y al que ha venido repudiando y combatiendo, abierta o solapadamente, ya por ms de 350 aos. En realidad, esta inesperada reversin de la decisin inicial de la Iglesia de levantarle una estatua a Galileo no debiera sorprendernos, porque durante el pontificado de Benedicto XVI se ha venido manifestando, de diversas formas y en diversos contextos, un retorno a posiciones que, por lo menos en el plano discursivo, parecan superadas, en lo referente a la teora darwinista, y a la cosmologa del Big Bang. Pero, adems, como lo ponen de manifiesto los episodios descritos brevemente ms arriba, por mucho tiempo en la Iglesia catlica se viene manifestando una suerte de tensin interna entre sus sectores minoritarios ms progresistas y sus sectores dominantes ms conservadores. De all que se haya dado una secuencia de hechos muy semejante, en el as llamado Escndalo Paschini, en aquel ejercicio de engao y relaciones pblicas tendenciosamente denominado como la Rehabilitacin de Galileo, as como en el anuncio del 2008 de que se erigira una estatua de Galileo en el Vaticano, que de haber llegado a materializarse al ao siguiente, se hubiera anticipado en apenas unos meses a la celebracin de los 400 aos del primer uso cientfico del telescopio, por Galileo. Como puede verse, en estos tres casos la proximidad de alguna fecha histrica de la vida de Galileo, o de algn importante acontecimiento de la Iglesia, puso en movimiento a miembros de los sectores ms abiertos y progresistas de su intelectualidad, quienes buscan ponerla a da en lo que dice relacin a su conducta y posicionamiento ante la ciencia y la modernidad. Pero como ha ocurrido otras veces, ante aquellos intentos de

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reacomodacin y aggiornamento se movilizaron de inmediato las viejas fuerzas conservadoras y fundamentalistas de la Iglesia, que ven todo cambio como una amenaza, real o potencial, a su concepcin medieval del mundo y del hombre, de la filosofa y de la ciencia, a la que se aferran como a una ltima tabla de salvacin histrica, en un mundo occidental casi enteramente secular y penetrado hasta la raz por la ciencia, la tcnica, y las preocupaciones materiales de la existencia. Tal como lo han puesto en evidencia los tres episodios aqu examinados, el patrn de conducta de la Iglesia catlica hacia Galileo y la ciencia moderna no ha variado en lo esencial desde 1616, ao de condenacin y prohibicin de la teora heliocntrica, o copernicana, por parte de esta institucin. De all la superficialidad de interpretaciones como la del escritor Arthur Koestler, para quien el conflicto entre Galileo y la Iglesia no habra sido otra cosa que la consecuencia desafortunada de un choque de temperamentos individuales, agravados por desdichadas circunstancias (25), y por tanto algo completamente aleatorio y evitable. Pero segn lo hemos mostrado, a pesar de que a lo largo del tiempo los actores principales de aquel drama, as como las personalidades involucradas en l, fueron cambiando, conjuntamente con las circunstancias histricas dentro de las cuales se manifest el conflicto, la Iglesia se ha mantenido empecinadamente en la misma actitud fundamentalista y antigaleliana hasta el da de hoy. Pero, paradojalmente, la conclusin ms importante que puede extraerse del examen de los tres episodios aqu examinados es que en cada uno de ellos la doble y contradictoria actitud de la Iglesia que por un lado afirma tener una actitud positiva hacia Galileo, mientras que por el otro su conducta muestra lo contrario ha confirmado precisamente aquello que ella ha venido negando por siglos, esto es, que haya existido en Occidente, a partir del siglo XVII, un efectivo conflicto entre la

religin y la ciencia. O para decirlo de modo ms preciso, entre la Iglesia Catlica y la ciencia moderna. Puesto que si este conflicto no hubiera existido, constituira un misterio absolutamente inexplicable que, ms de tres siglos y medio despus de la condena de Galileo, dicha institucin contine luchando contra su fantasma, ya sea que estos tardos combates adopten la forma de la publicacin de un libro conmemorativo, la de una supuesta rehabilizacin del cientfico toscano, o del levantamiento frustrado de una estatua suya en los impecables jardines vaticanos.

Notas.

1. Segn Finocchiaro, el ms importante especialista norteamericano en la vida y obra de Galileo: una bibliografa comprensiva [del affaire Galileo] listara alrededor de 2.500 entradas. Vase: Maurice Finocchiaro, Retrying

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Galileo. 1633-1992, Berkeley: University of California Press, 2005, prefacio, pg. X. 2. El pontificado de Po XII se sita entre el 2 de marzo de 1939 y el 9 de octubre de 1958; el de Juan Pablo II entre el 16 de octubre de 1978 y el 2 de abril de 2005, mientras que el de Benedicto XVI, se inicia el 19 de abril de 2005, y concluye con su renuncia el 28 de febrero de 2013. 3. Richard Blackwell, Could there be another Galileo Case? En The Cambridge Companion to Galileo, Cambridge: Cambridge University Press, 1998, pg. 362. 4. Maurice Finocchiaro, Op. Cit., pg. 321. Puede leerse On line la totalidad del extenso captulo 16, dedicado al Escndalo Paschini, de este importante libro, en traduccin nuestra, en la Revista Galileo, Textos G, http://galileo.fcien.edu.uy 5. De acuerdo con el derecho cannico (Canon 246), todos los pronunciamientos de ortodoxia teolgica caen bajo la jurisdiccin del Santo Oficio, la antigua Inquisicin Romana. En cuanto a la censura, el canon 1386.1 establece que a ningn miembro de la curia le ser permitido publicar un libro, editarlo o colaborar en un peridico, revista, magazine o resea, sin permiso del Obispo local. 6. Richard Blackwell, Art. Cit., pg. 364. A pesar de que la falsificacin del libro de Paschini es un hecho establecido, hasta el da de hoy los defensores intelectuales de la Iglesia siguen presentando en sus escritos una imagen edulcolorada y falsa de la dolosa intervencin de Lamalle en su publicacin. He aqu un ejemplo relativamente reciente, que hemos encontrado en el libro del jesuita alemn Walter Brandmller, titulado Galileo y la Iglesia, Madrid, Ediciones Rialp, 1992, pg. 22: Una confrontacin del libro editado [la Vita e Opere di Galileo Galilei] con los originales manuscritos por Paschini puso de manifiesto que el editor de la obra haba introducido modificaciones en, aproximadamente, cien lugares del texto. Se haba hecho necesario acomodar el relato al estado de la cuestin en 1964, con lo que sin duda la obra gan rigor. El editor, adems, no pudo resistir la tentacin de suavizar algunos juicios, poco favorables, vertidos por Paschini sobre los jesuitas y la curia. Subrayados nuestros. 7. Antonio Beltrn Mar, Talento y Poder, Historia de las relaciones entre Galileo y la Iglesia Catlica, Pamplona, Editorial Laetoli, 2006, pgs 766-767. 8. He aqu un par de ejemplos: La Nacin, de Santiago, del 31 de octubre de 1992, titulaba as el artculo de Jorge Pia, su corresponsal en Roma: Rehabilitado Galileo Galilei; mientras en el otro extremo del continente la revista canadiense Macleans, del 8 de noviembre de aquel mismo ao, informaba en una de sus pginas interiores, de manera casi telegrfica: Rehabilitated: Sevententh century Italian astronomer, physicist and matematician Galileo, by the Vatican Pontificial Academy of Sciences. 9. Vase: H.H. Bentez, El mito de la rehabilitacin de Galileo, Revista Atenea, Universidad de Concepcin, Chile, 1998, No. 477, pg. 16. Destacado nuestro. 10. H.H. Bentez, Art. Cit., pg. 16. 11. H.H. Bentez, Art. Cit., pg. 17. Destacado nuestro. 12. H.H. Bentez, Art. Cit., pg. 17. 13. En la principal nacin protestante la reaccin de los medios fue, por cierto, diferente. La prensa norteamericana recibi la noticia del 31 de octubre con indisimulada hostilidad,

tal como lo expresan sus irnicos titulares. Por ejemplo, el New York Times titulaba: Despus de 350 aos El Vaticano dice que Galileo tena razn: se mueve. Mientras que en la primera plana del peridico Los Angeles Times poda leerse: Es oficial, la Tierra gira en torno al Sol, Incluso para El Vaticano. Referidos por James Reston Jr., en su biografa del cientfico toscano, titulada: Galileo. A Life, New York, Harper/Collins, 1994, pg. 284. 14. Todas las citas del Informe Final han sido hechas a partir de su versin vaticana oficial en Ingls, publicada bajo el ttulo de Galileo: Report on Papal Commission Findings, entre las pginas 374 y 375 de la revista catlica norteamericana Origins, del 12 de noviembre de 1992, Vol. 22, No. 22. 15. H.H. Bentez, Art. Cit., pg. 19. 16. Beltrn Mar, Op. Cit., pg. 246. Destacados nuestros. 17. El verdadero motivo de la publicacin de la obra de Galileo bajo el Papa Benedicto XIV no fue una reaccin de la Iglesia ante supuestas pruebas fsicas del copernicanismo an inexistentes, sino el efecto del impacto de la aparicin en 1687 de la primera edicin de los Principios Matemticos de Filosofa Natural, de Isaac Newton. Obra que vino a coronar, confirmar y elevar a su mxima expresin la tradicin astronmica y fsica de Copernico, Kepler y Galileo. Ello muestra, una vez ms, no el reconocimiento implcito de la verdad de copernicanismo por parte de Roma, sino su empecinada negativa a aceptar como verdadero aquello que a partir de Newton todo cientfico que se respetara consideraba como tal. 18. Ludovico Geymonat, Galileo Galilei, New York: McGrawHill, 1965, pg. 225. El apndice de Giorgio de Santillana no aparece en la versin castellana de este libro, publicado en 1969 por Editorial Pennsula, de Barcelona. 19. Vase: Rehabilit la Iglesia Catlica a Galileo en 1992? Revista Occidente, Ao L, No. 352, pg. 122. 20. Mariano Artigas y Melchor Snchez de Toca, Galileo y El Vaticano, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2008, pg. 88. 21. Aunque comnmente se cree que la Academia de los Linces habra sido la primera sociedad cientfica renacentista, en realidad esto no es efectivo, porque su creacin fue posterior en ms de cuarenta aos a la de la Academia Secretorum Naturalis (llamada en Italiano Accademia dei Segreti), que fuera fundada en Npoles, en el ao 1560, por Giambattista della Porta. Significativamente, esta pionera sociedad cientfica fue clausurada por la Inquisicin circa 1578. 22. Para el texto del comunicado oficial, puede verse, va Internet, el peridico electrnico catlico Valores Religiosos, del da 12 de marzo de 2008. (12/3/2008) 23. Maurice Finocchiaro, Op. Cit., pg. 276. 24. Beltrn Mar, Op. Cit., pg. 137. 25. Vase: Arthur Koestler, Los sonmbulos. Historia de la cambiante visin del hombre. Citamos de la edicin inglesa original: The Sleepwalkers. History of Man`s changing visin of the Universe, Middlesex, Penguin Books, 1977, pg. 432. Aunque la interpretacin de Koestler se refiere, evidentemente, al affaire Galileo original (1613-1633), no cabe duda que tambin puede ser aplicada al affaire Galileo subsecuente (1633-1992), para emplear aqu la til distincin introducida por el profesor Finocchiaro.

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POEMAS A MANO ALZADA.


Hace algunos meses se dio a la luz la nueva produccin potica de Dionisio Vivanco Gmez, a travs de la publicacin del libro Poemas a Mano Alzada. Autor de Oscura Claridad, su primer libro potico, este escritor y actor, es parte de una nueva visin de la posea, que maneja con particular fuerza un lenguaje ntido y preciso, carente de ambigedades. En este libro recin publicado Vivanco rene 67 de sus poemas, bajo la edicin de Vnkulos Editores. Parte de la obra de Vivanco se mantiene an sin publicar, en dos libros titulados Desde las cenizas y Palabras al viento. Actualmente trabaja en un nuevo libro de poemas y escribe su primera novela.

No alcanzaron a despedirse y doblan la esquina de la fatiga, entre los srdidos estandartes eclesisticos, entre los frailes hediondos y sus sagrarios de procesin srdida. La muchedumbre vocifera y gesticula, insultan y rasgan sus vestiduras. (Fragmento del poema Brujas)

Sumario
Pag. 2. Editorial. Pag. 3. La abdicacin de Ratzinger Pag. 7. Recomendaciones de la sociedad civil para la cumbre UE CELAC sobre violencia contra las mujeres. Pag. 9. El feminismo contemporneo. Pag. 11. El laicismo no se opone a las religiones. Pag. 14. Una mirada al laicismo desde el creyente laico. Pag. 21. El reconocimiento de Palestina en la ONU Pag. 23. La Iglesia Catlica contra el fantasma de Galileo. Pag. 40. Poemas a mano alzada Pag. 40. Sumario.

Se extraviarn para siempre en el abrazo ciego del fuego, y las cruces victoriosas desovarn su retrica podrida de ngeles y vrgenes, de hostias y silicios, oponiendo la persistencia al silencio, el dogma a los epitafios, a la plegaria ntima del ltimo momento. Y quedarn ah parteras impas, mujeres terrenales y temporales, herticas y paganas, buscando adjetivos en la agona.

* Revista Digital INICIATIVA LAICISTA


Publicacin bimensual de difusin del pensamiento laico chileno

pro.laicus@gmail.com Comit editorial: Gonzalo Herrera Sebastin Jans Carlos Leiva Rogelio Rodrguez

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