viernes, 6 de mayo de 2011

Malvenido a mi país


"No podía creer que en una sociedad que había estado siempre basada en unos conceptos de democracia, de repente nos hubieran quemado la Constitución en las narices, y de un momento a otro todos nuestros derechos fueran destrozados. En las calles se respiraba más inseguridad conforme pasaban los días, y la inestabilidad del pueblo se hacía notar en cada esquina; la revolución estaba al caer, pero yo ya sabía que todos los esfuerzos de los ciudadanos por recuperar sus derechos serían inútiles. Toda la sangre derramada no sería nada más que una excusa, quizás una pequeña anécdota que el jefe de Estado contaría en millonarias cenas con sus personas de confianza. Las vidas perdidas no significaban nada. Si en algún momento el gobierno nos había considerado simples números que contribuían en la economía del país, en aquel momento no éramos nadie. No éramos nada. La vida humana había alcanzado un valor muy por debajo que el billete común; ya no existía la dignidad, y cualquiera que intentase defenderla, acabaría encarcelado o muerto."

-- o --

Esto es ficción. Un fragmento de un relato que escribí hace poco. Me dan miedo las últimas patadas a nuestra Constitución de 1978, y no me gustaría que aquello que escribí hace tan solo un par de días se convirtiera en realidad.

España ha pasado por mucho; su historia está llena de enormes baches de los que no debemos avergonzarnos, pero en los que no podemos volver a caer. Nuestro rey Juan Carlos se dejó el alma en su momento, con la ayuda de sus allegados, para hacer de la Transición democrática una realidad. No dejemos que esta democracia se vuelva contra nosotros.

"Democracia" significa, entre otras cosas, que el pueblo pueda ejercer su derecho a la soberanía nacional, amparado por una Constitución aprobada por él mismo, que protege todas sus voluntades. Esto es lo más parecido a la justicia que el hombre podrá conocer.
Pero aprobar leyes en contra de la voluntad del pueblo, sin respetar nuestra propia Constitución, es burlarse de todos los españoles, y sobre todo, reírse de la democracia que tanto nos ha costado conseguir.

Señoras y señores, ¡esto no es democracia! ¿Cómo va a ser democracia algo que va en contra de la mayoría de los españoles? Por ahora, lo más que podemos hacer es ejercer nuestro derecho al voto y aferrarnos al único indicio de "soberanía nacional" que nos queda. Es la única manera de hacernos oír de verdad. Utilicemos el único megáfono que nos han dejado para devolverle a nuestro país la democracia que tanto nos ha costado conseguir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario