Les dejo el link, y les pego lo mismo, asi ganan tiempo
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/04 ... 0496#sigue
Se aprobaria antes de fin de año
Impulsan un servicio meteorológico porteño y se desató una tormenta
El proyecto, que fue analizado ayer en la Legislatura, es muy criticado por los meteorólogos de Nación: dicen que es técnicamente innecesario. El clima genera peleas insospechadas. El proyecto de ley del legislador porteño Juan Pablo Arenaza (Coalición Cívica) para que la Ciudad de Buenos Aires tenga su propio servicio meteorológico –que cuenta con apoyo de otros bloques y al que se sumó entusiasta el ministro de Ambiente y Espacio público Diego Santilli– hizo reaccionar con ira a los miembros del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y del Centro Argentino de Meteorólogos.
“Es una duplicación que no tiene sentido; Buenos Aires ya es la ciudad más meteorológicamente vigilada del país”, aseguraron. Ayer, en la Legislatura porteña, se llevó a cabo una jornada pública en la que se analizó la iniciativa.
Historia. Todo nació con las lluvias de febrero último, que provocaron dos inundaciones en una misma semana; las escenas de bomberos y gente de Defensa Civil asistiendo a las personas y navegando con gomones en la zona de Puente Pacífico quedaron grabadas en la memoria colectiva. Entonces, el gobierno local insistió en que no fue avisado a tiempo por el SMN. Meses después, Arenaza presentó el proyecto para que una oficina local de meteorólogos se dedique en exclusiva al área porteña. “La Ciudad está a la intemperie porque no tiene información constante del SMN, pueden pasar cinco horas sin que den datos”, dijo a PERFIL Arenaza, que está convencido de que con una pequeña parte de los U$S 15 millones que se gastaron en indemnizaciones por las lluvias se puede montar una buena oficina con instrumentos de calidad.
El proyecto menciona explícitamente que al principio se usará la información del SMN hasta que se cuente con las herramientas necesarias para elaborar datos propios. Mientras tanto, se habla de “complementariedad”. Es en este punto donde desde el SMN, que desde enero de 2007 pasó a la órbita civil, tras 40 años bajo égida de la Fuerza Aérea, ponen el grito en el cielo: a ellos nadie los consultó. Héctor Ciappesoni, director del SMN, señaló que nadie los convocó. “Llama la atención porque tenemos convenios de colaboración y hasta un teléfono para dar las alertas al Gobierno porteño antes de publicarlas”, dijo a este diario. “¿Si los dos sistemas meterorológicos emiten alertas distintos, cuál será el válido?”, se preguntó. Tampoco hubo contactos con el Centro Argentino de Meteorólogos, según dijo su presidente, Juan Manuel Hörler. “Cuando nos enteramos del proyecto, pedimos una reunión con los legisladores y ellos ni siquiera estaban enterados de que el SMN ya no dependía de la Fuerza Aérea, con eso digo todo”, criticó. “Cualquiera que diga que quiere poner un radar nuevo no entiende de radares; con el que hay en Ezeiza alcanza. Poner otro es duplicar el costo”, agregó (ver recuadro). “Nos da la sensación de que este proyecto de ley no tiene asesores que entiendan de la cuestión. Como asociación profesional que trabaja en el tema, nos metimos para que se hagan bien las cosas”, concluyó.
Uno de esos asesores es Mauricio Saldívar, expositor ayer en la jornada de la Legislatura, miembro de la Asociación Internacional de Meteorología en los Medios y meteorólogo de Canal 13. “Es evidente que con el radar de Ezeiza no alcanza para la Ciudad. Si no, ¿cómo se explica la insuficiente precisión temporal y espacial de las alertas? La escala del SMN es de 50 a 100 kilómetros, y cada una o tres horas. Para la Ciudad hace falta un nivel de detalle de 20 kilómetros, aunque lo ideal serían cientos de metros, y cada 5 a 10 minutos”, dijo el ex jefe de radares y satélites del SMN, donde trabajó por veinte años.
En algo, al menos, coinciden todos: Buenos Aires está planificada para soportar como máximo 30 milímetros de precipitación por hora (entre otras cosas, por pavimentar sobre los arroyos). Así que la inundación será un paisaje habitual, empeorado por lo que se ha dado en llamar cambio climático y las construcciones desbocadas.
