Consumismo en el país del socialismo del siglo XXI

  • Yolanda Valery
  • BBC Mundo
Hugo Chávez, presidente de Venezuela

Venezuela se ubica en los niveles de consumo medio-alto en comparación con el resto de América Latina, aunque eso parece decir poco acerca de si el país puede o no definirse como "consumista", según coinciden analistas de todas las tendencias.

Datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) sobre el consumo per cápita correspondiente a 2008 –los más recientes disponibles– ubicaban al país más cerca de mercados grandes como México o Argentina, con los que compartía niveles de producción más parecidos, que de aquellos con una población similar (Perú) o cercanos geográficamente (Colombia).

De acuerdo con esos números, ajustados por índices de precios (en lo que los economistas llaman "paridad de poder de compra", ppp, y que permite comparar a los distintos países tomando en cuenta variaciones en costos de productos), en 2008 los venezolanos consumieron el equivalente a US$5.906 por persona, más del doble que Perú y Colombia.

La cifra constituyó la culminación de una curva ascendente, que comenzó en 2004 con un consumo de US$2.523 per cápita y no se detuvo hasta 2009, coincidiendo con una bonanza petrolera sin precedentes.

Un estudio de esa misma comisión, del año 2005, ubicó a Venezuela en la cuarta posición entre los países suramericanos que más consumieron, por debajo de Argentina, Chile y Uruguay. El país se ubicaba ligeramente por encima del promedio regional, con un nivel de consumo 8% superior (Argentina consumió 61% más que el promedio).

¿Entonces sí?

Pero inferir que, porque consume como los grandes, el país es "consumista", es -cuando menos- apresurado. Primero porque, en todo caso, produce petróleo en grande. Y segundo porque, como dice el economista de la Universidad Católica Andrés Bello, Ronald Balza, la "palabreja" es complicada.

"El consumo viene dado por patrones de necesidades diferentes. Está asociado con algún contenido prohibido, como por ejemplo, los costos que representa en destrucción del ambiente. Para mí se trata de una categoría de condena, como si te estuvieran diciendo qué puedes comprar y qué no. Se necesita una definición operativa para establecer dónde comienza el consumo extraordinario", opina.

Caracas, Venezuela
Pie de foto, Venezolanos formaron largas colas para comprar electrodomésticos -o proteger su dinero-, tras una medida de devaluación en enero pasado.

Balza añadió que el incremento del consumo había tenido que ver con un mejoramiento del poder adquisitivo de los grupos de menores recursos. De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, la pobreza cayó de más del 70% a un 23% entre 1998 y 2008.

Manuel Sutherland, fundador de la Asociación Latinoamericana de Economistas Marxistas (ALEM), cree que la tesis del consumismo es un invento oficialista para enmascarar la realidad de un país "de gente pobre, de barrios arrables, donde la mayoría de las personas no puede satisfacer sus necesidades básicas".

El especialista le dijo a BBC Mundo que sólo el 7% de las familias venezolanas, en los estratos más altos, estaría en capacidad de entrar en esa categoría. Lo demás es "una proyección de este 6 o 7% que aparece en televisión".

Según Sutherland, esto viene ligado a un uso ideológico del término "consumismo". "Se usa como una excusa para disfrazar los resultados económicos (…) Hace pensar que el socialismo es una cuestión de parias o acetas o de gente muy pobre y que el socialismo es tratar de consumir lo menos posible. Engels decía que el socialismo era la sociedad de la abundancia", afirmó.

¿Entonces no?

Con todo, el portavoz de la ALEM reconoce que hay un "efecto demostración" –de adquisición de estátus a través de la compra- que estaría impulsando un consumismo "innecesario".

Esto es lo que critica el oficialismo. El diputado Simón Escalona, miembro de la comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, le dijo a BBC Mundo que la "publicidad que se ha desarrollado en el país ha estado orientada al carácter deprimido por la exclusión que hemos sufrido todos los venezolanos".

Escalona rescata como un aspecto positivo el que estos sectores excluidos hayan visto mejorar su situación y ahora puedan "adquirir algunos bienes propios, más que de consumo, de necesidad", pero resalta que es hora de "un programa educativo, de orientación, de cambio de cultura", para que "el venezolano le dé un margen de ahorro, a fin de administrar lo necesario en sus gastos corriente familiar".

He aquí otro posible indicador de consumismo: el ahorro privado. Pero en este caso las cifras son más elusivas.

Según la encuestadora Datos, 60% de las personas que ahorran lo hacen fuera del sistema financiero, a través de esquemas como pirámides o "bolsas".

Por otro lado, los resultados de una encuesta de la compañía internacional Nielsen en 2009 acerca del destino que los latinoamericanos le dan al dinero que les sobra no parecen dejar a Venezuela muy mal parada.

Sin embargo, la encuesta incluye un factor subjetivo: ¿qué y cuánto consideran los encuestados es el dinero que les sobra?

Los analistas confirman que en Venezuela no hay tradición de ahorro, un fenómeno en parte determinado por marcada volatilidad en los precios. Ya en 2005 la CEPAL ubicaba a Venezuela en la cuarta posición de las naciones suramericanas en que es más caro vivir.

La compra sería una forma de proteger el dinero frente a la pérdida de valor tanto por inflación como por devaluación de la moneda en el mercado paralelo (que sirve de referencia para la fijación de precios, aunque la tasa de cambio se encuentre controlada oficialmente).

¿Cómo queda el socialismo?

Así, pues, el diagnóstico parece quedar más o menos como sigue: en la Venezuela que sus líderes encaminan a lo que describen como el "socialismo del siglo XXI", la renta petrolera le permitió a los estratos menos favorecidos mejorar su poder adquisitivo, y así lo hicieron. Este grupo se unió al de mayores recursos en la compra de bienes y servicios a los que antes no tenía acceso.

Los economistas son cautelosos a la hora de llamar esto "consumismo", pero concuerdan en que varios elementos parecen encajar en la definición: la satisfacción de la necesidad de "estatus", la poca cultura de ahorro y el consumo como barrera ante la inflación y la devaluación.

¿Puede esto inclinar la balanza en la transformación política del país que estos líderes se proponen? Algunos creen que sí, otros que no, un tercer grupo señala que una cosa no tiene que ver con la otra.

*Fuente: red de corresponsales BBC Mundo

Nota: Los precios para Venezuela están calculados a "dólar ponderado", BsF 3,53 por US$. Sin embargo la referencia que utilizan muchos comerciantes para establecer sus precios es el "dólar paralelo" o permuta, por encima de ese valor.