Fútbol en EE.UU.: una relación de amor/odio

  • Carlos Chirinos
  • BBC Mundo, Washington
Hinchas estadounidenses en Sudáfrica celebran triunfo sobre Argelia
Pie de foto, Hay más afición, pero algunos todavía cuestionan el fútbol en EE.UU.

La Copa del Mundo de Sudáfrica contagia a Estados Unidos, tanto que se habla de fútbol como nunca antes, en la televisión y en la radio, en oficinas y en bares.

En medio de esa conversación pareciera que si a usted le gusta el juego es porque apoya a Barack Obama y si no le gusta, entonces es porque extraña a George W. Bush.

Es cierto que acá no hubo el precalentamiento que se vivió en casi todo el resto del mundo en vísperas del evento. Pero una vez iniciado el campeonato la fiebre también prendió en este país, al que pocos asocian con el llamado "deporte rey".

Todos los partidos han sido transmitidos por los canales deportivos y por la televisión hispana. Incluso la cadena ABC, de señal abierta, tomó la arriesgada decisión de presentar los juegos de los domingos.

"El soccer apesta"

Hay señales del cambio en el gusto estadounidense por el fútbol: bares abiertos desde las siete de la mañana para ver los juegos, pantallas gigantes en plazas públicas en varias ciudades, más publicidad asociada al deporte.

Todo esto favorecido por la hazaña del equipo estadounidense de haber pasado a la segunda ronda del torneo.

No es que de pronto la sociedad estadounidense haya dejado de lado su afición por el béisbol, el baloncesto o el fútbol (el americano, que acá es el verdadero).

En realidad hay algunos que no se dejan convertir al credo deportivo que profesa casi todo el resto de la humanidad.

"El soccer apesta", ha dicho en más de una ocasión desde que empezó el Mundial y usando el nombre con el que se conoce al deporte en EE.UU Glenn Beck, uno de los periodistas de derecha más famoso del país.

"No importa cuántas celebridades traigan, cuántos bares abran temprano, cuántos comerciales de cerveza presenten, no queremos la Copa del Mundo, no nos gusta el soccer", tronaba Beck la semana pasada en su espacio en la cadena de televisión Fox.

Beck podría ser considerado simplemente un provocador profesional que extrema opiniones para llamar la atención, subir audiencia y vender libros, pero cuando se mete en la cancha de fútbol inmediatamente traza campos político-deportivos.

Violento y poco televisivo

Las razones que dan los que no gustan del fútbol van desde la violencia de las barras bravas futbolísticas de Europa y América del Sur, hasta lo "poco televisivo" que serían los partidos.

Landon Donovan, delantero estadounidense
Pie de foto, Pese a los triunfos, el fútbol no ha tenido altos niveles de rentabilidad.

Incluso el origen británico del juego sirve a los contrarios, dejando relucir ciertos complejos que persisten entre la antigua metrópoli y las que fueron sus colonias.

"Los británicos nos trajeron el fútbol, el fútbol nos trajo algo lo que no lo ha hecho ningún otro deporte: estampidas. Casi ningún evento importante de fútbol pasa sin que haya una estampida o un desorden en las gradas", aseguraba Beck.

Son opiniones que comparte Gordon Liddy, otra personalidad radiofónica de la derecha, famoso también por su participación en el caso Watergate de espionaje ilegal al Partido Demócrata que terminó con la presidencia de Richard Nixon.

En días pasados Liddy se preguntaba "¿qué pasó con el excepcionalismo estadounidense?", una característica que llevaría a los ciudadanos de este país a preferir deportes que no se siguen en otros lados, como béisbol o la versión local del fútbol.

"Este juego, originado con los indios de América del Sur, que en vez de una pelota, pateaban la cabeza decapitada de un guerrero enemigo", aseguró Liddy en su espacio radial.

Envidia deportiva

"Puede ser que sientan que están invadiendo su terreno y no pueden admitir que éste sea el deporte de mayor aceptación en el mundo", le aseguró a BBC Mundo René Rincón, representante de jugadores profesionales, tratando de explicar las razones del rechazo futbolístico de algunos estadounidenses.

En cuanto al argumento de la violencia colectiva asociada al fútbol, lo considera "injusto".

"No tiene sentido negar el problema de las barras bravas (…) pero tampoco podemos negar que aquí, cuando algún equipo de baloncesto o de fútbol americano queda campeón suele haber disturbios y destrozos en esa ciudad", dijo Rincón.

De hecho, la semana pasada se vieron esas escenas durante la celebración del título de la NBA (siglas en inglés de la Asociación Nacional de Baloncesto) obtenido por los Lakers de Los Ángeles.

Autos quemados, vidrieras rotas y decenas de arrestos, quedaron tras los disturbios que siguieron.

Pero Rincón considera que quizá sea "la falta de rudeza" dentro de la cancha lo que desagrade a los críticos, junto al teatro de los futbolistas que, ante el menor contacto, se echan al piso fingiendo una lesión, aunque no hayan sido tocados.

"En hockey o fútbol americano reciben golpes increíbles, pero se paran y siguen jugando. Así que creo que a muchos aquí les es difícil entenderlo. No lo ven suficientemente rudo", afirmó Rincón.

Cementerio de estrellas

Algunos aseguran que el fútbol no termina de calar entre los estadounidenses por razones de mercado que poco tienen que ver con gustos deportivos de izquierda o derecha.

Hasta ahora la Major League Soccer, la liga nacional de fútbol -establecida en 1986 y "relanzada" en 2007- no ha logrado aún altos niveles de rentabilidad y audiencia, pese la política de contratación de grandes nombres del fútbol europeo o latinoamericano.

"Cierto que ha venido David Beckham y otras estrellas, pero el común denominador es que han venido a EE.UU ya en su momento de decadencia. Por eso se le ha tildado de 'cementerio' de estrellas", le aseguró Rincón a BBC Mundo.

Sin embargo, por estos días se observa un notable crecimiento del entusiasmo de la afición local, que si bien no llena los estadios, está llenando los bares como no hizo durante el Mundial de 1994 que se realizó en EE.UU.