ONU: Haití avanza lentamente tras el terremoto

  • NIgel Fisher
  • Vicerepresentante del Secretario General de la ONU en Haití

A veces es difícil recordar que han pasado seis meses desde el 12 de enero.

Hombre en cementerio
Pie de foto, Cuando los haitianos hablan del terremoto, sencillamente dicen "antes".

Muchos haitianos, cuando hablan del terremoto, sólo dicen "antes". Antes de que perdieran, en 35 segundos, tanto: amigos, familiares, hogares, escuelas, iglesias y sus visiones del futuro.

Lo que ocurrió aquí el 12 de enero fue un desastre de una magnitud que habría descarrilado a cualquier país.

Más de 222.570 personas han muerto, 300.572 resultaron heridas y hubo un momento en que la asombrosa cifra de 2,3 millones de personas -casi un cuarto de la población- se vieron desplazadas.

El gobierno perdió miles de funcionarios públicos y la mayor parte de su infraestructura clave quedó destruida.

En total, 101 colegas de la ONU murieron y muchos más sufrieron terribles pérdidas personales, al igual que muchos de nuestros colegas de otras organizaciones humanitarias.

No obstante, en circunstancias desesperadamente difíciles, se montó una de las mayores operaciones humanitarias de este tipo.

Esa respuesta entregó vivienda básica a los sobrevivientes, alimentó a 4,3 millones de personas, instaló letrinas y vacunó a más de 900.000 personas contra las enfermedades transmisibles.

Hoy en día, las necesidades humanitarias siguen siendo agudas.

Todavía quedan más de 1.300 campamentos de refugiados, que alojan a 1,5 millones de personas. Gracias a la ayuda humanitaria se lleva agua a 1,2 millones de personas al día, se mantienen 11.000 letrinas y se asegura que la atención sanitaria básica médica sea gratuita para todos los sobrevivientes.

Lo que se evitó fue una hambruna y quizás lo más significativo es que no se ha producido ningún brote de enfermedades en los campamentos.

La sola operación para satisfacer las necesidades humanitarias a diario es enorme. Pero mientras lo hacemos, hay otros retos también.

La temporada de huracanes está empezando y tenemos que actuar con rapidez para proteger a la gente lo mejor que podamos. Este trabajo está en marcha, pero el tiempo es corto. Y debemos, por supuesto, trabajar para asegurar un mejor futuro a largo plazo, no sólo para los sobrevivientes en las zonas más afectadas, sino también para todo el país.

El progreso real

La tragedia de Haití es que los niveles de pobreza que había antes de que el sismo de enero 2010 eran tan profundos que incluso la base de apoyo que se le ofrece a aquellos que viven en los campamentos es más de lo que muchos tenían antes.

Pero no debemos olvidar que antes de esta tragedia Haití hubo un avance real, con un gobierno estable elegido democráticamente, con los niveles de delincuencia cayendo y tendencias al alza en los niveles de nutrición.

El verdadero desastre para Haití sería permitir que este desastre natural deshaga el progreso de los últimos años.

Los haitianos han sido claros acerca de sus prioridades: quieren un ingreso para tener vidas normales, educación para que sus hijos puedan tener un rol activo en el futuro de su país, y vivienda para que sus familias estén a salvo.

Nosotros, como comunidad humanitaria, debemos ayudar a los 1,5 millones de supervivientes de los campos a encontrar la manera de salir de ellos, mientras que proveemos toda la asistencia requerida a aquellos que no tienen otra opción que permanecer durante algún tiempo.

Tenemos que conseguir que la gente empiece a trabajar lo más rápido posible. Una y otra vez los damnificados nos dicen que si pueden trabajar, pueden hacerse cargo de su propia recuperación.

Los haitianos deben ver pruebas tangibles de progreso.

Tenemos que seguir instalando viviendas de transición tan rápido como podamos y ampliar desescombro de las calles. Los escombros fueron puestos en las calles por los haitianos que trataban de limpiar sus hogares destruidos y las empresas, pero ahora bloquea el acceso y los esfuerzos de reconstrucción.

Tenemos que seguir previniendo la enfermedad.

Un liderazgo fuerte

Debemos ayudar al gobierno a ser más capaz de liderar la tarea extremadamente compleja de reconstrucción y garantizar a todos los haitianos tienen la oportunidad de forjar su futuro. Un gobierno débil no es una opción.

Haiti, seis meses después
Pie de foto, 1,5 millones de personas siguen viviendo en campamentos.

Para que Haití experimente una transformación nacional, se requerirá un liderazgo político fuerte y una comunidad internacional en consonancia con las prioridades nacionales. También necesita una financiación de los donantes respaldados por avances mensurables y difusión de información periódica: los haitianos necesitan saber qué está pasando y qué pueden esperar.

Mucha gente en todo el mundo donó generosamente a Haití y les damos las gracias profusamente. Nada de lo que hacemos sería posible sin su apoyo, y nos tomamos la custodia de esos fondos y la responsabilidad que trae muy en serio.

Debemos sentar las bases ahora para la transformación de Haití a gran escala, para construir un país con un desarrollo más equitativo, con una economía rural sana, prestación de servicios sociales y un gobierno capaz a nivel nacional y local.

Este trabajo ya ha comenzado, pero es sumamente complejo y llevará mucho tiempo, por lo menos una generación.

Hemos visto una extraordinaria fortaleza con la que los haitianos enfrentan terribles penas, con dignidad, calma y una voluntad verdaderamente admirable de ayudar a los demás a pesar de lo poco que tienen.

Debemos volver a comprometernos ahora con nuestro papel de apoyarlos en su lucha para construir un futuro mejor juntos.

Tenemos que mantener el rumbo con Haití.

Nigel Fisher es el Vicerepresentante Especial del Secretario General, Ad Interim, de la Misión de la ONU en Port-au-Prince, Haití.