Última actualización: viernes, 18 de junio de 2010 - 17:14 GMT

Historias de refugiados

Integrarse en tierra ajena

  • Un senegalés con acento argentino

    Sane y su familia, refugiados de Senegal en Argentina

    Sane escapó de Senegal hace nueve años, cuando la presión de las guerrillas se hizo insostenible en la región de Casamance donde vivía. "Iban y te amenazaban. Andaban mantando gente y prendiendo fuego a las casas. Muchos salimos corriendo, buscando donde poder vivir mejor", relata en su acento argentino.

    Entonces llegó a Argentina. No sabía nada del país. No tenía dinero, no sabía el idioma y no tenía ropa adecuada para el invierno argentino. Recibió ayuda de la Agencia Fundación Comisión Católica y junto a otros jóvenes africanos arrendaron un lugar. Sane aprendió español y encontró un trabajo. Al cabo de un tiempo se vino su esposa y formaron una familia en Buenos Aires.

    Sus dos hijos mayores aún están en Senegal y después de nueve años no ha logrado sacarlos de ahí. "Estamos viviendo bien acá, salimos a bailar, mis hijos estudian, la gente respeta mi religión musulmana. Pero la situación en Argentina está complicada, las cosas están muy caras. Está difícil, porque ahora ya no tenemos ayuda. Yo laburo 12 horas diarias, pero aún no puedo traer a mis dos hijos que aún están en Senegal".

    (Fotografía gentileza ACNUR/SubCoop)

  • El problema de los papeles

    Helena, refugiada colombiana en Venezuela

    Helena llegó hace un año a Venezuela para salvaguardar su vida. En Colombia, su país de origen, era psicóloga y asesora de proyectos de inserción social en comunidades rurales; luego de trabajar mucho tiempo con desplazados y desmovilizados, empezó a recibir amenazas de muerte y fue víctima de hostigamiento por parte de grupos armados.

    Reconoce que su integración en Venezuela ha sido "lenta". "Cambiar de vida te paraliza, porque uno llega y no sabe ni dónde está parado. Después de un año aquí me relaciono mucho más que antes y estoy tratando de sobrevivir, aunque añoro mucho mi tierra y mi familia, mis dos hijos universitarios. Sin embargo, veo oportunidades para rehacer mi vida acá”.

    Una de las principales dificultades es conseguir vivienda. "Es muy difícil conseguir un hogar digno a un costo razonable. Los sitios que puedo costear son sumamente peligrosos", debido al alto índice de delincuencia que existe en las zonas más empobrecidas del país.

    A pesar de las dificultades Helena cree que en Venezuela tiene buenas oportunidades de surgir. Aspira a trabajar en la docencia universitaria y hacer un postgrado. Pero tiene limitaciones para lograrlo, aún no tiene documentación. La falta de un documento venezolano no le permite ejercer su profesión y vive de las artesanías y el comercio.

    (Fotografía gentileza ACNUR Venezuela)

  • Con la mente en Somalia

    Dalmar, refugiado somalí en Brasil

    "He estado en Brasil 5 meses. Vengo de Somalia, de la capital Mogadiscio, donde hay muchos problemas. La situación es muy peligrosa en estos momentos", cuenta Dalmar desde Río de Janeiro donde participa de una actividad de ACNUR.

    "Ha sido mucho mejor desde los cinco meses que estoy acá. El problema que tengo ahora es que mis hijos aún están allá. Mi esposa y mi familia están allá. No sé si están bien, tengo información de que algunas personas han fallecido. Otros siguen vivos. Eso está todo el tiempo en mi mente".

    "Por el momento no puedo traerlos y es terrible pensar que pueden estar en peligro”, relata Dalmar desde el país donde ahora está solicitando asilo.

    (Fotografía gentileza ACNUR Brasil)

  • En búsqueda de tranquilidad

    Andrea, refugiada colombiana en Argentina

    Andrea escapó de Colombia hace cinco años y solicitó refugio en Argentina. Cuando pisó suelo bonaerense tenía 18 años. Tras sortear todos los problemas de una documentación precaria y el desconociemiento sobre refugio hoy ha logrado integrarse, estudia, trabaja y se trajo a su madre.

    Pese a la desconfianza que genera la ignorancia sobre el asilo, Andrea dice que su situación es mejor que la de otros refugiados.

    "Yo no he tenido mayores problemas en el sentido que soy colombiana y aquí no ha hay un nivel alto de discriminación a colombianos como en otras partes. Además yo también soy latinoamericana, hablo español, no soy de un color de piel oscura. No es lo mismo mi proceso de integración con el de un chico de mi misma edad que viene de Etiopia. No hablan español y acá es muy raro ver alguien de color negro y la cultura es muy distinta. Mi cultura también es distinta, pero también tengo varias cosas en común", relata Andrea.

    (Fotografía gentileza ACNUR/SubCoop)

  • Luchando contra las estigmatizaciones

    José, refugiado colombiano en Ecuador.

    "Yo nunca había entendido lo que era un desplazado, un refugiado, ninguna de esas cosas. Porque nunca había tenido que vivirlo", cuenta José, quien cinco años atrás salió de Colombia, cuando los paramilitares lo acusaron de ayudar a la guerrilla y venderles productos de la tienda que manejaba.

    José, su esposa con tres meses de embarazo y su hijo mayor dejaron toda su vida en Puerto Concordia. Viajaron 36 horas hasta llegar a Ecuador. "Imagínese lo que es llegar a medianoche a un mundo nuevo, sin nada. Un cambio total, es como dormir ahorita y despertarse en otro lado", cuenta José.

    Durante estos cinco años ha tratado de rearmar su vida en Ecuador, y si bien está muy agradecido del vecino país ,ha tenido que pelear con el estigma de ser colombiano. "Ha sido difícil adaptarse porque en toda parte que nombran a un colombiano significa problema, guerrilla, conflicto. Y en ese sentido ha habido desconfianza. Te ponen esa barrera. Aunque solo en un principio, porque después conocen tu trabajo, tu calidad de vida y te abren las puertas", relata José.

    (Fotografía gentileza ACNUR Ecuador)

  • Una vida de exilio

    Un grupo de refugiados reasentados en Chile

    Samira, su esposo y sus tres hijos llevan una vida de exilio. Desde Kuwait se fueron a Irak donde vivieron 15 años en Bagdad. Cuando comenzó la invasión estadounidense y ya no eran bienvenidos en el país, en una amenaza de muerte recibieron una bala envuelta y debieron partir.

    Vivieron más de dos años en el campamento de refugiados Al Tanf en el desierto entre Siria e Irak, hasta que en 2007 fueron aceptados en el programa de reasentamiento en Chile y volvieron a partir. Esta vez esperan que sea de manera definitiva.

    "Me gusta Chile, aquí estoy tranquila. Aquí yo vivo igual que otra gente, sin diferencias. Si yo vivo como en mi país me muero. Aquí la mujer trabaja y puedo salir tranquila. Extraño mucho a mi familia, pero aquí todo es bueno. Lo mejor es que finalmente tenemos una casa propia", cuenta Samira desde su casa en Santiago.

    (Fotografía de un grupo de refugiados islámicos en Chile, gentileza Vicaría de la Pastoral Social Chile)

BBC navigation

BBC © 2014 El contenido de las páginas externas no es responsabilidad de la BBC.

Para ver esta página tal cual fue diseñada, debe utilizar un navegador de internet actualizado, que tenga habilitado el uso de hojas de estilo en cascada (CSS, por Cascading Stylesheets en inglés). Aunque en el navegador que está utilizando podrá ver el contenido de la página, no será presentado de la mejor forma posible. Por favor, evalúe la posibilidad de actualizar su navegador y/o habilitar el uso de CSS.