Última actualización: miércoles, 30 de junio de 2010 - 16:50 GMT

Los "espías rusos" de la puerta de al lado

Anna Chapman en su perfil de Facebook

Chapman dice ser propietaria de una empresa especializada en tecnología y medios de comunicación.

Se dice que usaban métodos "clásicos" de espías, como intercambio de maletines idénticos y tinta invisible, pero lo que más llama la atención es que la mayor parte de los 11 arrestados en Estados Unidos bajo cargos de espiar para Rusia llevaban la "vida típica" de una familia estadounidense común y corriente.

Los supuestos espías lo mismo participaban en asociaciones comunales que asistían a cursos en la universidad o dirigían negocios de bienes raíces, todo dentro de la más absoluta "normalidad" en correspondencia con lo que la prensa califica de "vida estadounidense corriente".

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Si por algo destacaban era por su carácter "ordinario", que los hacía "mimetizarse" perfectamente con su entorno, de acuerdo con los perfiles de la mayoría de los detenidos que publican los medios de comunicación.

No podían haber sido espías porque no hay nada más que fijarse cómo ella cuidaba las hortensias

Vecina de dos de los sospechosos

"No podían haber sido espías porque no hay nada más que fijarse cómo ella cuidaba las hortensias", comentó a los periodistas una joven de Nueva Jersey, al enterarse de las acusaciones que pesan sobre sus vecinos Richard y Cynthia Murphy.

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Ellos, junto a otras nueve personas, eran parte de una red que presuntamente trataba de infiltrarse en círculos políticos, universidades y grupos de cabildeo para recopilar información sobre temas como el arsenal nuclear, Irán y el espionaje estadounidense a cambio de dinero del Kremlin.

En el caso de dos personas de origen latinoamericano, la periodista peruano-estadounidense Vicky Peláez, columnista del periódico hispano El Diario/La Prensa, y su esposo, Juan Lázaro, de origen uruguayo pero que también cuenta con nacionalidad peruana, se les acusa de "conspiración" y "lavado de dinero", informó el Departamento de Justicia.

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Moscú ha reaccionado con perplejidad ante las acusaciones mientras que la Casa Blanca no condenó a Rusia, en un aparente intento bilateral, según los observadores, de relativizar las repercusiones del caso cuando los dos países trabajan en la reactivación de sus relaciones.

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"Falsas identidades"

Uno de los acusados que más llama la atención de los medios periodísticos es Anna Chapman, una mujer rusa de 28 años de edad, quien declaró ser propietaria de una empresa especializada en tecnología, internet, medios de comunicación y entretenimiento.

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El FBI sostiene que Chapman se encargó de obtener información de un empresario estadounidense y la transfirió a un funcionario ruso, con quien se reunía en una librería de Nueva York.

Entre los acusados también figura Christopher Metsos, de 54 años de edad, quien alega tener nacionalidad canadiense, y según funcionarios de EE.UU., recibió dinero ruso y trató de esconderlo enterrándolo en un parque en el estado de Virginia. Metsos fue detenido en Chipre cuando intentaba abordar un vuelo hacia Hungría.

Mientras, una pareja -Michael Zottoli y Patricia Mills, administradores de negocios- fue arrestada en su casa de Arlington donde, de acuerdo con el FBI se encontraron radios de onda corta y cuadernos con números que supuestamente esconden mensajes cifrados.

Las autoridades dicen que ambos desenterraron de un parque en el estado de Nueva York un paquete con dinero que había sido enterrado por otro sospechoso.

El FBI asegura que mientras algunos de los arrestados vivían como inmigrantes rusos en EE.UU., otros habían asumido falsas identidades y se servían de pasaportes británicos, canadienses o irlandeses falsificados.

En muchos casos, los sospechosos vivían en EE.UU. desde la década de los '90. Lo que no se ha revelado es si los presuntos agentes consiguieron alguna información relevante.

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